La ministra que viene del norte

Es de Antofagasta, fue madre a los 15 y dejó a su marido en el norte cuando asumió la cartera de Minería. De muy bajo perfil, es de las ministras menos conocidas. "La cosa cambia en mi región. Es que no pertenezco a las grandes cúpulas políticas. Soy de Antofagasta y el día que deje de cumplir este rol, allá volveré. Esa es mi casa".




Paula 1180, Especial Aniversario. Sábado 15 de agosto de 2015.

Desde su oficina de calle Teatinos, rodeada por cuadros de yacimientos mineros y una que otra figurita de cobre, la ministra de Minería, Aurora Williams (52), ingeniero comercial de la Universidad Católica del Norte, diplomada en Ingeniería Industrial de la Universidad de Antofagasta y con dos máster en Dirección y Administración de Empresas, se acomoda en su escritorio para hablar de su tierra natal: el norte. Aunque antes de ser ministra jamás trabajó en el sector minero, asegura que por ser antofagastina está familiarizada con la industria. Militante del Partido Radical, por años se desempeñó en cargos directivos en empresas del rubro sanitario y portuario, y fue seremi de Obras Públicas durante el primer gobierno de Bachelet.

¿Qué tiene usted de nortina?

El color de la piel, primero: soy morena. Amo el desierto, lo echo de menos todos los días. Soy nortina de corazón.

En Santiago, la ministra vive en un departamento en Las Condes que arrendó amoblado cuando le ofrecieron esta cartera; un departamento que está cerca de varios restoranes, porque no le gusta cocinar. A su marido lo dejó en Antofagasta. Y allá también están su hija y su nieto de 5 años. Cada vez que viaja como ministra a su ciudad natal, duerme en su casa. "Nada de hoteles. No hay nada mejor que tu propia cama". Este mes le tocará ir de nuevo, porque agosto es el Mes de la Minería.

¿Cómo describiría a la gente del norte?

Hay una condición transversal: compartimos la riqueza ancestral y la aridez del norte determina nuestro carácter. Las condiciones climáticas generan que las personas sean muy esforzadas. Los mineros, por ejemplo, deben trabajar con un clima adverso. En Calama sales a las seis de la mañana con dos grados bajo cero, pasas a los 23 grados al mediodía y terminas con 5 o 6 grados en la noche. Además, convivir con la inmensidad del desierto nos hace más introvertidos, pero al mismo tiempo muy solidarios.

"Amo el desierto, lo echo de menos todos los días. soy nortina de corazón".

Los recursos generados por el cobre se van a las capitales regionales y a Santiago, pero no se quedan en Calama, por ejemplo. ¿No es eso injusto?

El desarrollo debe apuntar a la equidad para todas las ciudades y pueblos, en particular en aquellos donde está la minería. Por ejemplo, Taltal tiene pequeña minería y playas hermosas y ha sabido constituirse como un enclave minero turístico dentro de la región. Y ahí está el desafío, porque aparte de los recursos que pueda haber, es necesario contar con la factibilidad de hacer un proyecto. Como es el caso de las tres playas artificiales de Antofagasta. Soy asidua del balneario municipal, que es estupendo.

Existe una constante tensión entre el sector minero que usted dirige y las comunidades que habitan espacios mineros. ¿Cómo se soluciona esto?

Rescato las palabras de Rolando Humire, quien fue presidente de la comunidad atacameña Atacama La Grande, cuando dijo que lo que querían era ser actores activos de los proyectos mineros, no solo recibir la información cuando la decisión ya se tomó a puertas cerradas. Lo que ellos quieren es respeto por su cultura y respeto ambiental, conceptos que no estaban instalados en la creación de los proyectos. Esa mirada hoy la estamos trabajando con las comunidades y el sector privado para garantizar ese flujo en la comunicación.

"Vengo de una familia humilde. mi padre recorría la pampa vendiendo todo tipo de artículos. mi madre era dueña de casa, pero nos educó para ser profesionales".

Se le achaca a la minería haber consumido la poca agua que hay en el norte.

La minería requiere el 9% del agua territorial y no es el sector que más demanda. Además, recicla 75% del agua que utiliza, lo que es un aporte significativo que permea para otros sectores. La minería del futuro se va a desarrollar mirando el mar. Hoy, la gran minería está considerando usar desaladoras (máquinas que filtran la sal) para abastecerse, algo que ya están haciendo algunas mineras como Radomiro Tomic y Escondida de BHP Billiton.

¿Cómo ve el tema de las subcontrataciones de Codelco, que terminó con la muerte de un manifestante?

La muerte de don Nelson Quichillao, en El Salvador, es un hecho que rechazamos con fuerza. El llamado es a la expresión no violenta, a resguardar la seguridad en todo sentido, porque este es un sector que tiene riesgos: hay que trasladar a la gente, los trabajadores se desarrollan en faenas donde manejan explosivos, hay riesgos de derrumbes. Por otro lado, queremos que se produzca un entendimiento entre las partes. Codelco tiene un gobierno corporativo creado durante el primer gobierno de Bachelet y aquí tienen que jugarse los roles que corresponden entre Codelco, las empresas contratistas y los trabajadores de contratistas. La externalización, y así fue concebida en los inicios, tenía que ver con aquellos aspectos que no eran el giro más duro del negocio, si no servicios que normalmente el mercado resuelve de mejor manera. Ése es un tema que hoy día Codelco está revisando.

¿Piensa ir a a ver la película Los 33?

Por supuesto. Estoy invitada a la avant premier en Antofagasta. Ahora, no será como la que salió en la tele hace algunos días con Antonio Banderas incluido. Será un evento más quitadito de bulla, sin luces ni alfombra roja, como a mí me gusta.

Está entre de los tres ministros menos conocidos, según la encuesta Adimark de julio. ¿La reconocen en Santiago?

Acá una que otra persona me saluda en la calle. La cosa cambia, eso sí, cuando voy a mi región. No pertenezco a las grandes cúpulas políticas de este país. Soy de Antofagasta, vengo de allá y el día que deje de cumplir este rol de ministra voy a volver a Antofagasta. Ésa es mi casa.

MAMÁ A LOS 15

Pertenece a la primera generación de profesionales de su familia. ¿Cómo fue su educación?

Soy hija de la educación pública. Estudié en una escuela y luego la media la hice en el liceo industrial, donde pasé por el taller de construcción y mecánica, y me especialicé en electricidad: yo sé hacer circuitos eléctricos. Egresé como la mejor de mi generación; igual que cuando me titulé de ingeniero comercial en la Universidad Católica del Norte.

Era matea entonces.

Vengo de una familia humilde. Mi padre fue comerciante y recorría la pampa vendiendo todo tipo de artículos. Mi madre era dueña de casa y fue visionaria: nos educó para ser profesionales.

¿Y qué le dijeron sus padres cuando quedó embarazada?

Hubo tensión, pero me apoyaron. Tenía 15 años cuando quedé embarazada de mi pololo. Estaba en segundo medio en el liceo y decidí dejar la educación diurna para evitar la sanción social, que hace 36 años atrás era compleja. Pero no me dejaron y continué estudiando normalmente.

¿Fue difícil convertirse en madre siendo casi una niña?

Es una historia de mucha felicidad, pero no es el camino. Asumí mi rol, pero no hubiese podido hacerlo sin la ayuda de mis padres, quienes fueron fundamentales.

Su padre falleció el año pasado. ¿Cómo vivió ese momento?

Es dura la pérdida de alguien a quien quieres tanto. Él vivió conmigo toda la vida, hasta sus 92 años cuando falleció de un infarto. Mis papás se habían separado, pero a mi madre también me la llevé a mi casa cuando se enfermó de cáncer. Murió de un accidente vascular encefálico a los 81 años. Para mí es impensable haberlos instalado en un asilo. Es un privilegio retribuirles todo lo que me dieron, su esfuerzo.

¿Su marido entendió que fuera tan apegada a sus padres?

Homero sabía que yo era de familión, así que si quería vivir conmigo, eso implicaba vivir con mi hija y con mi padre también. Nosotros nos casamos en el 2000, pero antes vivimos juntos nueve años; o sea, llevamos 24 años juntos.

Usted dejó a su marido en Antofagasta.

Sí. Como en Antofagasta está toda nuestra vida y trabajo, resolvimos que yo me viniera sola a Santiago hasta que termine mi cargo. Pero él viene harto para estar conmigo. Así aprovechamos de salir a conocer y pasear por Santiago. El fin de semana pasado fuimos a conocer el barrio Lastarria y nos encantó. Y, como a mí me gusta mucho el folclor, cada vez que viene somos asiduos del restorán del Huaso Enrique, donde bailo cueca brava. Me encanta bailar folclor, en mi juventud fui campeona regional de cueca, pero eso fue hace muchos años y kilos de diferencia.

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