Inès de la Fressange

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La francesa Inès de la Fressange, modelo por años de la Casa Chanel, es el ícono por excelencia de la elegancia parisina. En el contexto de la Semana de la Moda de París, y con su segundo libro recién lanzado, revista Paula conversó con ella. "La elegancia no es lo contrario de la extravagancia. Requiere, incluso, de un toque de mal gusto", es una de sus máximas.




Paula 1117. Sábado 16 de marzo 2013.

La francesa Inès de la Fressange (55) es hace 35 años un personaje del mundo de la moda. Primero como modelo de grandes, Thierry Mugler, Yves Saint Laurent y Christian Lacroix, luego como musa de Karl Lagerfeld y emblema de la casa Chanel, con la que tuvo un contrato de exclusividad entre 1983 y 1989. Después fundó la marca de ropa que lleva su nombre, pero ya no le pertenece. Y, desde siempre, ha sido la personificación de la elegancia de la mujer parisina. Aunque dice que ser un ícono de estilo le provoca risa, lo cierto es que fue precisamente eso lo que la llevó a ser elegida en 1989 como el rostro de la Marianne, efigie de la Revolución Francesa, honor que antes había recaído en la actriz Catherine Deneuve. También desde esa posición de estilosa que provoca infinita curiosidad es que en 2012 lanzó el libro La parisina, guía con consejos de moda, belleza, decoración y tendencias, además de datos de París. En 2002 había publicado Profession mannequin, conversaciones con Marianne Mairesse.

Vestida de pantalones oscuros, una camisa blanca con finas rayas negras y una chaqueta negra ligera, de la Fressange llegó al evento que la marca de zapatos Roger Vivier, de la que es directora artística, organizó en la Semana de la Moda de París.

¿Cómo definirías cuatro términos con los que siempre te asocian: moda, estilo, elegancia y chic?

Me interesa más la ropa que la moda en sí, porque cuando te das cuenta de qué es lo que está de moda, ya es demasiado tarde. El estilo es algo que se adquiere con el tiempo. No se trata del detalle de lo que uno lleva, sino de la atmósfera general que se desprende. Lo importante es sentirse bien. Uno aprende qué le queda mejor. Fíjate en las presentadoras de televisión. Por lo general se ven mucho mejor a los treinta años que cuando empezaron a los veinte, porque van aprendiendo a sacarse partido. Otro ejemplo es Hillary Clinton. En cuanto a la elegancia, no es lo contrario de la extravagancia. Requiere, incluso, de un toque de mal gusto. Chic es un término un poco obsoleto. Hoy, para decirme que soy chic me dicen que soy "parisina", que tiene que ver con una libertad de espíritu.

"No es necesario ser rico para ser elegante. Se trata más bien de la creatividad. Las mujeres más elegantes que he visto en mi vida las encontre en el campo en India. Eran muy, muy pobres, pero de una tremenda elegancia y dignidad con sus saris de algodón de colores".

¿En qué se refleja esa libertad?

En saber mirar, componer, combinar. unA menudo los más elegantes son los que no son ricos. Se trata más bien de la creatividad. Yo trabajo en el lujo por esa creatividad, por respeto al trabajo de los diseñadores, a la calidad de los materiales, pero no por la riqueza. De hecho, las mujeres más elegantes que he visto en mi vida las encontré en el campo en India. Eran muy, muy pobres, pero de una tremenda elegancia y dignidad, con sus saris de algodón de colores.

Dices que el estilo se adquiere con el tiempo, pero el tuyo se caracteriza justamente por no haber variado casi nada o nada.

Yo miro el presente. No miro demasiado el pasado. Si encuentras ahí una coherencia, tanto mejor, pero no es calculada.

En tu nuevo libro dices que no le prestas atención a las arrugas y que, hasta ahora, dado sus resultados, el bótox no te parece una opción.

No quiero tratar de parecer joven, no voy a tratar de verme como cuando tenía 18 años. Eso no. Pero sí creo que hay que cuidarse y ver qué envejece. No se me ocurriría ponerme un abrigo de piel, tacos altos, esmalte de uñas rojo, rouge y un montón de diamantes, porque sé que con eso me echaría veinte años encima. Hay que preguntarse: ¿qué puedo ponerme todavía? ¿qué se ve bien y qué no?.

SER UN ÍCONO

¿Cuándo te diste cuenta de que eras un ícono de la moda?

¡Nunca me he dado cuenta de eso!

Pero lo sabes.

¡No! Veo que en los diarios se refieren a mí como ícono fashion y me da ataque de risa pensar que esa misma mañana lo más probable es que haya estado frente a mi ropero con jeans y chaleco azul marino preguntándome: ¿qué voy a ponerme? ¿de nuevo unos jeans y un chaleco azul marino?. Ahora recién un montón de japoneses estaban sacándole fotos a mis pulseras, que tengo desde hace por lo menos seis años, haciendo unos planos de detalle. Insisto, lo de ícono fashion me da mucha risa.

Igual eso no lo determinas tú, sino la mirada de los otros.

No hay que pensar demasiado en la propia imagen. Eso es el comienzo de la locura y de la tontera. Si fuera así, estaría rodeada de peluqueros homosexuales diciéndome todo el día que soy divina. Siempre he rechazado eso. No quiero ese lado Sunset Boulevard de la estrella vieja rodeada de sus fotos. En mi casa no hay una sola foto mía expuesta, ni siquiera de cuando era modelo.

"No quiero tratar de parecer joven, no voy a tratar de verme como cuando tenía 18 años. Eso no. Pero sí creo que hay que cuidarse y ver qué envejece. No se me ocurriría ponerme un abrigo de piel, tacos altos, esmalte de uñas rojo, rouge y un montón de diamantes, porque sé que con eso me echaría veinte años encima".

¿A quiénes consideras hoy íconos de la moda?

Los íconos están en la calle, en internet, en las blogueras, cuyo rol es esencial. Vas a pinterest y ves un montón de gente que no es famosa y que tiene un estilo fantástico.

¿Cómo nació tu sensibilidad respecto a la moda?

Todo el mundo está nutrido por su infancia. Es algo universal. Quizás los diseñadores, la gente creativa es la que la recuerda mejor y la utiliza más. Yo pasé mucho tiempo con mi abuela, que adoraba la moda. Durante toda mi niñez vi mucha ropa y telas. Además, mis padres tenían un culto por los artistas, los escritores, la gente creativa; ningún respeto en particular por la que tenía dinero, sino por la que hacía cosas. Y todo eso me sirve día a día, porque me exige tener imaginación, ideas, hacer cosas atípicas.

Inès de la Fressange tiene dos hijas producto de su matrimonio con Luigi D'Urso, fallecido en 2006. Nine, de 19, y Violette, de 13, ya han dado sus primeros pasos en el modelaje.

¿Qué te dejaron tus comienzos en la moda?

Conocí a genios como Yves Saint Laurent, Cecil Beaton, Guy Bourdin, Karl Lagarfeld. La lista de gente es magnífica. Con eso me quedo. Sea cual sea el trabajo, lo importante siempre es la gente.

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