El gran hermano

José Miguel Piñera Echeñique (54) creó al Negro Piñera. Un personaje encantador, liviano, carretero, apatotado, conquistador, tallero y eternamente joven. Pocos logran construir un personaje como él y mantenerlo vivo tanto tiempo. Claro que él es más ambicioso, quiere ser el Negro "forever". ¿Podrá sobrevivir si su hermano llega a ser Presidente?




Imagínense por un momento lo siguiente: Sebastián Piñera gana las elecciones. La derecha en el poder. La última vez que eso sucedió fue en 1958 con Jorge Alessandri. Desde el balcón de La Moneda, la familia Piñera en pleno saluda a la multitud. En segunda fila están los hermanos del nuevo Presidente: Guadalupe, Pepe, Pablo, Pichita y el Negro: el Negro Piñera. El que todos conocemos por la noche, los boliches, la Hummer, la boina negra, la moto Harley Davidson, el carrete, Belén Hidalgo. El Negro Piñera ahí: en La Moneda.

Ni él mismo se lo imagina.

Miguel "Negro" Piñera es hijo de José Piñera y Magdalena Echeñique. Su padre: fundador de la Democracia Cristiana, funcionario público, amante de la lectura, los amigos, la libertad, París y el cigarrillo. Su madre: cariñosa, austera, católica y dedicada a sus hijos. Ganar dinero no fue un tema relevante en su casa y aunque su padre fue embajador en el gobierno de Frei Montalva, el Negro tuvo una vida sencilla. Sus hermanos, brillantes y disciplinados. Él, músico rebelde. Después de pasar por ocho colegios sacó cuarto medio, intentó estudiar Música, pero más que a estudiar se dedicó a tocar. Los años de Allende fueron buenos para él, había recitales y a su grupo Llaima le fue bien. Para el golpe la bohemia se murió y en un viaje a Valparaíso lo detuvieron con unos amigos cinco días en el Fortín Prat: "Por hippies y chascones", dice él. Ahí lo raparon al cero. "Es la humillación más fuerte que he vivido". Desde el 74 vivió mochileando y tocando en La Paz, Cuzco, Brasil, la selva, el Caribe, Hawai, San Francisco. Dice que durante todos esos años, Pinochet o las violaciones a los derechos humanos no fueron su preocupación. "Estaba en otra. Me desligué totalmente. Yo era hippie". El 81 volvió a Chile y con su grupo Fusión Latina le pegó el palo al gato. Estuvo en el Festival de Viña del 83 y pegó fuerte hasta el 86. Luego vino lo que todos conocemos del Negro. Nuestro incombustible Negro Piñera.

Nos juntamos en su departamento de Vitacura. Me abre la puerta Belén Hidalgo, su mujer, y en segundos dos perros diminutos –uno blanco y el otro negro– se abalanzan a mis pies. En la pared, antes del living, hay decenas de fotos del Negro y otras tantas de Belén, por lo general, en bikini. Como una pared de pub. En minutos baja el Negro. Camisa manga larga, pantalón y boina negra. Sonrisa grande y canchera.

–Hace calor, ¿o es idea mía?– dice pasándose la mano por el sudor de la cara.

Hace calor.

¡Guagua! ¡Anita! ¡Mi amor! ¿Le pido un favor? Ábrame una ventana porque estoy muerto de calor– le pide a su nana.

Nos cambiamos a la mesa de la cocina donde Anita hace corriente de aire abriendo las ventanas. Llega Belén con un ventilador pequeño que instala frente al Negro. Luego se va.

"¿Querís tomarte una cosita?"

Un té.

¡Anitaaa! Mi niña. ¿Un tecito? Yo también quiero un tecito y si quiere me lo da cargadito. No, muy temprano. No tomo de día. Nunca tomo de día, qué increíble, ¡ah! Duermo todo el día. La Anita me lleva el almuerzo y después descanso. Tipo ocho o nueve de la noche me levanto. Todos los días salgo a comer con mi mujer afuera. Como a la una la vengo a dejar y después salgo de nuevo y me acuesto todos los días a las seis, siete de la mañana.

¿Desde cuándo te dicen Negro?

De toda la vida, en el colegio, de chiquitito. Porque yo era más morenito y mis hermanos eran más blanquitos. Toda mi vida he sido el Negro Piñera.

¿Te han dicho alguna vez José Miguel?

¡Tai loca!

Y tu mamá, ¿cómo te decía?

"Negrito", "Miguelito".

¿Con cuál de tus hermanos eras yunta de chico?

Con mi hermana mayor tenía diez años de diferencia y mis tres hermanos tenían un año de diferencia entre ellos. Cuatro años más abajo estaba yo. Era el goma de mis hermanos. "Anda a comprar la pizza", "trae la coca cola".

Pero con quién te llevabas mejor.

Con Sebastián, compartía el cuarto con él. A Sebastián le gustaba cantar y guitarreábamos con mis amigos, se juntaba con mi lote.

Ustedes tienen cinco años de diferencia. Es harta para compartir la pieza. ¿Lo molestabas mucho?

Lo tenía loco. Es que yo tenía loca a toda mi familia. Era muy desordenado, muy hiperkinético.

¿Y tu papá, qué te decía?

Mi viejo era el volao de la familia, era bohemio, hippie, intelectual. Me dejaba hacer todo lo que yo quisiera. Mi mamá era la que ponía orden.

¿Pero qué hacías?

¡Imagínate cómo era cuando pendejo! Me iba de la casa, me arrancaba a acampar. Era muy maldadoso en el colegio, me echaban a cada rato, papeletas, lo típico. Siempre había muchos amigos en la casa tocando música. No hacíamos nada.

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"La gente ya no me mira como cantante sino como 'hermano de'. Porque claro, yo soy músico. Soy el Negro Piñera. Soy el gallo que entretiene a la gente, que abre boliches. La gente cree que Sebastián me mantiene y eso es falso. Aunque se raja en los veranos cuando me invita a sus viajes".[/caption]

Y en cambio a tus hermanos les iba bien en el colegio.

Sebastián y Pepe eran de promedio siete.

¡No existe el promedio siete!

Mis hermanos tenían siete y el Polo un poco menos de 6,5. Y yo, un 3,5 pasadito para el cuatro.

¿Cuando chico te decían que eras el porro de la familia?

No, yo era el músico de la familia. De chiquitito cantaba en el coro del colegio, porron pon pon… (canta). Ahí caché que tenía buena voz. Y después mi papá me regaló una guitarra y estuve en Nueva York, donde me juntaba con los hippies en el Central Park. Era la época de Bob Dylan, Jimi Hendrix, Janis Joplin.

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¿Te interesaste en el movimiento político de esa época?

Totalmente involucrado.

¿Fuiste a alguna protesta?

A muchas. A los 16 años somos todos rebeldes y había una causa común que era la guerra de Vietnam, la juventud quería libertad, flower power.

¿Querías cambiar el mundo?

De todas maneras.

¿Votaste en el plebiscito del 80?

No estaba inscrito. Me inscribí en la elección pasada, en la que perdimos. ¡Cómo no iba a votar por mi hermano! Además, lo acompañé en toda la campaña. Llegaba a cada pueblito y tenía que animar el cuento. Olvídate lo que es hacer una campaña presidencial. Nos levantábamos a las siete de la mañana. Sebastián me sacaba a patadas en el culo de la cama, aunque me acababa de acostar hacía dos horas.

¿Y cómo aguantaste ese tranco?

Terminé destrozado.

Lo insólito es que Sebastián durante años fue "el hermano del Negro Piñera".

¡Sí, poh! Cuando Sebastián se presentó a senador no lo conocía nadie. Yo lo presentaba.

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"La Belén me la mandó mi mamá del cielo. Es una buena persona y muy tranquilita. No toma, va al gimnasio, hace yoga, es mística, se alimenta bien, es responsable con sus desfiles. No como yo, que no tengo ritmo".

¿Te imaginas lo que podría ser convertirse en el hermano del Presidente de Chile?

¿Qué voy a hacer? ¡Voy a seguir igual! Cantando, guitarreando, haciendo boliches. Lo mío es entretener a la gente, armar el carrete.

Pero es que no estamos hablando de cualquier cosa. Quiero que te pongas en el escenario: eres el hermano del Presidente de la República. El-her-ma-no-del-Pre-si-den-te-de-la-Re-pú-bli-ca.

Es jodido ¿ah? En realidad no voy a poder hacer la misma vida… lo he pensado. Mi vida no es una vida normal. Porque soy bohemio. Sé que voy a estar bajo la mirada crítica. Y todo este año de campaña también. Ya me siento observado.

¿Y qué te pasa con eso?

¡Una lata!

Tú que eres un rebelde…

¡Una lata! ¡Una lata! ¡Una lata! Porque la gente ya no me mira como cantante sino como "hermano de". Esa hueá me hincha las pelotas, disculpa la frase. Porque claro, yo soy músico. Soy el Negro Piñera. Soy el gallo que entretiene a la gente, que abre los boliches y se me llenan los boliches y me va súper bien. La gente cree que Sebastián me mantiene y eso es falso.

¿No te da plata?

No tengo necesidad. No necesito mucho para vivir y cantando gano mis pesos.

¿La gente dice que vives de él?

Sí, porque hago bromas con eso del auspicio de Sebastián. Sé que si lo necesito me va a dar lo que quiera. Mi hermano, ponte tú, se raja con los pasajes, se raja en los veranos cuando me invita a los viajes que hace.

¿Crees que Sebastián va a ganar la elección?

Tiene posibilidades. Esta vez es ahora o nunca. Si fueran las elecciones ahora, yo creo que ganaría. Pero falta un año y en un año pueden pasar muchas cosas.

¿Crees que Frei es el mejor candidato de la Concertación para enfrentar a tu hermano?

Sin lugar a dudas.

¿Con Insulza habrías estado más tranquilo?

Totalmente tranquilo.

¿Y con Lagos?

Con Lagos o Insulza, totalmente tranquilo. Es que Frei es un gallo transparente, terminó bien su gobierno, mientras que a Lagos había muchas cosas que sacarle en cara e Insulza no tiene el bagaje ni el carisma para ganarle a Sebastián. Igual le tengo harto cariño a Insulza. Obvio que el candidato que no queríamos era Frei. Porque Sebastián agarra muchos votos del centro, de democratacristianos, y ahora Frei se los va a agarrar. Frei va a ser un candidato mano a mano. No va a ser fácil. Pero voy a apoyar a Sebastián incondicionalmente.

¿Este año se lo vas a dar a Sebastián?

Entero. Me dedico sólo a Sebastián.

¿Y lo tuyo?

Mando todo a la cresta, los locales los ve mi socio. Es mi obligación. Aparte, lo quiero mucho. Es mi hermano regalón. Cuando tengo un problema sentimental, o lo que sea, es Sebastián el que me asesora.

¿Le tienes admiración?

Más que eso… (se quiebra).

¿Por qué te emociona hablar de él?

(Le caen lágrimas) No es que me emocione, sino que es como mi papá. Todo esto es por mis viejos. Echo mucho de menos a mis viejos. Sebastián es mi viejo: me asesora, me cuida. Es que mis papás me hacen llorar siempre, programa de televisión al que voy me voy a la cresta con este tema… Es que los echo de menos. La Lupe y la Magdalena son mi mamá. Me cuidan. Y, bueno, la Belén. Que me la mandó mi mamá del cielo. Es buena persona y muy tranquilita. No toma, va al gimnasio, hace yoga, es mística, se alimenta bien, es responsable con sus desfiles. No como yo, que no tengo ritmo.

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Fuera del Casino de Viña del Mar –idea propuesta por él–, Miguel Piñera luce una polera con todos sus apodos: 100% Negro, Huachito, Perrito, Papurri, Papá. Al lado, su esposa, su Hummer y sus perros Papurri y Blanco.[/caption]

¿Y tu relación con tu hermano cómo es en lo cotidiano?

Sebastián no tiene mucho tiempo. Nos llamamos y nos preocupamos uno por el otro.

O sea con Sebastián todo es más por teléfono.

De cien llamadas que recibo al día, treinta son para pedirme entrevistas de Sebastián. Sebastián no tiene tiempo para nada. Es un hueón que trabaja, trabaja, trabaja… No te da mucho tiempo, es cortito y preciso. "Hermanito, sí, como estái, ya,  vente a almorzar el domingo". Y el domingo nos juntamos a almorzar y ésa es la única instancia. Pero en la semana es imposible, la secretaria te dice que hay cuarenta personas esperándolo. Anda a conseguirte una entrevista con Sebastián. ¿Hai tratao?

No.

La cagó ese hueón. No sé cómo no termina loco con toda la pega que tiene. Con toda la gente que lo acosa.

¿Él nunca te criticó tu forma de vida?

No. Mi mamá era la única que se preocupaba. "Córtese el pelo" y esas cosas.

¿Cómo crees que Chile puede cambiar si Sebastián es Presidente?

Mi familia entera ha estado dedicada al servicio público. Y Sebastián es un empresario emprendedor, un gallo guerrero, luchador. No tengo la menor duda de que sería un gran Presidente. Es un gallo muy capaz, que todo lo que tiene lo ha logrado en base a esfuerzo, a su trabajo. Nadie le regaló un peso. No se toma un trago. Fue presidente de curso desde chiquitito, me cachái que por ahí viene la cosa…

"Me inscribí en la elección pasada, en la que perdimos. ¡Cómo no iba a votar por mi hermano! Además, lo acompañé en toda la campaña. Llegaba a cada pueblito y tenía que animar el cuento. A las siete de la mañana Sebastián me sacaba a patadas en el culo de la cama, aunque me acababa de acostar hacía dos horas".

Yo fui presidenta de curso y nada…

Bueno, pero a él le gusta el servicio público, tiene buenas ideas. Es más creativo que los demás. Por algo está donde está.

¿Te da miedo, por ejemplo, que te hagan cámaras ocultas para dañar a Sebastián?

Sé que me andan siguiendo.

¿Y?

No tengo nada que esconder. Nunca he estado preso, soy prudente para manejar, en las noches me porto bien. Pero sé que este año me van a buscar una yaya. Me siento observado.

¿Estás siendo más cuidadoso?

Obvio que siempre ando con alguien al lado. Me da miedo que me pueda pasar algo.

¿Como qué?

Un secuestro express. Cualquier delincuente que quiera ganarse unos pesos.

¿Tienes guardaespaldas?

No. Son amigos. Es que soy apatotao.

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En la foto, la familia Piñera. De izquierda a derecha, en brazos: Miguel, Sebastián y Pablo. Atrás, de pie, Guadalupe. "Echo mucho de menos a mis viejos. Sebastián es como mi viejo: me asesora, me cuida. La Lupe y la Magdalena son mi mamá. Me cuidan", dice hoy Miguel.[/caption]

"NUNCA VOY A SER VIEJO"

La segunda vez que nos juntamos nos instalamos en su pieza. Lo primero que me abruma son los siete televisores: tres de 14 pulgadas que están sobre dos televisores "king size", más dos plasmas. Cinco están prendidos en distintos canales. Mira todo a la vez y cuando algo le gusta lo "baja" –ése es el término que usa– al plasma grande que está más cerca de él en la cama. Todo lo maneja con tres controles remoto. A excepción de una foto de Belén en bikini y un póster, lo que hay en la pieza, más que decorativo, es práctico: su cama de dos plazas sin cubrecama, un velador repleto de desodorante, vitaminas, remedios, un cepillo de pelo y caramelos de menta. Un ventilador encendido y un sillón de dos cuerpos donde me instalo mientras él toma distintas posiciones en la cama: sentado, recostado, para un lado, para el otro.

Mientras estamos conversando llega a la casa su mujer. Belén Hidalgo sube la escalera.

–¡Niñaaaa! ¿Cómo estamos? ¡Está la periodista acá! ¿Cómo te fue?

–Bien, mi amor.

–¿Qué te hiciste?– le pregunta mientras le mira el pelo rubio-rubio.

–Mañana sigo, hoy me hice las raíces.

–¿Quieres algo de tomar?– me pregunta ella, cariñosa, con un perrito en cada mano.

–No, gracias. Él me hizo un té.

–Le calenté en el microondas un té que estaba listo en una botella de coca cola– explica el Negro.

–¿En serio?– me pregunta Belén con cara de duda y antes de irse le da un beso al Negro.

¿No haces nada en la casa?

¿Como qué?

¿Como cocinar, por ejemplo?

No. Porque la Anita me hace todo y en la noche salgo.

¿Quieres ser papá?

Sí, obvio. Algún día lo podré programar, por mientras, no. Es que es una responsabilidad enorme y tengo que parar un poquito las revoluciones para dedicarle tiempo a mi hijo. Hoy estoy aquí, mañana estoy allá, pasado en Puerto Montt, en Arica.

¿O sea que tu estilo de vida no hace posible tener un hijo?

Um… más adelante, cuando esté un poquito más tranquilo. La Belén está modelando, para ella su físico es indispensable. Pero más adelante sí, de todas maneras.

Pero más adelante significa tener un hijo cuando seas bien mayor.

Sí, pero lo tengo asumido. No tengo problema en ser papá viejo. Con tal de dejarle un par de hijos a la gorda cuando me vaya para que se entretenga con los niños y se acuerde de mí (risotadas).

¡Que eres tonto!

Sí, dejarle un par de críos. Si ya me queda poco.

¿Cómo que te queda poco? La gente ahora vive como hasta los 90 años.

Sí, pero a partir de los 60 se complica la cosa.

¿Crees que te vas a morir joven?

La verdad es que no sé. Pero con la vida intensa que he llevado, no creo que pase los ochenta. Mi mamá se murió joven, como a los 76 ó 78.

¿Te imaginas con una mujer de tu edad?

Nooooo… ¡Una vieja! Me gustan las mujeres jóvenes y buenamozas, obvio. Me gusta la "dolce vita". Toda la vida he tratado de vivir bien, de hacer lo que me gusta. Soy un agradecido de la vida. Nunca he cumplido horario. Nunca he tenido jefe. Mi última responsabilidad fue el colegio, que fue un culo. ¡Puta que me costó terminar el colegio! Una mina de mi edad no me puede seguir el tranco. Siempre la gente se va quedando, se va quedando. Y yo sigo en la misma vida.

¿Sientes que ya no fuiste viejo?

Nunca voy a ser viejo. Me junto con pura gente joven. No tengo ni un amigo de mi edad.

¿Ni uno?

Dos o tres. Y no los veo, porque están con niños, casados, trabajan de nueve a seis. Los invitái a comer y no pueden. Los invitái a carretear y tampoco pueden.

¿No te cansa esta vida?

¡Pa' na! Para mí que siguiera 200 años más. La noche es mágica. Yo en un ratito más me ducho, salgo y no sé en qué va a terminar.

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