El verdadero mejor puntaje

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Paula.cl

En 2010 Juan era un estudiante de cuarto medio en un liceo dentro de un contexto de alta vulnerabilidad. Su profesor de matemática era un profesional de Enseña Chile. Muchos le decían a nuestro profesor: "en ese curso los dados ya están echados para los estudiantes", pero él hizo oídos sordos a esas palabras. Así, en un año de clases, logró que el 85% de sus alumnos fuera a la educación superior (en vez del 20% al cual estaban acostumbrados en el liceo).

Juan entró en el lugar 93 de las 100 vacantes que ofrecía Ingeniería Comercial en una universidad de la capital. En base a su esfuerzo, trabajo y fe, se tituló dentro de los 10 mejores estudiantes de su generación. Pero él no quería ser "solo un ingeniero comercial", tenía una visión más grande. En 2016, meses después de su titulación, postuló a Enseña Chile para "devolver la mano".

Según nuestros criterios de selección, para postular al programa hay que haber obtenido sobre 550 puntos en la PSU, regla impuesta por la nueva Ley de Carrera Docente. Juan no cumplía este requisito. Pero al medir otras competencias nos dimos cuenta de que había varias fortalezas que él tenía, pero que la PSU no medía. Subimos el tema al directorio y rogamos por una excepción. La excepción fue concedida.

Todos los profesores de la organización donde trabajo empiezan su proceso de formación en enero y, en forma paralela, se les busca un colegio para hacer clases por los próximos dos años. Durante este proceso, y sin contarle a nadie, Juan fue al mismo liceo de donde egresó en el año 2010, tocó la puerta y preguntó si podía ser el nuevo profesor de matemática. Él sabía que en su colegio escaseaban los profesores de esa asignatura, y ese año no era la excepción, por lo cual la directora lo contrató feliz.

Juan conocía el contexto mejor que cualquier otro. Por el ejemplo de su casa, su iglesia y de su profesor, sabía que sus estudiantes iban a necesitar mucho más que el contenido de matemática. Estaba de acuerdo con que el logro académico era fundamental para la vida, pero la experiencia le había enseñado que eso era solo la cúspide del iceberg. El desarrollo de habilidades socioemocionales es ese gran bloque de hielo invisible que sustenta lo anterior.

Visité a Juan y a sus estudiantes a mediados de abril este año y ya se veía que estaba dejando estragos positivos en su colegio. La directora me dijo que era impresionante cómo los niños lo saludaban al entrar al colegio, y él los saludaba a todos devuelta por su nombre. Este profesor no era solo uno más de la comunidad, tenía un vínculo que movilizaba enormemente a sus estudiantes. Los alumnos se veían reflejados en él.

Tres veces al año nuestra organización realiza una encuesta (TRIPOD) que los profesores aplican a sus estudiantes. Esta encuesta fue elaborada por la Universidad de Harvard, piloteada varios años por la Bill and Melinda Gates Foundation y permite identificar si los estudiantes están respondiendo al estilo de enseñanza del profesor. Los resultados se correlacionan con el aprendizaje académico y socioemocional de los encuestados. Cada vez que salen los resultados, lo primero que miramos es un campo que tiene que ver con el ambiente de aprendizaje que perciben los estudiantes. Esta dimensión contiene preguntas como: "¿nuestra clase se mantiene ocupada y no desperdicia el tiempo?", "¿los estudiantes de esta clase tratamos con respeto a nuestro(a) profesor(a)?" y "¿mis compañeros se comportan como el (la) profesor(a) quiere?", entre otras.

Lo más impresionante de esta historia es que los resultados más altos en esta dimensión –entre todos los profesores que tenemos en ejercicio– fueron los de Juan. Le pregunté cuál creía que era la razón de estos puntajes. Él prefirió dejar que sus estudiantes contestaran. "Nosotros lo respetamos porque se pone en nuestro lugar, siempre nos entiende y se preocupa por nuestro aprendizaje durante toda la hora de matemática", respondieron los jóvenes.

Juan denomina su visión de las clases como "todos para uno y un para todos". Durante estos meses ha percibido que quien es el mejor del curso o quien tiene el mejor promedio genera una competencia innecesaria en el aula. Por lo tanto, trata de romper con ese esquema y propone un gran objetivo como curso, tanto académico como socioemocional. "Para que sean felices", afirma. Los estudiantes le preguntan: "¿Por qué cree tanto en nosotros?". Juan siempre les responde: "¿Por qué no creer en ustedes?".

Lo interesante de su respuesta es que se nota que Juan no es solo el profesor "buena onda", sino que también se preocupa del aprendizaje de sus estudiantes todo el tiempo. Son ambas cosas; ese es el balance difícil de lograr en una relación. Es un profundo vínculo, pero orientado a que los estudiantes tengan un mejor futuro. Suele pasar que muchos profesores buscan un vínculo sin relación con el aprendizaje académico y/o socioemocional. Juan les exige a sus estudiantes mucho más a lo que están acostumbrados, pero los estudiantes saben que es porque cree en ellos.

La historia de Juan tiene muchas aristas, pero el punto más fuerte es que ilustra el poder de las relaciones humanas. Éstas no solo pueden cambiar una sala de clases, un colegio o la Educación en Chile; creo que pueden cambiar todo un país. Por lo mismo, no puedo dejar de preguntarme si en los colegios y/o universidades se enseña esto, y/o si algún político lo tiene en su agenda. Esta cualidad de empatizar con el otro para sacar lo mejor del otro. No porque sí, sino por una profunda creencia en sus capacidades. Esto es algo que necesitamos en todo ámbito de la sociedad.

Debemos volver a poner el foco en las relaciones humanas. En una sociedad que se polariza cada vez más, el entender al otro es urgente. Hoy estamos tratando de que Chile sea un país desarrollado en base a políticas públicas, que son muy necesarias. Pero, con las mejores políticas públicas y malas relaciones entre las personas, ¿qué país vamos a tener? Aun así las relaciones humanas no están en la agenda. Actualmente no las veo en mallas curriculares, estudios de opinión pública, investigación, ni declaraciones de intención. No es un tema en colegios y/o universidades. Es hora de que vuelvan a ser prioridad.

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