Mamás y papás felices: niños y niñas felices

columna 29 oct



Dicen por ahí, que si no te quieres a ti mismo, tampoco puedes querer a otro. Y creo que lo mismo aplica para el autocuidado. Si no te cuidas a ti mismo, no puedes cuidar a los demás. Desde el día en que decidimos tener hijos, nuestra vida se vuelca al cuidado de éstos, y si bien mi alma de educadora siempre quiere poner a los niños primero, hoy mi alma de mamá reconoce que algunas veces debo ponerme yo primero. Debo cuidarme, tratarme bien, sanarme si es que hay algo que sanar, y descansar si estoy hecha bulto. De otra manera, no hay forma de que yo pueda cuidar de buena manera a mis hijos. No resulta quererlos bien, si no que reciben nuestra impaciencia traducida en gritos y enojos.

Los invito a reflexionar sobre cuántas veces en el mes nos damos un tiempo real para nosotros. ¿Somos capaces de identificar cuando ya no podemos entregar más? ¿Podemos ver cuando necesitamos ayuda? Creo que en la vorágine de la rutina queda poco espacio para mirarse y hacerse un auto chequeo, físico, mental y espiritual. ¿Cuántos de nosotros andamos con la sensación de tener una bola de pelos en la garganta? Una que hace que nos cueste tragar y que a veces nos deja por varios días al borde del lagrimeo fácil. ¿Cuántas veces obviamos síntomas físicos de alerta pero sentimos que tenemos tantas otras prioridades, que nos ponemos al final de la fila? Esto solo nos hace peores cuidadores y peores padres, porque claramente no nos convierte en héroes y nadie nos va a dar un premio por aguante. Los únicos que lo van a resentir y van pagar los platos rotos, serán nuestros hijos y su bienestar y salud mental.

Esto comienza con la madre que tiene que amamantar. Me fascina la lactancia materna, pero más me fascina una mamá con guagua recién nacida que está feliz, relajada, y que puede transmitirle eso a su guagua, en vez de estar apanicada e insegura de no estar haciendo lo correcto, de que su leche no es buena y tantas otras porquerías y comentarios que aparecen alrededor de la lactancia, proceso tan personal y que cada mujer vive de manera única.

También es urgente hablar de salud mental. ¿Por qué es un tema tabú? ¿Por qué nos da vergüenza admitir que podemos necesitar ayuda de un siquiatra o sicólogo? ¿O de remedios? Si nos duele una muela vamos al dentista, si nos duele el estómago vamos al gastroenterólogo. Y así con cada especialidad médica excepto la del órgano más importante de nuestro cuerpo. El cerebro. A ese pobre lo dejamos botado, desatendido y relegado al olvido, además de enjuiciar su bienestar y tildar la salud mental como algo para débiles o locos.

Después de años de maltratar a la salud mental, incluso olvidada por nuestro sistema de salud que se hace como que le importa y te paga cuatro boletas de sicólogos o siquiatra, cuando debiera ser una de las prioridades, ha llegado el minuto, siguiendo la corriente de muchos otros países que lo están haciendo, de sacar estos prejuicios y preocuparnos por ella. Clave para poder cuidar a otros, más clave aún para cuidar y atender a niños. Fundamental es encontrar espacios de autocuidado, ya sea para ir a terapia, hacer algún ejercicio, o incluso sentarnos a almorzar solos y tranquilos en algún lugar que nos guste, donde podamos escuchar nuestros propios pensamientos y terminar un plato de comida en la temperatura que corresponda.

Encontremos un tiempo. Puede ser un día libre al mes o incluso una mañana. Mejor si es un día. Démonos espacio para descansar, hacer algo que nos motive, que nos enriquezca y nos alimente. Para algunos puede ser leer un libro, para otros puede ser no levantarse y ver maratón de series en Netflix. Encontremos eso que nos fascinaba hacer y que lo dejamos por falta de tiempo, y regalémonos ese momento para volver a conectarnos, para volver a disfrutar con cosas que nos llenan el alma y para poder recargar pilas. Y así poder volver a nuestras familias y seguir entregando amor y cuidado.

También tengamos la valentía de cuidarnos a niveles más profundos. Leamos que nos quiere decir nuestro cuerpo y sus señales. Hagámosle caso a esas señales y consultemos al especialista que corresponde. Atrevámonos a sacarle el estigma a la salud mental y darle el respeto que se merece. Porque de la única manera que podremos criar niños sanos mentalmente es si nosotros estamos sanos y atendidos.

Buscar momentos de autocuidado es seguir tejiendo una tribu moderna alrededor de la crianza en los tiempos que corren. No le tengamos miedo a pedir ayuda, a pedir un salvavidas. Lo importante es hacerlo antes de que el ahogo sea terminal, cuando aún nos quedan fuerzas para seguir nadando y agarrarnos del salvavidas. Esto opera igual que las mascarillas del avión cuando baja la presión o falta el oxígeno. Primero póngase usted la suya y luego atienda a niños y otros es necesidad.

María José Buttazzoni es educadora de párvulos y directora del jardín infantil Ombú. Además, es co-autora del libro "Niños, a comer", junto a la cocinera Sol Fliman, y co-fundadora de Soki, una plataforma que desarrolla cajas de juegos diseñadas para fortalecer el aprendizaje y la conexión emocional entre niños y adultos.

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