Felipe Kast, ser o no ser

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Fuera de los campamentos y del realismo político, Felipe Kast (34) recorre con pasión los años de infancia que vivió junto a su padre, quien murió cuando él tenía 6 años. También se atreve a elucubrar sobre sus fantasías imposibles. Acá, el encargado de la reconstrucción se autoconstruye en primera persona.




Lo que soy

Si alguien no me conociera, le diría que soy Felipe Kast, que tengo 34 años, y trabajo en un área muy bonita del gobierno que es la de los campamentos. Que estoy felizmente casado y tengo tres príncipes y una princesa. Que mi mujer es cubana y se llama Emilia Puga. Que mi familia y trabajo son los dos elementos que me dan más alegría.

Duermo bien, no tengo necesidad de tomar pastillas. En mi familia somos así. Mi abuelo, que fue soldado en la Segunda Guerra Mundial, no se despertó cuando hubo una gran explosión cerca de su trinchera; solamente se cayó de la cama. Sus compañeros pensaron que estaba muerto, pero no, estaba dormido.

A mi viejo no lo conocí mucho, porque murió cuando tenía 6 años. Tengo muchos lugares comunes de él que no sé si son reales o no; no tengo cómo probar si los inventé o me los contaron. Hay gente que dice que me parezco mucho a él: me como las uñas, soy apasionado y optimista. Pero es difícil saber si es verdad.

Antes de morir de cáncer, mi viejo grabó cassettes contándonos su historia. Hace seis años que no los escucho, pero me los sé muy bien porque pasé años oyéndolos. El gran mensaje de esos cassettes es una frase que se me quedó grabada: "La gente es muy buena".

A los 13 me llegó otro papá: Javier Etcheverry, connotado político de la Concertación. Él jugó un rol de realismo frente a la figura de mi padre que era casi un fantasma. De grandes nos dimos cuenta que mi viejo era de carne y hueso. Nos hizo bien verlo con todos sus matices.

No soy de izquierda, porque tratan de reducir todo a una igualdad en la que otros deciden por ti cómo debe ser la estructura social. Eso lo vi en Cuba, donde conocí a mi mujer. La izquierda extrema es nefasta, no cree en la libertad de las personas. Por eso, me defino como un liberal de centro derecha y me gustaría que se lograra la libertad de las personas, para que el proyecto de cada uno no dependa de los ingresos de tu cuna.

Lo que no fui

No sé qué sería de mí si esta no fuera mi historia, solo puedo especular. Si fuera mujer sería como la Evelyn Matthei: la encuentro potente, tiene algo. Si fuera mujer me la jugaría mucho por generar cambios. Sería bastante independiente, no sería del touch and go, porque creo que es muy vacío, pero tampoco pololearía siete años. Me gobernaría a mí misma y no me casaría virgen.

Si hubiera nacido en La Legua sería dirigente social, no sé de qué forma, tal vez habría terminado jugando fútbol o básquetbol. El deporte es una válvula de escape.

Si fuera un cantante sería Américo, de todas maneras. Estuvimos juntos en el festival de Dichato y me encanta, me cae bien.

Si fuera un futbolista sería como Puyol, el compañero de Alexis en Barcelona, porque es él quien le da aplomo al equipo. Es un muy buen defensa, muy luchador. Como yo.

Si fuera una comuna sería Providencia. Viví muchos años ahí y me gustan sus bares y sus calles, porque me gusta caminar.

Si fuera un trago, sería una caipiriña: es brava. Con dos ya estás pasándolo bien. Y, si fuera comida, sería ropa vieja con porotos negros.

Si fuera Ena von Baer, mi gran amiga, trataría de seguir siendo la de siempre porque en política hay un riesgo muy fuerte de intentar ser lo que otros quieren que seas. Tengo susto de que eso le pase. Me preocupa que se termine amoldando a la política tradicional.

Si fuera el Presidente Piñera no me habría sacado de Mideplan, por supuesto que no. Estaría orgulloso de lo que está haciendo y lo disfrutaría más. Dejaría que las cosas hablaran por sí mismas. Sería más parecido a Lagos, que hablaba poco y dejaba que su equipo lo blindara. El Presidente es excepcional pero asume muchas vocerías.

Si fuera un damnificado del 27-F estaría muy contento de saber que mi casa está construyéndose, y ansioso de que me la entreguen. Y estaría agradecido del gobierno.

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