Directora de excelencia

Javiera Necochea y su equipo de 29 profesores han llevado a un colegio subvencionado gratuito de Renca, con 40 alumnos por curso, a los mismos estándares de un establecimiento privado. Aquí, su mirada sobre la educación.




El colegio San Joaquín, en Renca, un proyecto de la Fundación Astoreca, lleva varios años brillando en las pruebas Simce. Y lo hace sin seleccionar a sus alumnos. Les dan prioridad a los hermanos de los alumnos y el resto es elegido a través de una tómbola. En buena medida, pertenecen a familias de escasos recursos. Este año su cuarto básico estuvo entre los 30 mejores de Chile, con puntajes de 319 en Lenguaje y 323 en Matemáticas. El octavo quedó 67 a nivel nacional, con 310 en Lenguaje y 333 en Matemáticas.

Estos logros se prolongan en el tiempo y se traducen en buenos puntajes en la PSU: en 2009, de sus 30 alumnos de cuarto medio diez obtuvieron puntajes sobre 700 puntos y entraron a, por ejemplo, Ingeniería en la Universidad Federico Santa María o Arquitectura en la Universidad de Chile.

Su directora es Javiera Necochea, que tiene 12 años de experiencia docente. Su familia se fue de espaldas cuando anunció que estudiaría Pedagogía. "Mi abuelo y mi papá se agarraban la cabeza diciendo: 'A esta niñita no la criamos para esto'. Me gusta ser profesora. Y echo de menos hacer clases. Me fascinaba leerles Romeo y Julieta a los niños de octavo básico. Era increíble cuando se daban cuenta de que tenían la misma edad que los que andaban peleando con espadas y que la niña que se asomaba por el balcón", comenta.

Eras la profe de Castellano. Ahora el ramo se llama Comunicación y tiene poco Shakespeare.

Sí. Yo hacía una clase enfocada en que los niños leyeran buena literatura. Ahí entendí que, aunque los niños no tengan un gran nivel de comprensión lectora, si el profesor los guía, los puede exponer a buenos textos y eso tiene un gran efecto en ellos. Un año, les di a leer Fuenteovejuna a las alumnas de tercero medio del Internado Nacional Femenino. No entendieron nada. Pero cuando se los enseñé en clases y les traduje lo que ocurría, el resultado fue potente. Yo tenía cursos enteros que gritaban: "¡Quién mató al comendador! ¡Fuenteovejuna señor!" A eso aspiramos en este colegio: a que la lectura y las matemáticas sean el centro de nuestro trabajo. Que los niños lo pasen bien y entiendan lo que están haciendo. Pero para eso hay que leer mucho.

El énfasis en leer está desaparecido de la educación chilena.

Sí. Lenguaje se convirtió en otra cosa y los textos que entrega el Ministerio tienen poquísimas lecturas. Si miras los programas oficiales hay muy pocas actividades que contemplen lo básico: sentarte frente a un libro, leer, tomar apuntes, aprender solo. La mayoría de las propuestas son actividades en grupo donde se abordan temas "cercanos a los niños" y que muchas veces no les permiten aprender nada nuevo. Nosotros creemos que es fundamental una inyección de lectura y de matemáticas por todos lados.

¿Qué otras características explican los resultados de tu colegio?

Contamos con profesores de lujo. Por ejemplo, Verónica Marín, que es la subdirectora y responsable de los resultados de cuarto básico, podría trabajar por el doble de sueldo en el mejor colegio particular de Chile. Y está aquí por su vocación, al igual que todos nuestros profesores. Con este equipo es posible fijar metas exigentes. En junio, de primero básico todos los niños tienen que estar leyendo. Y si hay dificultades, se trabaja más. Pero todos tienen que leer.

¿Es importante que todos los niños logren las metas? Porque el tema hoy está en discusión: los liceos de excelencia apuntan a preocuparse sólo de algunos…

Sí. Es importante que logren las metas. Yo estoy de acuerdo con los liceos de excelencia, porque los niños que van más rápido se merecen compañeros y profesores desafiantes. Pero hay que preocuparse de todos. Hay un estándar medio que todos deben alcanzar, porque si no, la sociedad no funciona. Todos tienen que aprender a leer para entender las instrucciones del remedio, lo que les dice la matrona o cómo se hace una declaración de impuestos.

Mario Waissbluth dice que un problema en la educación es que a muchos padres, sobre todo a los más pobres, les basta con que a su hijo le den desayuno y se lo cuiden 8 horas. Tú atiendes a esos sectores, ¿te parece que no les preocupa que sus hijos no lean?

Hay de todo, pero me parece que la mayoría está angustiada y no sabe qué hacer. Aquí llegan hartos papás desesperados, pidiendo que por favor reciba a su hijo pues en cuarto básico no sabe leer.

Ese niño está perdido.

No sé si perdido, pero requiere una inversión gigantesca solucionar su problema.

Se podría recuperar, pero el sistema que no pudo enseñarle a leer cuando correspondía, lo va a dejar a la deriva.

Sí, ese niño quedó atrapado en el sistema. A mí se me producen vacantes en octavo, porque algunos niños se van a liceos de excelencia o técnicos y vemos el desastre en los exámenes de admisión. Hay años en que no he podido aceptar ningún alumno, porque no saben lo mínimo y si los acepto van a repetir. Es dramático, porque el desastre está tapado. Los niños llegan con 6,5 de promedio, pero no son capaces de sumar ni tampoco entienden lo que leen.

Eso es un engaño.

No. Algunos profesores tienen plena conciencia de que lo hacen mal y están echados para atrás leyendo el diario. A esos los cuelgo. Pero otros se esfuerzan y creen que lo están haciendo bien, pero no saben cómo hacerlo, no tienen las herramientas de base

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