El regreso

columna 18 de febrero



Es inevitable en esta época empezar a conectarnos de a poco con el comienzo del año laboral y escolar. Aunque las vacaciones aún siguen para algunos, nuestras cabezas de madres y padres comienzan a pensar en obligaciones, rutinas, asuntos pendientes y todo lo que marzo trae consigo.

Pobre marzo, tiene tan mala reputación. A mí personalmente me gusta no solo porque es el mes de mi cumpleaños, sino también porque veo en él la posibilidad de empezar de cero. Me encantan las nuevas etapas; limpiar, botar lo que ya no sirve, ordenar, repensar la casa y el funcionamiento general de la familia. Eso sí, no puedo negar que se me aprieta la guata con la vuelta a clases de mis hijos -que sé es una especie de trauma infantil por todo lo que odiaba ir al colegio-, aunque ahora no soy yo la que tiene que ir, igual es como si fuera.

Mi cabeza y organización mental ya emprendieron el regreso a la rutina. Me despierto pensando en ítems pendientes, en las clases particulares que debo agendar, en lo que me falta por comprar y, sobre todo, pienso en cómo partir el año de la manera más positiva y eficiente posible para que los niños empiecen el colegio con ganas, buena actitud y motivados.

Marzo tiene también asuntos económicos muy pesados. Dentro de los pendientes amenazantes de la cuenta del banco -que a estas alturas está escuálida-, está el permiso de circulación, con previa cola de la revisión técnica, cosa que idealmente no es bueno dejar para el final a riesgo de olvidarse permanentemente y, como me pasa a mí, pasar todo el año sin permiso y sin conciencia de que se me había olvidado.

Comprar zapatos y zapatillas para los escolares. Uniformes y mochilas. Y la lista de materiales si es que una no es planificada y no lo hizo en enero, antes de salir de vacaciones. Además, es muy probable que tengamos que despiojar. Los míos al menos se trajeron toda la población pediculosa de la región de Los Lagos. Solo me faltó encontrarles liendres en los pelos de las cejas.

A pesar de todo esto, veo en este tiempo una buena época para limpiar, ordenar y reducir el clóset de los hijos. Sacar lo que les quedó chico durante el verano, regalar lo que tiene segundo uso y botar lo que quedó destruido, o esa chala que quedó guacha, porque nunca va a aparecer la otra, por más que guardemos esa esperanzada chala huérfana.

Es muy bueno para el desarrollo de la autonomía de nuestros hijos incorporarlos a estas tareas, al orden de los espacios que habitan para ayudarlos a anticiparse a la entrada al colegio, un cambio importante y que afecta a muchos. Obviamente las tareas que se les asignen dependerán de su edad, pero desde los 3 años en adelante, un niño puede llevar a cabo ciertas tareas de esta índole, algunas guiadas y otras solos. Niños de cinco para arriba pueden, por ejemplo, ordenar y guardar toda la ropa que corresponde a su uniforme de alguna manera que para ellos sea fácil de acceder, para que así durante el año puedan preparar en la noche su ropa para el día siguiente. Pueden también organizar el espacio donde habitualmente hacen tareas, su escritorio o mesa de trabajo, ya que el orden físico ayuda muchísimo al orden mental. Si todo alrededor nuestro es un caos, la cabeza se desorganiza. Y a los niños les pasa lo mismo.

Es súper recomendable empezar a reajustar los horarios de acostada y levantada. En las vacaciones nos relajamos y los niños se acuestan significativamente más tarde que en el resto del año, por lo que empezar a despertarlos nuevamente para el colegio es casi una tortura para ellos y para uno. Por lo mismo, es ideal empezar antes este cambio de rutina. Cada día -empezando hoy- acostarlos 15 minutos más temprano que el día anterior. El buen dormir y una cierta cantidad de horas de sueño tienen incidencia directa con el rendimiento escolar y con el ánimo.

Usar estos días de preparación es una buena opción también para tratar de hacer cualquier cambio de algo que no nos tenía contentos, como cambiar la posición de las sillas del auto si es que tienes más de un hijo y por fin ponerlas en el lugar que nos va a facilitar el ejercicio diario de amarrar cada día, varias veces, a nuestros hijos.

Como premisa para lo que se viene la anticipación de los hechos en los niños, es clave. Necesitan saber qué va a pasar en los siguientes días. Si un niño pasa del jardín al colegio, es fundamental que sepa que acerca de este cambio, y que va a ir a otro lugar y no a su jardín. A todos nos gusta anticiparnos y planificarnos. A los niños también. Lo necesitan y les hace bien. ¡Que tengan un excelente comienzo de año!

María José Buttazzoni es educadora de párvulos y directora del jardín infantil Ombú. Además, es co-autora del libro "Niños, a comer", junto a la cocinera Sol Fliman, y co-fundadora de Soki, una plataforma que desarrolla cajas de juegos diseñadas para fortalecer el aprendizaje y la conexión emocional entre niños y adultos.

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