¿Qué tienen las aguas?

Todas cumplen su función hidratante y se diferencian en la forma en la que fueron recaudadas, filtradas o manipuladas químicamente.




Paula 1211. Sábado 22 de octubre de 2016.

Agua de la llave de Santiago

Condicionada en una planta potabilizadora para que cumpla con requerimientos químicos, físicos y biológicos establecidos por la normativa vigente (NCh409, dependiente del Instituto Nacional de Normalización). Contiene sales disueltas que no afectan a la salud y que le dan sabor al agua. En Santiago, y en las grandes ciudades de Chile, el agua potable es desinfectada a través de un proceso de cloración (máximo 400 mg/l) y se le añade flúor para ayudar a combatir la incidencia de caries bucales (0,3 mg/l). Recientemente, un estudio de impacto ambiental, dado a conocer a principios de octubre por una de las firmas de agua más importantes del país, arrojó que metales como aluminio, hierro y manganeso, presentes en el agua del río Maipo (caudal desde el que se obtiene el 70% de la demanda actual de agua potable de Santiago), superan los límites que impone la normativa 1.333 de calidad de agua. No se establece aún la gravedad que implica, pero la empresa descartó públicamente algún efecto en el consumo de agua para la salud de las personas.

El agua de la llave varía de ciudad en ciudad. Santiago está cerca de la Cordillera de los Andes y sus aguas provienen de allí, por lo que tienen sulfatos más elevados en comparación a ciudades del norte, donde se recauda aguas subterráneas que pasan a través de las rocas.

Agua purificada o filtrada

Agua filtrada de solutos y partículas en suspensión. Normalmente es agua de la llave que ha pasado por procesos de filtrado que eliminan total o parcialmente la alta carga de minerales u otras sustancias no deseadas, como resuidos provenientes del alcantarillado, entre ellos el sarro. Los filtros que se aplican en el hogar ocupan como adsorbente el carbón activado que, además, remueve el sabor a cloro.

Agua alcalina

Es agua ionizada, es decir, que pasó por un proceso químico mediante el cual cambió su pH a uno levemente alcalino (mayor a 7). Es rica en bicarbonato, potasio, calcio y magnesio (beneficiosos para el correcto funcionamiento del organismo). Se dice que actúa como antioxidante y ayuda a prevenir enfermedades, pero no hay evidencia científica que respalde esa afirmación. Es más, algunos expertos advierten que el agua debe ser de pH neutro (como la embotellada y la de la llave). Si tiene el pH muy alto, puede dañar la flora intestinal.

Agua mineral

Varía de marca en marca, pero generalmente se extrae del subsuelo, naturalmente mineralizado. Mientras más profunda la fuente, más pura el agua, porque estará más alejada de la contaminación de la superficie terrestre. Sus minerales (potasio, magnesio, calcio, sodio y litio) le dan su sabor característico. En Chile, por su geografía, las aguas minerales son ricas en bicarbonato, sal ácida que regula el pH del organismo.

Agua de vertiente

A diferencia de la mineral, que se obtiene del subsuelo, la de vertiente proviene de manantiales naturales en la superficie. Su composición mineral depende de las características del suelo en donde se encuentra. No toda agua de vertiente es sana, pues puede contener metales pesados tóxicos para la salud, como plomo o arsénico. Si su composición no es dañina para la salud, puede ser embotellada y distribuida.

Agua gasificada

Agua que contiene gas natural o añadido artificialmente. En el caso de las gasificadas naturalmente, el proceso ocurre debido al lugar en donde se encuentran. Por lo general, son las que están en contacto con suelos volcánicos, que emiten gases que suben a la superficie y se integran al agua. En el caso de aguas gasificadas de forma artificial, el proceso se realiza añadiendo gas CO². No reportan diferencias con el agua mineral sin gas. Lo único distinto es la experiencia sensorial al beberla.

Para la elaboración de este artículo fueron consultados Andrei Tchernitchin, médico toxicólogo; Katja Deckart, hidrogeóloga; José Luis Campos, doctor en Ingeniería Química; Cedric Little, director del Centro de Innovación en Bioingeniería de la U. Adolfo Ibáñez; e Ignacio Vargas, ingeniero del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable.

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