La galerista incansable

Hasta los artistas más críticos y puntudos sucumben a la tentación de exhibir su arte en la galería de Patricia Ready. Con más de treinta años de trayectoria, la galerista ofrece una generosa plataforma de vitrina, difusión y financiamiento, pero también exige férreas lealtades. "Esto es un regalo para Chile", dice, sobre el colosal espacio que dirige, en el que organiza las más concurridas aperturas de arte contemporáneo de Santiago.




Paula 1144. Sábado 29 de marzo de 2014.

"Uno tiene la edad que representa. Y, además, es bonito el misterio. Todos quieren saber cuántos años tengo. Un día unos amigos me dijeron que me iban a investigar", comenta Patricia Ready eludiendo la pregunta por su edad. Pero el resto de su currículo no es misterio. Dentro del medio del arte chileno, Ready es un personaje emblemático: desde que en los ochenta, en plena dictadura, abrió la galería Arte Actual en la plaza Mulato Gil, ha seguido dándole al oficio de galerista por más de 30 años, sin cejar en su voluntad de "difundir el arte chileno y latinoamericano", según define. Hoy gerencia la galería de arte más grande de Chile, un proyecto arquitectónico de más de dos mil metros cuadrados emplazado en el barrio Nueva Costanera, la Meca de las galerías de arte, en el que no solo invirtió millonarios recursos, sino también toneladas de energía. La mayoría de los artistas que representa son jóvenes, a quienes promueve en ferias internacionales, pero en su cotizado espacio también exhiben figuras de trayectoria como el Premio Nacional de Arte Alfredo Jaar, que en noviembre de este año se tomará la sala principal.

Junto a la inauguración de la galería que lleva su nombre, en 2008 Patricia Ready fundó la Corporación Arte+, con la cual realiza una serie de otras actividades de extensión cultural, y otorga becas a muchos de los artistas jóvenes de su staff: les entrega una suma de entre 400 y 500 mil pesos mensuales, para que puedan dedicarse tranquilos a la producción de su obra. Bajo el alero de esta corporación, Ready también produce y financia el periódico La Panera, que cubre temas de arte, danza, teatro, cine y literatura. Además, en el último tiempo está dedicada a invertir en ferias internacionales de arte, donde las galerías arriendan stands por sumas considerables, con el único fin de mostrar y vender a sus artistas en el mercado global. "No quiero que pase lo que ha pasado con muchos artistas que ahora ya están consagrados en Chile, pero que no crecieron más, porque no tuvieron la oportunidad de mostrarse fuera. Yo quiero que mis artistas estén en las mejores ferias de arte del mundo. Quiero entrar a lo grande", afirma.

"El apoyo de mi marido me ha servido para difundir el arte en Chile, tomando un riesgo muy alto. Yo podría haberme comprado un yate, tener una casa en Francia, pero no sé... no me interesa".

DE MULATO GIL A NUEVA COSTANERA

Descendiente de árabes palestinos, Patricia Ready se crió en una familia muy aficionada a la estética, al arte y a la buena mesa. Su papá tenía una empresa textil y, desde chica, su familia le inculcó el gusto por la elegancia, la ópera, los conciertos y los remates.

"Yo estudié piano en el Conservatorio, ballet con una rusa que me enseñó a amar esa disciplina: entendí la pasión del arte desde siempre", cuenta.

Tras salir del Colegio Jeanne D'arc estudió Restauración. A los 19 años se casó con el empresario Juan Carlos Yarur y, cuando ya tenía sus 4 hijos, regresó a la Universidad Católica para estudiar Historia del Arte y Estética. "Volví como la mamá mechona. Tuve notas excelentes, fabulosas. Ahí me enamoré del arte contemporáneo. Un día el profesor, que era Gaspar Galaz, dijo en la clase: 'La que se conforma con el arbolito, el riachuelo y la vaquita está fregada'. Y yo volví a mi casa, entré y estaban las vaquitas inglesas y un riachuelo de Pedro Lira. ¡Casi me morí! Llamé a Gaspar y le dije 'me fregaste'. Ahí me hizo el click y quise poner mi primera galería. Mi vida era levantarme a las 7:30 am, llevar a los niños al colegio, ir al gimnasio, montar a caballo, irme a la galería, estudiar".

A principios de los años ochenta, cuando en Chile había muy pocos espacios de exhibición y la censura se encontraba a la orden del día, Patricia Ready instaló la galería Arte Actual en la plaza Mulato Gil de Castro, en lo que hoy se llama Barrio Lastarria. Allí se curtió en el oficio. Con una singular mezcla de arrojo, entusiasmo e ingenuidad, no solo tuvo que lidiar con la precariedad cultural de aquellos años, sino que también se barajó para sortear todos los obstáculos. Artistas que entonces eran "jóvenes promesas" mostraron allí trabajos que muchas veces eran políticamente incorrectos. Bororo, Cristián Abelli, Omar Gatica, Gonzalo Ilabaca, Enrique Zamudio, Arturo Duclos y Álvaro Oyarzún, entre otros, contaron con su venia para tomarse el espacio. De esa época recuerda anécdotas como la que le ocurrió para una exposición de Oyarzún que fue desmontada por funcionarios del gobierno militar, quienes la consideraron atentatoria "contra la moral y las buenas costumbres". "Cerraron la galería por pornográfica", cuenta. "Yo había visto la obra y me parecía todo fantástico. Era sexo, pero bonito, con óleo, colores pastel. Pero desmontaron la muestra. El único cuadro que no sacaron fue uno que se llamaba El paro va, de unos carabineros, con unas culebras y unas metralletas que le salían para arriba. Ese lo dejaron. Para que veas que no entendían nada de arte".

En 1994 le pidieron activar el espacio de arte del Centro de Extensión de la Universidad Católica, tarea que ejerció hasta 2001, cuando logró instalar otra galería propia en La Dehesa, en un terreno aledaño al banco BCI, propiedad de su marido. Allí imprimió su propia marca: Galería Patricia Ready. Pero, en 2007, el espacio se vendió y su marido le dio la opción de no escatimar en costos y elegir el lugar que más le gustara para construir la galería de sus sueños. Y lo encontró ese mismo año, en la calle Espoz, casi en la esquina con la Avenida Nueva Costanera: un terreno eriazo, ubicado en la Meca de las galerías comerciales.

Ella ya había anotado en un cuadernito todo lo que quería para su nueva galería . Para proyectarla, llamó a un ilustre grupo de arquitectos: Luis Izquierdo, Antonia Lehmann, Mauricio Leniz y Mirene Elton. El magnífico edificio tiene más de dos mil metros construidos, una gigantesca sala de exhibición (de más de 600 m cuadrados y 5 de alto), un auditorio para 100 personas y un restorán –El Cilantro– que siempre está repleto. La galería realiza exhibiciones de artistas jóvenes, pero también un porcentaje importante de internacionales consolidados. Ahora mismo está montada una muestra del famoso artista suizo Not Vital (hasta el 23 de abril).

Más de dos mil metros cuadrados en la calle Espoz, en el sector de NuevaCostanera, tiene la Galería Patricia Ready. Es la más grande de Chile.

UN REGALO PARA CHILE

Sonriente y acelerada. Patricia Ready corre de acá para allá supervisando los detalles de sus concurridas inauguraciones: entre 300 y 400 personas son las que suelen llegar a sus aperturas, en las que está pendiente hasta de los tapaditos y el pisco sour que trae hechos de su casa, a pocas cuadras, en la misma calle Espoz. Ahí, en su cocina, monta una banquetería a la altura de sus estándares de exigente gourmet y eximia cocinera. "Amo lo que hago, me meto en todo, voy a recibir las obras, me involucro en terribles líos con las aduanas, con los transportes, veo el cóctel, estoy acá. No soy de esas galeristas que supervisan desde lejos. Hay noches en que apenas duermo", dice.

Pero para las inauguraciones siempre estás muy elegante.

Es que hay un esfuerzo. El artista ha trabajado dos años y me parece que hay que estar a la altura ¿te fijas? Nosotros con mi marido vamos todos los años a Salzburgo, a la ópera. Y la gente va con trajes de noche, se ponen joyas de familia. Ahí siempre van latinoamericanos y nos juntamos con Vargas Llosa y otra gente. Un día le pregunté a una señora austriaca por qué se vestían tan elegantes para ir a la ópera, porque son trajes como de madrina. Y ella me dijo: "Porque nosotros les rendimos un homenaje a los artistas". Y eso me pareció de un nivel impresionante.

Mucha gente piensa que como tu marido tiene recursos económicos y te apoya, es todo más fácil. ¿Qué dices de eso?

En el medio del arte hay mucha envidia. Pero la plata no hace a una persona, no hace la inteligencia, no hace a un artista. Yo soy súper abierta, no tengo nada que ocultar. El apoyo de mi marido me ha servido para difundir el arte en Chile, tomando un riesgo muy alto. Yo podría haberme comprado un yate, tener una casa en Francia, pero no sé... no me interesa. Amo el arte y estoy comprometida con esta tarea. Y estoy feliz de estar haciendo algo de excelencia, para los artistas y para el público. Antes de construir esta nueva galería anoté todo lo que quería y pude cumplir con mi sueño. Y lo que quiero hacer es mucho más grande. A mí me interesa llevar cursos de Arte Contemporáneo a niños de sectores marginales, cumplir un rol educativo mucho más importante y para eso estoy trabajando.

"He visto cosas muy injustas en el arte y eso no me gusta. Por ejemplo, se ensalza a un artista que no merece tanta cobertura. Los medios se guían por el marketing, por la facha del artista. 90 por ciento de los periodistas no sabe de arte".

¿Cuánto costó la galería?

¿Estás loca? ¡Me muero! Eso no voy a decirlo. Pero son muchos millones de dólares. Ni en seis generaciones esta inversión se recupera. Esta galería es un regalo para Chile.

¿Es un buen negocio?

La gente cree que uno se enriquece y eso no es así, en absoluto, porque los gastos son altísimos. Nosotros vendemos, también arrendamos el espacio y así generamos recursos. Pero realmente se invierte más de lo que se gana. Además, yo les hago catálogos a todos los artistas, y eso no lo hacen todas las galerías.

¿Quiénes son los que compran arte en Chile?

Mucha gente. Sobre todo gente joven, entre 30 y 40 años, ejecutivos, parejas. Son modernos, viven en el mundo actual, viajan. Es una generación nueva, que entiende mucho más el valor del arte.

Y en tu galería, ¿quiénes son los que más compran?

Ingleses, franceses, norteamericanos. Es increíble. Llegan directo a la galería. Es que yo he salido en muchas revistas fuera de Chile, entonces me conocen. He salido en Le Figaro, en The New York Times.

¿Dónde está el límite entre lo que se puede y no se puede mostrar en tu galería?

No hay límites a priori. Aquí llega una persona con una bandera del Mir y, si es buen artista, bienvenido a la galería. Hay obras que se han expuesto que tienen alusiones sexuales, políticas, eso está bien. Pero si es algo panfletario, si resulta burdo, ofensivo, no sé, depende de cada situación. Respeto todo lo que el artista quiere expresar, siempre que sea arte.

¿Qué sería arte para ti?

Una obra que represente algo que tenga que ver con la realidad. ¿Cómo explicarlo..? Que sea artístico, que represente algo muy fuerte y que lo haga con belleza, dentro del lenguaje que expresa. Pero, sobre todo, lo que me importa de una obra es que tenga contenido. El mundo cambia cada día y el arte tiene que seguir ese movimiento. Una obra tiene que irrumpir con lo existente y que esté bien logrado. No puede ser meramente decorativa.

¿Y qué piensas del medio del arte chileno?

He visto cosas muy injustas en el arte por muchos años y eso no me gusta. Por ejemplo, se ensalza a un artista que no merece tanta cobertura. Los medios se guían por el marketing, por la cara y la facha del artista. 90 por ciento de los periodistas no sabe de arte. Deberían poner especialistas que seleccionen realmente a los mejores y tengan criterio para eso.

¿Cómo es tu relación con las instituciones culturales?

Me ha tocado ver que muchas veces no les dan apoyo a las personas que realmente trabajamos y aportamos. ¿Cómo te explicas que a la Matilde Pérez todavía no le hayan dado el Premio Nacional? Ahí prima la política, porque ella nunca se metió en política y muchas veces se consideran las posturas políticas de los artistas.

¿Y tú de qué tendencia eres?

Yo respeto las distintas visiones.

¿No eres de derecha?

Francamente, pienso que hoy día no existe ni la derecha ni la izquierda, todos creen en el libre mercado. ¿Te fijas?

SENTIMIENTOS Y LEALTADES

¿Cómo es tu relación con los artistas que trabajan contigo?

Soy amiga de ellos, me preocupo de que estén bien, los quiero y los cuido. Es que yo soy sentimental ¿me entiendes?

No debe ser fácil lidiar con el ego de artista, la obra, y la necesidad de vender…

¡Obvio! Uno, para ser un buen artista tiene que ser hipersensible y eso a veces es complicado. Pero yo les tengo mucho respeto y soy cuidadosa. ¿Tú puedes pensar que un artista que estudia cinco años una carrera, que tiene que tener puntaje (porque antes había que tener 700 y tantos puntos en la prueba de admisión a la universidad para entrar) no sepa qué va a ser de su vida? Ellos tienen que tener vocación muy fuerte, porque no saben si van a vender o no. Se tiran al vacío, es muy difícil e inestable y eso genera ansiedad.

¿Los artistas que más te interesan son los que están en tu galería?

No. Yo creo que en otras galerías hay artistas que me interesan, pero aquí tengo muchos artistas de los que me siento muy orgullosa. Encuentro que mis artistas son creativos, profesionales, cultos y dedicados a su trabajo. Por eso no me gusta que trabajen en otras cosas, porque eso es lo que diluye su obra. No puedes ponerte un switch en la mañana para trabajar y en la tarde decir "ahora voy a crear". No quiero que pase eso con los jóvenes y por eso trato de ayudarlos en lo que pueda.

Algunos artistas se quejan de que no venden suficiente y que tú les pides exclusividad.

Yo nunca les he dicho que no pueden vender por otro lado. Si otra galería quiere comprar a un artista de acá tiene que compartir la comisión de venta. O si los artistas venden en sus talleres, deberían enviar una parte de la comisión a la galería. Porque si yo he invertido en ellos, me interesa que ese esfuerzo se reconozca y se valore. ¡Por favor! Si está claro que yo no gano con esta galería, es pura inversión para mí. Yo no estoy lidiando por plata, sino porque la relación sea profesional. Acá hay un trabajo en conjunto. Todos los artistas más importantes del mundo tienen su galería y es importante que esa relación se consolide y respete. Se hacen un daño si venden en su taller, no es lo profesional, porque ellos tienen que apostar a la visibilidad, a la promoción y entender el valor de posicionamiento que hace la galería.

Pero es complicada esa relación jerárquica, en la que los artistas son como los pobres a los que hay que ayudar…

No, no pasa eso, de ninguna manera. Yo, cuando veo que un artista es bueno, que va a trascender, decido colaborar para que eso suceda. Sobre todo cuando veo que la obra es difícil de entender para el público común de Chile. Entonces, ven la obra pero no la compran, porque no la entienden. Algunos dicen "La Patricia es tan encantadora, pero muestra unas cosas tan raras". Y yo me muero de la risa, les digo que hay que entender lo que pasa alrededor de la obra. Al leer, al ver galerías y museos, la gente va aprendiendo. Por eso les doy mucha importancia a los cursos de Arte Contemporáneo que hacemos acá en la galería. Piensa que los mismos impresionistas, ¡se murieron de hambre! Porque nadie los entendió…

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