Ecualizando expectativas

columna 22 de octubre



Cuando elegimos estudiar una carrera, postular a un trabajo, o levantar un proyecto, nos ponemos de cabeza a trabajar e investigar. A ver de qué se trata, qué requerimientos existen. Analizamos pros y contras y tratamos de medir riesgos, consecuencias, oportunidades y los efectos que pueden traer estos nuevos escenarios.

En el caso de la paternidad/maternidad y de todo lo que gira alrededor de este tema como el embarazo y el parto, pareciera que nos tiramos a la piscina a ciegas y después no logramos procesar qué está pasando. He escuchado a muchas amigas y mujeres alrededor mío decir "¿esto es la crianza?". Algunas incluso con un poco de desesperanza en la voz.

Quizás es parte de los misterios de la naturaleza que entremos a esta etapa con mucha ignorancia, pero con mucha ilusión, porque así seguimos reproduciendo la especie humana.

Pero también, a riesgo de convertirme en el nuevo anticonceptivo natural de las mujeres y hombres que puedan leer esta columna, creo que vivimos en una época en que es mejor saber, prepararse y ajustar expectativas para así tomar una decisión consciente e informada, y no deprimirnos cuando lo que estamos viviendo no se ajusta a las expectativas desinformadas que podemos tener sobre un tema.

En el caso de alguien que será mamá o papá por primera vez, nos imaginamos unos primeros meses en una nube de amor y una paz celestial. En nuestra cabeza pueden aparecer imágenes tipo publicitarias de la mamá preciosa, vestida de colores pasteles, sentada en una silla mecedora dando papa tranquilamente, con una sonrisa maravillosa en la cara. Y la realidad es bastante dinámica. Tiene momentos como el de un aviso de revista, pero tiene muchos otros momentos desafiantes, desconocidos, de miedo y mucha incertidumbre. Una guagua recién nacida es tan indefensa que, para muchos, esa fragilidad y vulnerabilidad se convierten en una constante preocupación. Para algunas, la lactancia no siempre es fácil. Se amamanta cada dos horas, muchas veces se agrietan y sangran los pezones. La guagua no se acopla bien, y no sube el peso que el pediatra quiere que suba. Dormimos mal, tenemos hambre -¡mucha hambre!- y para la pareja todo este tiempo es de aprendizajes, stress, miedos y peleas mezcladas con amor total y llantos. Por suerte existe el olor a guagua recién nacida, que cura todos los males y nos hace seguir y enamorarnos de nuestros hijos de aquí al infinito.

Si sabemos qué es lo que viene y cómo es este período, quizás podemos enfrentarlo mejor. Para esto existen múltiples cursos y talleres pre y post parto destinados a que la pareja entre informada al parto y tenga un cierto kit de herramientas de ahí en adelante.

Lo mismo pasa con el matrimonio y la pareja. Las expectativas que ponemos en el otro, o los estándares de calidad que le exigimos, probablemente no se cumplirán. Partiendo de la base que muchas veces no decimos en voz alta cuáles son esas expectativas que tenemos y para el otro es altamente imposible adivinarlas. Por lo que hablar y especificar qué esperamos del otro, puede ser de gran ayuda, así como también ajustar esas expectativas y hacerlas más reales. Menos inalcanzables. Y no me refiero a no esperar nada del otro, si no que a ecualizar lo que esperamos, para que así no vivamos frustrándonos por lo que no se cumple.

Y así también con el día a día. ¿Cuántas veces armamos un panorama familiar, que creemos que va a ser un éxito total, y resulta ser el opuesto? Y por ahí aparece, por culpa del caos, una rica pelea de pareja que hace que nos arrepintamos de haber ideado esta salida. Y esto también tiene que ver con la expectativa que nos creamos. Si ajustamos también estos ideales a tratar de pasar un momento agradable en familia sin que sea el panorama perfecto, probablemente sea un mejor día y deje una mejor sensación. Y quizás incluso nos sorprendamos con los resultados, ya que no tenemos una realidad pre creada de lo que queremos que pase.

Quizás es mejor estar informados, pero dejar que las cosas fluyan más y tomen su curso en vez de tratar de dirigir y controlar todo para que se cumplan esas expectativas. Ecualizarlas, probablemente nos haga disfrutar más.

María José Buttazzoni es educadora de párvulos y directora del jardín infantil Ombú. Además, es co-autora del libro "Niños, a comer", junto a la cocinera Sol Fliman, y co-fundadora de Soki, una plataforma que desarrolla cajas de juegos diseñadas para fortalecer el aprendizaje y la conexión emocional entre niños y adultos.

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