Inofensiva

Carolina-Pulido



Cada día veo menos tele abierta. Hoy me basta con Netflix, que tiene algo maravilloso: carece de comerciales. No es que odie la publicidad, solo que su reducción del mundo, tan estrecha, me da como náuseas. Los jóvenes, los hombres, las mujeres. Sobre todo las mujeres. A mí, más que la bomba sexi me molesta el arquetipo de la dueña de casa, probablemente el personaje más trillado de nuestros spots.

La señora chilena, según la televisión, es joven, delgada, de pelo liso, pálida, recatada, dulce y comprensiva. Nunca está despeinada, pero tampoco se arregla demasiado, ya que no sale de su casa más que para ir al supermercado. Solo vemos su picardía cuando cierra un ojo a la cámara invitando a sus amigas a salir solas al happy hour.

Hace muchos años fui modelo publicitaria y, adivinen, el rol de la buena dueña de casa era siempre mío (no sé por qué, feliz habría hecho de Gatúbela). Tenía unos 21 años y en la ficción era madre de púberes, llevaba una sonrisa dulzona congelada en la cara maquillada en tonos pastel y me dedicaba a limpiar superficies con paños amarillos.

Si uno se fija en la televisión de hoy, resulta que ese es, precisamente, el modelo que menos ha evolucionado. La mujer de estos tiempos pareciera seguir viviendo en los 80. En la radio mi experiencia no ha sido diferente: me han insistido hasta el cansancio en la importancia de ser inofensiva: "Sale más lindo si sonríes mientras hablas". "No opines mucho; nada agresivo por favor". "¿Feminista? Nadie quiere oír hablar de eso".

Esa mujer cándida, un poco infantil, complaciente y coquetona, escasamente informada y sin opinión, es la misma que vemos cada día en los contenidos de los medios de comunicación, no solo en espacios publicitarios. Esa mujer, hoy, es Tonka Tomicic. Y en estos tiempos en que la tele ya no puede seguir haciendo vista gorda de la realidad porque el público pide información veraz, es ella (junto a hombres mejor preparados y más feos) la que está entregando los contenidos. Sí, voy a hablar del asunto de los ecuatorianos torturados. ¿Es necesario recordar el episodio aquel? Siempre.

Un video viral muestra a dos inmigrantes ecuatorianos, presos en el penal Santiago y torturados con choques eléctricos por otros 50 reos. Son los hombres que mataron a golpes a una mujer en el barrio República de Santiago. Una mañana de junio Tonka Tomicic asegura en TV que los sujetos tienen merecido ese martirio, y lo dice con orgullo, "aunque me traten de no sé qué".

¿Qué pasó? Que en un país donde se torturó sistemáticamente durante 17 años a personas en muchos casos aún desaparecidas y con familiares que siguen esperando justicia, no puede un líder de opinión emitir ese tipo de juicios. Simplemente es inmoral. Tampoco puede hacerlo en un país sin historial de dictadura, porque el Estado debe garantizar a todo ser humano el debido proceso y porque afortunadamente nuestra justicia no se rige por el ojo por ojo; pero si consideramos que precisamente ese tipo de tortura se aplicó en la dictadura de Pinochet resulta aun más escalofriante. La situación empeora si recordamos que Chile recién se acostumbra a la inmigración masiva y que el racismo parece crecer sin control en días de posverdad.

¿Será que es tiempo de cambiar los estereotipos femeninos? ¿Exigir a los rostros mayor compromiso, responsabilidad, información? A lo mejor habría que buscar otros atributos femeninos más allá de la belleza y la amorosidad, digo yo. No sé, ¿preparación?

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