El aprendizaje de Mayte Rodríguez

Ha tenido que aprender a disparar una pistola y a reducir a oponentes. La actriz Mayte Rodríguez es la más joven del elenco de Infiltradas, la nueva teleserie nocturna de CHV que sigue a un grupo de detectives muy femeninas que se sumerge en el mundo del narcotráfico. Si bien como policía es novata, tiene el gen de la actuación implantado profundamente.




Hija de la actriz Carolina Arregui y del director de televisión Óscar Rodríguez, Mayte (21) está convertida en uno de los rostros emergentes más importantes de las teleseries. En su batalla por hacerse un nombre propio, hace poco le cayó la oportunidad encima: después de varios papeles menores y uno mediano en Feroz –la teleserie de hombres lobos que emitió Canal 13– por primera vez interpretará un rol protagónico, en Infiltradas, la teleserie nocturna escrita por Coca Gómez para Chilevisión. De hecho, Mayte se cambió de canal, que también es el de su madre, en su apuesta por un reto mayor. Y ahora, con un poco de susto, se prepara para leer y escuchar todas las críticas que vengan, porque, según ella, sirven para aprender.

Mayte nació entre luces y cámaras. Cuando terminó de crecer, se metió al Duoc, donde estudió un año y luego congeló por un accidente en su scooter que le valió una operación en la rodilla justo en periodo de exámenes. No volvió más. Justo empezó a grabar Feroz y ahora Infiltradas, aunque no descarta meterse en algún taller de teatro.

Ahora que las grabaciones de Infiltradas duran doce horas diarias, a Mayte le queda poco tiempo para hacer otras cosas. Pero no echa casi nada de menos, porque en la teleserie le toca hacer de todo: correr, llorar, gritar, disparar una pistola o esconderse en el maletero de un auto. Sus amigas dicen que se ve rara en la tele, que es más linda en persona. Ahora no pololea, pero es de relaciones eternas –la última duró cinco años–. Ella y su mamá guardan los recortes de todas sus apariciones en la prensa y piensa hacerlo con esta entrevista.

Dejé las muñecas demasiado chica

"A los 12 años entré a trabajar al programa Música libre. Tenía que bailar, animar, ensayar durante la semana y grabar los sábados. Con un ritmo así, bajé mis notas en el colegio y, de un minuto a otro, me empecé a relacionar con pura gente de entre 18 y 21 años. Como que dejé de ser niña muy rápido porque, al estar con gente más grande y madura que yo, me trataban como a uno de ellos, no como a la niñita de 12, porque, además, yo tenía personalidad y no era tan cabra chica para mis cosas. Entonces, empecé a mirar la vida desde otro punto de vista. Ya no era la amiga a la que le dices "¿Juguemos?", sino a la que invitas a carretear. Empecé a salir, a pololear, a vivir la adolescencia bien tempranamente. No me arrepiento. Fue una experiencia para aprender, pero me hubiese gustado vivir mi infancia más larga. Pero una vez que empiezas a ganarte lo tuyo es difícil no volver a trabajar. Así empecé a trabajar de mesera, de barwoman, a conseguirme pegas de verano... lo que fuera, con tal de tener lo mío".

La belleza tiene fecha de caducación

"Es cierto que la belleza, en este rubro, te ayuda, pero la verdad es que se puede acabar en cualquier momento. Cuando todo el mundo te dice que eres linda es fácil encandilarse y creerse una estrella. Lo importante es pulirse como persona, sin olvidar de lo rápido que se desmorona una apariencia".

Hacer las cosas por una misma

"Tengo que ganarme mi lugar. No puedo estar todo el tiempo hablando de mi mamá. Es inevitable que me comparen, pero tengo que desligarme. Irme a Chilevisión es enfrentar un desafío completamente sola y ayudará a irme superando".

Aprender de los referentes cercanos

"Crecí con la actuación. Mis papás estuvieron siempre rodeados del ambiente. Sus amigos son del rubro, y el Canal 13 es como mi segunda casa. Lógico que todo eso influyó en mi decisión de ser actriz. En especial mi mamá, quien me ha ido enseñando y puliendo. Con ella conversamos de teatro, de cómo lo estoy haciendo y me da consejos para mejorar. Es que mi mamá no es cualquier actriz y por eso tengo suerte, aprendo de la mejor de Chile".

Aprovechar el tiempo

"Me carga esperar. Grabo diez o doce horas al día y, en los tiempos muertos, leo. Antes leía súper poco. Ahora me llevo libros de cuentos o libros con textos escritos de siquiatras, que me encantan. Y he tenido que aprender a distribuir mi tiempo libre. Por ejemplo, los fines de semana tengo que estudiar los libretos en vez de carretear o ver a mis amigos. Si no eres profesional, no puedes asimilar este trabajo que es bien demandante. Cuando estoy en algo, me focalizo ciento por ciento".

El valor de la independencia

"Mis papás ya no están en onda de soportar el ajetreo de vivir conmigo y mis hermanos, que salimos, llegamos tarde o que llevamos amigos. Por eso quisimos independizarnos y en marzo me fuia vivir con mis hermanos a una casa que mi mamá nos construyó en un terreno que teníamos en El Arrayán. Me convertí en la'mamá dos', porque a pesar de que soy la más chica, ahora que trabajo mis hermanos me piden plata prestada, les cocino y los regaloneo harto. Y cuando hacen carretes y yo llego, les doy una mirada no más y saben que hasta ahí llegó la fiesta. Me encanta ser independiente y administrar mis cosas, aunque ahora último me he quedado en la casa de mi mamá porque vive mucho más cerca de los estudios de Chilevisión".

Actuar con límites

"Tengo mis pudores y cuando me fui a Chilevisión, sabiendo que iba a una nocturna, puse condiciones. No es necesario mostrar una escena de sexo explícita, si se puede mostrar cerrando la puerta. Si a uno como espectador no lo pone incómodo una escena de sexo, es porque estuvo bien hecha. Cuando pasa lo contrario, es porque se cruzaron los límites. Yo nunca haría nada que a mí me hiciera apagar la tele".

Fuera de la burbuja

"Desde chica he sabido el valor de las cosas. Aunque una tenga las lucas para comprarse lo que quiera, creo que todo se debe ganar con esfuerzo. Mis papás nunca me han regalado nada, a excepción de una moto tipo scooter, cuando salí del colegio. Creo que todo se tiene que mirar con perspectiva, la realidad es cruda y no se puede vivir en una burbuja. He estado en liceos, en colegios privados y subvencionados, distintas realidades que me han permitido conocer y, sobre todo, aprender".

La importancia de una familia feliz

"Las familias pasan por problemas. Hay padres que extienden su relación por los hijos y eso es lo peor de todo. Yo prefiero que mis papás no estén juntos a que estén juntos peleando. Y desde que todos nos pusimos de acuerdo en decir 'Ahora paz', asumimos una actitud distinta. Por ejemplo, yo he pasado por periodos de no estar ni ahí, de pelear, de irme de la casa… Y mi familia ha sabido perdonar mis errores y de esos episodios siempre he terminado aprendiendo cosas".

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