Pura honestidad

Este ha sido un año intenso para Begoña Basauri, actriz de TVN. Cumplió 30 años, inició su primera convivencia de pareja y, a su pesar, encendió los programas de farándula con un confuso episodio en que se la culpó por el quiebre matrimonial de Felipe Braun y Mane Swett. Aquí, Begoña Basauri revela sus temores como hija única y se asume parte de una estirpe de mujeres fuertes. También hace sus descargos.




"Desde muy chica intuí que ser mujer en la época que me tocó es un lujo. Vengo de una familia donde las mujeres son muy inteligentes, resueltas y autosuficientes, y en la que siempre se decía que era muy importante primero vivir sola, después con una pareja". Esta es la actriz Begoña Basauri, sentada en un café, sin una gota de maquillaje y vestida con ropa deportiva. Acaba de entrar a los 30 y, con el cambio de folio, se le vino una avalancha de intensos episodios. En noviembre se fue a vivir con su actual pareja, el chef Benjamín Cienfuegos y, simultáneamente, se ha visto enfrascada en el que describe como el capítulo más difícil de su vida.

Su rostro pálido y ojos claros aparecen, de un tiempo a esta parte, en todos lados. En Aquí mando yo, la teleserie de TVN, donde interpreta a María Carolina, una mujer que deja a su marido por su entrenador personal; en la obra En terapia 2, donde reemplaza a Javiera Contador y comparte escenario con Fernando Larraín; y en el trailer de Estoy en Dicom, la película dirigida por Osvaldo Oyarce, planificada para los próximos meses.

Pero la razón fundamental de su protagonismo mediático en los últimos meses ha sido su necesidad de desmentir los rumores que rodean el escándalo en que se vio envuelta, luego de que en agosto, en una entrevista en revista Caras a María Elena Swett –su compañera de elenco en TVN– la periodista mencionara su nombre como la causante del quiebre matrimonial con Felipe Braun.

La historia que se ha difundido es que el día del cumpleaños de Swett, el actor le fue infiel con Basauri. Braun no se ha referido al tema. Begoña, en tanto, ha dicho pocas palabras, en las que, sin mucha claridad, ha dado a entender que lo que pasó esa noche fue sin su consentimiento.

Para superar el escándalo se ha amparado en su pareja, en su trabajo, en su círculo de amigas y en la estrecha relación que mantiene con su familia materna. Aunque tiene medio hermanos, Begoña se crió como hija única.

¿Te marcó ser hija única?

Sí, definitivamente. Siempre he estado acostumbrada a que nadie se meta en mis cosas y a no meterme en las de los otros. También me ha marcado en la necesidad de formar una familia con más de un hijo.

¿Por qué?

Es un cuento que yo ya resolví, pero en un minuto me producía mucha angustia pensar que si mi mamá se moría yo me iba a quedar sola; que hasta ahí llegaba mi familia. Porque como se separaron mis papás, siempre me construí sola con mi mamá.

¿Qué edad tenías cuando tus papás se separaron?

Es una historia bien particular. Mi mamá tenía 17 y mi papá 18 cuando se quedaron esperándome. Eran los 80, embarazo adolescente y mi mamá estaba en un colegio de monjas. Fue difícil: peleas de familia, que tenían que casarse, que no, que pololeen, que no. Y, al final, cuando yo tenía cuatro años, se casaron. Luego, cuando yo tenía cinco o seis, se separaron. Estuvieron separados hasta cuando tuve 15 y se volvieron a juntar. Siete años después se volvieron a separar y ahora están separados definitivamente.

Entonces fue una relación donde había amor.

Sí. Es una relación súper marcadora para ellos dos, yo creo. Porque volverse a juntar después de 10 años separados… Claro, y mi papá con otros matrimonios entremedio, con otros hijos. Entonces inevitablemente es como el primer amor, por así decirlo, que creo que marca mucho.

¿Tú crees que el primer amor es el más importante?

He pololeado poco. Tuve un pololo en el colegio, cuando era chica, y luego más en serio uno en la universidad. Las pocas parejas que he tenido han sido marcadoras en distintas cosas. No sé, no me atrevería a decir eso de "el amor de mi vida" porque es muy lapidario para los que vinieron después.

O sea que piensas que uno se puede enamorar muchas veces.

Sí. Creo que en las distintas edades uno se enamora de diferentes maneras y de distintas cosas. Porque vas cambiando y necesitando cosas nuevas, y vas solucionando cosas contigo, y hay ciertos patrones que ya no repites.

¿De qué cosas te has enamorado a tus distintas edades?

De mi primer pololo, con el que estuve toda la universidad, me enamoré de lo que yo no era y encontré en él. Alguien más grande, que ya había estudiado, que ya estaba formado como actor y trabajaba profesionalmente. Había mucha admiración de mi parte hacia él. Y después, con los años, yo también me empecé a conocer y me encontré más resuelta.

¿O sea, te sientes cómoda con tus 30?

Súper. Me encanta tener 30. Me encanta que me pregunten cuántos años tengo. No he pasado todavía por el shock de "¡qué hartos años!".

Familia de artistas

¿Cómo decidiste estudiar Teatro?

Siempre estuve ligada al mundo de las artes por mi familia materna. Mi abuela estudió Danza, tengo tíos músicos, tías que son cantantes líricas, un tío que es pintor. Soy prima de Gabriel Díaz, que fue vocalista de CHC y ahora hace fotografía y forma parte de la dirección de la serie Prófugos, y de Juana Díaz, diseñadora. Su hija, Alicia Rodríguez, actúa en películas.

¿Y por qué Teatro y no Danza o Música?

Derivé en el teatro porque cuando chica tuve unas experiencias teatrales que me marcaron: una de ellas, cuando vi La Negra Ester en la época en que se veía clandestinamente, había mucha gente sentada y, con esa sensación de lo clandestino, sentí que algo potente estaba pasando. Un par de años después fuimos a ver al Popol Vuh (de Andrés Pérez) y ahí, al final había un baile y me sacaron a bailar al escenario. Entonces supe que quería estar ahí.

¿Eres autoexigente?

Sí, mucho. Creo que proviene de los valores de la familia de mi mamá. Ahí hay una exigencia respecto de cómo te comportas, de lo que se hace y no. En ese sentido soy súper culposa. Es algo que debo trabajar mucho.

¿Lo has trabajado con terapia?

Sí. He probado todas las terapias habidas, porque creo que son lo máximo.

¿Terapias alternativas?

Todas. Desde ravotril hasta flores de Bach. No tengo ningún prejuicio. Ir a terapia tiene mucho que ver con orar o meditar. O con pasarle al otro la carga que tú no te puedes, y que el otro simplemente te la deje ver. Y te das cuenta de que no es tan pesado como tú creías y puedes resolver.

Traspasar los problemas.

Encuentro heavy a la gente que enjuicia y dice: "Esa galla va al siquiatra hace 10 años". ¿Por qué juzgan las grietas del otro?

No te gusta juzgar.

No. Cuando me he sentido juzgada ha sido cerdo. Las cosas que me han pasado me han hecho dar vuelta la mirada y tener ojo con andar pontificando "esto se hace, esto no se hace", porque a veces uno no sabe qué es verdad y qué no.

Su defensa

Cuando dices que te has sentido juzgada, ¿te refieres al rumor que te vinculó con Felipe Braun?

Sí. Ha sido doloroso escuchar cosas de mí que no son ciertas y que te juzguen como si te conocieran. Yo no puedo llamar a un panel de televisión para parar los carros. Y es un tema que no he sabido cómo resolver. Por un lado tomé la determinación de hacerme a un lado y dejar que esto pase, y por otro dicen que el que calla otorga y que yo no he aclarado nada. Entonces, ¡Ay! ¡Qué se hace con esto!

¿Te sentiste dañada?

Lo pasé pésimo. Lo que quiero dejar claro es que yo no me metí con Felipe. Nunca me he metido con un hombre casado.

¿Y por qué crees que se dijo todo eso?

Fue una situación bastante confusa y una sumatoria de faltas de respeto infinitas. Muy concretamente, y sin ir a los detalles: me sentí mal, mal, mal en esa fiesta. La Mane, como buena dueña de casa, me acostó en su cama. No tengo idea de más, porque estaba intoxicada. Hasta que me desperté y el marido de la Mane se había metido donde yo estaba durmiendo.

En una carta abierta que publicó en facebook, tu pololo decía que Felipe Braun había abusado de ti. ¿Es verdad?

De eso prefiero no hablar.

¿Cómo te recuperaste de todo esto?

Estoy en eso todavía. No es fácil, la verdad. Pensé que de ese hoyo no iba a salir.

Estás bastante resuelta, segura…

No, soy súper débil. Pero tengo un hombre al lado que es increíble, me siento muy amada y muy protegida por Benjamín. Está todo el rato queriéndome, consintiéndome. Me ve llorar o triste y le dan ganas de incendiarse. Y le digo: "Tranqui, aprendamos de esto los dos".

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