Guerra en tiempos de paz

Después de cumplir 40, hace cuatro años, la actriz se percató de que sus dos hijos estaban grandes y ya no la necesitaban como antes. En el mismo periodo rompió con su última pareja y se quedó sin pega tras el fin de su contrato en TVN. Sufrió, lloró y sacó todo para fuera. Hoy, Catalina Guerra vive sin ansiedad. Y está de vuelta.




Paula 1153. Sábado 2 de agosto de 2014.

Hace cinco años se quedó sin trabajo. La no renovación de contrato en TVN fue un freno inesperado, pero necesario para dejar de lado cierta soberbia que reconoce dentro de su carácter impulsivo e intenso. Fue un hito que la obligó a replantearse muchas cosas. No por tener una larga trayectoria, ser hija de la actriz Gloria Münchmeyer y del célebre Pin Pon (Jorge Guerra), tenía el trabajo asegurado.

Esa etapa coincidió con el fin de una relación sentimental y la constatación de que sus hijos Antonia (21) y Pedro (15) ya eran grandes; constatación que confiesa haber percibido en forma repentina y asegura fue tan difícil de asumir como la muerte de su padre en 2009.

Hoy, está muy bien. Asumida. Dice sentirse feliz con su papel de Antonieta en la nueva teleserie nocturna de Canal 13, Chipe libre, "una pechoña, mojigata y cartucha que va a misa todos los días", con quien asegura no tener ningún rasgo en común.

A sus 44 años y más de 20 de trayectoria, Catalina Guerra está en paz.

¿Cómo te has tomado el paso de los años?

Hasta hace muy poco pertenecía al rango de más abajo. Ahora estoy en el de más arriba y creo que corresponde. No me insegurizan las niñas lindas, para nada. No puedo competir con ellas ni por edad, ni por belleza, ni por trayectoria. Uno tiene de referentes a sus compañeros, pero como yo estudié en Argentina, no los tengo. Eso me hace pensar que no sé si hay alguien como yo, y que, por lo tanto, si me llaman a mí es porque me necesitan a mí. No me siento compitiendo con nadie ni en riesgo con nadie.

¿Eres pretenciosa?

Para uno que trabaja en la televisión el tema de la imagen es súper potente. Antes terminaba una escena y me miraba en el monitor, ahora prefiero no verme. Hay partes de la cara que se me arrugan y gestos con los que me veo muy flaca o muy gorda y eso, inevitablemente te lleva a hacer una actuación más tiesa, sin expresión. Creo que la gente agradece ver a una actriz llorando como se llora en la vida real y no mirando hacia fuera con la mano apoyada en la ventana. Uno cuando llora se pone fea y hay que reflejarlo así.

¿Qué importancia le das al trabajo, a tu desarrollo profesional?

Aparte de mis hijos, es mi eje. Absolutamente. Es lo más importante que tengo, sobre todo ahora que mi hija Antonia está emancipada, Pedro tiene 15 años y no tengo pareja. La pega es donde me alimento, donde lo paso bien, donde me siento creativa. Es un lugar en el que me siento reconocida. Me gusta estar ahí. Me siento como en mi casa, calentita.

¿Ha sido dolorosa la independencia de tus hijos?

Al principio. Es fuerte porque es de un día para otro. Si bien uno los cría para que se independicen, uno nunca está preparado para que se vayan. No los culpo porque me voy a quedar sola y eso es una herencia de mi mamá que entendió lo que me pasaba a los 17 años y me dejó ir a Argentina a estudiar. Duele, pero la naturaleza es sabia, se van cuando uno también está cumpliendo ciclos.

¿Qué ciclo estás cumpliendo?

Darme cuenta de que los niños ya no me necesitan tanto como madre. Eso hace que ya no tenga dónde afirmarme en términos emocionales, entonces empecé a preguntarme dónde estoy, qué quiero hacer ahora. Llevaba veinte años acostumbrada a llegar a la casa y que estuvieran los niños llamándome. Los fines de semana ya no tengo que armar panoramas, no me necesitan. Me pegué unos meses de llanto, de preguntarme el sentido que tiene ahora la vida.

Debe ser duro.

Sí, porque cuando tienes pareja no importa, pero cuando no, te toca apechugar sola. Ahora hago lo que quiero, no hay testigos en mi casa y eso es muy loco. Al principio me desesperé un poco porque siempre estaba acostumbrada a estar en pareja. Después encontré que esto era fascinante.

¿La pareja ha sido el gran tema de tu vida?

Absolutamente, pero fíjate que cada vez menos. Miro al lado de mi cama y no me imagino al caballero que va a estar ahí. No pincho fácil ni tengo amigos con ventaja. También dejé de salir, entonces sé que no va a salir nadie de dentro del clóset o de debajo de mi cama, a menos que se cumpla la fantasía del repartidor de pizzas.

¿Por qué crees que te ha costado?

Como que me da plancha. O susto. Los hombres al principio se las dan, son barsas, pero en el fondo no les gusta una mujer muy vistosa, una mujer con carácter. Creo que el chileno se inhibe con eso. Hace un tiempo fui a México y pinché como loca. Tuve como tres pololos y pensaba que en Chile eso no me hubiese pasado nunca. Ahí me di cuenta de que no soy yo la que está tan mal, que es porque yo ya soy un concepto. Hay mucho prejuicio, sienten que te conocen porque sales en la tele y en verdad no, entonces uno llega en desventaja. Eso no es muy bueno.

¿Estás buscando a alguien?

No. Si fuera así estaría saliendo. Soy muy amiga de Fito Páez y cuando vino a Viña le mandé un mensaje para comentar su traje, andaba vestido de rosado. Me respondió que iba a volver el 6 de marzo. Obviamente nunca pensé que me iba a llamar. Ese día iba en camino al cajero y sonó el teléfono. Era él. No iba a atender porque estaba horrible. Hace diez años hubiese corrido. Me costó mucho decidir ir, y eso que lo conozco hace 30 años. Me tomé dos vasos de champaña y partí. Lo pasamos chancho, estuvimos juntos los 3 días y fue una inyección de amor, de autoestima y buena onda. Me dejó el ego por las nubes, conversamos hasta el amanecer. Con esto te quiero decir que estoy cero ansiosa. Todo lo contrario. Como que me descontinué. Esa es mi sensación.

Perdonar al padre

"Uno se pega unos meses de llanto cuando se da cuenta de que los hijos no te necesitan como antes. Te cuestionas el sentido que tiene la vida y, como uno es intensa, si eso no te pilla bien parada, te puedes ir a la cresta un rato".

¿Cómo es tu relación con tu mamá?

Muy buena. Nos llevamos tan bien y nos conocemos tanto que es como trabajar con uno mismo. Ahora estamos grabando juntas y somos súper profesionales. No le digo mamá en el set, le digo Gloria.

¿En la vida real le dices mamá?

Según ella le digo más Gloria que mamá, pero en el set es una actriz. Yo la conozco mucho, entonces de repente estamos haciendo una escena, nos quedamos mirando y nos da ataque de risa. Hay mucha complicidad. Mi mamá es una actriz muy sorprendente, ensaya de una manera y después hace otra cosa. No lo hace para perjudicarte, sino porque se le ocurrió algo que tiene mucho más que ver con la escena que lo que había ensayado. Es entretenido, uno tiene que estar muy alerta. Es un aporte.

¿Son amigas?

Sí, hablamos por teléfono tres veces al día y nos apoyamos mucho la una con la otra.

¿Qué recuerdos tienes de tu papá?

No tengo recuerdos de él de la época en que vivía con mi mamá. Yo tenía dos años cuando se separaron y de ahí no vi más a mi papá. Mis recuerdos son de más grande.

¿Y esos son buenos o malos recuerdos?

No son buenos. Tenía mucha rabia porque no me relacionaba con él. No podía soportar saber que estaba vivo, saber quién era pero no conocerlo. ¡Mi papá era Pin Pon! Se supone que adoraba a todos los niños del mundo, y no entendía por qué a mí no. Era alegórico, a mí no me hacía lavarme los dientes. No entendía por qué me había tocado eso.

¿Cuándo lo conociste?

A los 17. Estaba estudiando Teatro en Argentina y la imagen paterna se me hizo muy potente. Llegó un momento en el que sentí que tenía que decirle lo que me pasaba y me fui a Cuba a donde él vivía. Lamentablemente él se defendió mucho y me hizo sentir que su misión en la vida iba mucho más allá de mí.

¿Lo perdonaste?

Me costó una vida entenderlo, pero cuando se murió aprendí que él no nació para ser papá de una persona, era el papá de todos.

¿Cómo fue el último tiempo con él?

Creo que un año antes, él sabía que se iba a morir. En su funeral me sentí la primera dama. Me conseguí el Teatro Oriente porque quería hacerme cargo de su celebración última, ¡era Pin Pon! Me acuerdo que los del Cirque du Soleil cantaban Alegría, que había Carabineros y llegaban buses del Partido Comunista y Socialista. Creo que él necesitaba irse bien conmigo y desde su lugar lo logró. Durante el último año fue lo más cercano a mí que pudo.

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