Las guardianas del clóset de los reyes

Dime cómo te vistes y te diré quién eres. Esa es la clave de la historia del vestuario. Por eso la colección de trajes de la realeza británica que se encuentra en el Palacio de Kensington, es un valioso patrimonio. De paso por Chile, las conservadoras de esta colección hablaron con Paula para descifrar los secretos históricos que esconden estas piezas de lujo.




En el Palacio de Kensington, Inglaterra, nació y vivió la reina Victoria entre 1819 y 1901. Allí pasaba navidades Lady Di junto a su familia y allí se encuentra la colección más valiosa de trajes que usaba la realeza británica en ceremonias como matrimonios y fiestas de la corte. Hay prendas de más de trescientos cincuenta años de antigüedad que hoy son parte del patrimonio histórico de Inglaterra, las que se mantienen preservadas gracias al trabajo de dos expertas conservadoras: Joanna Marschner y Deirdre Murphy.

La doctora Marschner trabaja en el palacio desde hace casi treinta años. Luego de estudiar Historia del Arte en Londres y Manchester, se doctoró en Museología y es miembro de la Sociedad Real de Anticuarios de Londres. Hasta hace poco dirigió el Comité de Vestuario del Consejo Internacional de Museos y es autora de una serie de títulos como The royal wedding dresses (1997) y Diana, fashion and style (2007), entre otros. Ella es fuente recurrente de historiadores, productores y vestuaristas de películas de época que acuden a su asesoría para revivir a imagen y semejanza el vestuario de los míticos personajes de la realeza, como la reina Victoria y Lady Di. "Lo que más disfruto como conservadora es la posibilidad de trabajar con colecciones de ropa extraordinariamente bellas, que están conectadas con las personas que las usaron. La historia no solo se aprende por las palabras, sino que también a través del vestuario", afirma.

Junto a ella, trabaja Deirdre Murphy, curadora del palacio hace ocho años, quien es la encargada de las exhibiciones de las colecciones que allí se conservan. Tras estudiar Historia del Vestuario en Londres, Deirdre se ha dedicado a dar conferencias por Inglaterra para que los niños de las escuelas conozcan la historia de la realeza. "Mientras la producción de ropa ha tomado ribetes a una escala global, preservar aquellas piezas únicas es una forma de mantener intacta una parte importante del patrimonio del país", dice.

Más allá del valor patrimonial, ¿cuál es la importancia de la conservación de piezas históricas de vestuario?

Deirdre: Hay historias humanas de cada individuo que usa una pieza de vestuario. Es conocer la historia de las personas a través desde otro punto de vista. El vestuario es algo terriblemente personal, todos tienen que usarlo, ya seas muy rico o muy pobre, entonces se convierte en una forma muy distinta de preservar la historia de la humanidad, del país y de la gente. Si tú revisas la ropa que has usado en tu vida, los diferentes estilos, eso te dice mucho de quién fuiste y de quién eres.

Hablando de lo íntimo del vestuario, ¿qué prendas de la colección han ayudado a perfilar más en profundidad a un personaje histórico?

Joanna: Hay dos piezas muy curiosas que sobrevivieron del rey William III, quien reinó entre 1689 y 1702. Él fue un rey muy conocido por su formación militar, era una persona aguerrida, seria, inclemente, siempre al pie del cañón, batallando por conquistar nuevos territorios. Sin embargo, las únicas dos piezas que se conservan de él delatan otra versión de su perfil. Una de ellas es un par de medias de seda verde brillante y la otra es una camiseta de seda rojo carmesí, lo cual es sorprendente, pues en esa época los hombres no usaban colores en su ropa interior. Este hombre guerrero, que vestía con armaduras, tenía una ropa interior muy exótica y delicada. Este pequeño detalle nos da una pista de cómo era en realidad. Lo mismo ocurre con las cosas que conservó la reina Victoria, quien reinó desde 1838 hasta 1901. Como cualquier madre, ella guardó los sets de zapatitos y gorritos que hizo para cada uno de los nueve hijos que tuvo. Ahí uno se pregunta: "¿En qué momento, una reina que estaba preocupada por gobernar un gran imperio-nación, podía atender a sus hijos y darse el tiempo para vestirlos?". Es una parte importante de su biografía, muchas veces desconocida.

Otra de las colecciones muy personales que hay en el museo es la de vestidos de novia reales. ¿Cómo se escribe la historia a partir de estas piezas de rituales icónicos?

Joanna: Los vestidos hablan de estatus, poder, riqueza y de la necesidad de demostrar la posición de Gran Bretaña ante Europa. Todos ostentan opulencia, están confeccionados con muchas capas de seda, ribetes de plata y finos encajes. Opuesto es el caso del vestido que usó Kate Middleton, quien, acorde a los tiempos, se inclinó por la elegancia y sobriedad. Su diseñadora, Sarah Burton, hizo un excelente trabajo, muy contemporáneo e incluso se inspiró en los antiguos vestidos para confeccionar los encajes de las mangas. Esos pequeños detalles lo linkean a toda una generación previa de novias reales.

Deirdre: Un vestido de novia es inseparable de la persona que lo usó, porque retiene su memoria e historia. Cuando llegas a un punto de tu vida y miras las cosas que usaste, tal vez no te sientas tan apasionada por esa ropa, pero siempre sentirás algo por tu vestido de novia. Por ejemplo, para una exhibición de los vestidos reales que hicimos hace un par de años, nos conseguimos el vestido de novia de la reina Isabel, una pieza hermosa, que usó hace más de sesenta años. La gente se acercaba a admirar el vestido y cuando la reina supo lo codiciado que era dijo "Lo quiero de vuelta". Tu vestido de novia nunca perderá el significado que alguna vez tuvo. La forma en que viste la familia real es un referente para la sociedad.

¿Qué pasa ahora que Kate Middleton usa ropa de marcas accesibles como Zara o Topshop, no muy dignas de conservar en un museo?

Deirdre: Ella está constantemente en el ojo público y que use ropa de marcas accesibles no significa otra cosa que es una chica como cualquier otra. No pierde su glamour y el gran impacto sobre la industria de la moda británica. Porque apenas ella sale usando alguna prenda en particular, esta se vende al instante. Resulta que hay reglas tácitas, como que un miembro de la familia real debe vestirse de una manera determinada que calce con su discurso. Y esto no necesariamente significa vestir con alta costura todo el tiempo. Si usas Zara muestras empatía con la gente. El hecho de que Kate se vista como una chica normal es algo con lo que la gente se identifica y eso acapara miles de titulares.

Joanna: Es que la familia real no puede andar con togas y coronas todo el tiempo. Lo que sí, es que deben elegir con cuidado cada pieza que usan. Por ejemplo, la reina Isabel ha hecho de los sombreros su sello propio y los usa solo para las ocasiones formales. Eso ha dado las pautas de comportamiento para que la gente también use sombreros en tales ocasiones. Lo mismo pasó con la famosa foto de Lady Di, usando un suéter de lana con unas ovejas tejidas en 1983.

Joanna: Exacto. Es un fenómeno muy interesante que se ha dado principalmente entre las generaciones jóvenes de la realeza. Es la fusión entre la tradición que representan y el espíritu de la época en que viven. Ese suéter fue un regalo de la mamá de uno de los pajes de la boda de Diana y Carlos. Ella lo usó para un partido de polo y fue hecho por unas diseñadoras desconocidas, que luego se hicieron famosísimas con su compañía Warm and Wonderful, haciendo réplicas del modelo. Incluso casas de moda como Chloé también sacaron su versión. Así como ahora todos emulan a Kate, en esos tiempos todos querían ser como Diana. Usar las ovejitas, un suéter normal, pero con glamour, amable y cercano.

¿En qué momento el vestir de la realeza, que era inalcanzable, se convirtió en algo accesible?

Joanna: El quiebre se produce en el siglo 21, en la década del 30 y, curiosamente, esa ruptura la produjo un hombre: el rey Eduardo VIII, quien duró solo un año como rey luego de que abdicara de su cargo para casarse con la socialité norteamericana y dos veces divorciada, Wallis Simpson. Él era joven, guapo y con gran estilo. Le llaman el "niño de oro" de la generación. Rompió los moldes en la casa real cuando comenzó a usar ropa deportiva en eventos formales y en la calle. El sastre del rey se enojó tanto con él que Eduardo comenzó a usar sastres mucho más jóvenes. Fue con ellos que se puso de moda el tweed, típico tejido de textura irregular. Durante la Primera y Segunda Guerra Mundial la gente comenzó a usar estos modelos, que eran más accesibles. En esa generación, quien fuera que tuviese un poco de dinero, terminó teniendo una chaqueta o abrigo con tejido tweed, bien jaspeado y moteado. Ese fue el comienzo de una realeza para la gente, a través de la ropa.

Los actuales miembros de la realeza tienen a medio mundo atento a la ropa que usan. ¿Hay alguien que les da las pautas para vestir?

Deirdre: Claro, hay asesores y vestidores, pero para ocasiones específicas. Ellos asesoran a la familia real de cómo hay que vestir para un determinado evento, pero no en la vida diaria. Ellos tienen un ropero para su vida cotidiana y otro para las formalidades y los protocolos. Es como quien trabaja en una oficina y debe tener ropa especialmente para el trabajo, pero no necesariamente significa que vista así cuando está fuera de él.

Joanna: Por ejemplo, para uno de sus últimos aniversarios, la reina Isabel usó un traje de dos piezas de color rosado intenso muy brillante. Es un traje precioso que le permite ser vista y fue el mismo que usó años atrás para inaugurar las Olimpiadas de Invierno en Canadá. Era un vestido reciclado, pero aún así estaba perfecto para la ocasión.

¿Y nadie la criticó por repetirse la tenida?

Deirdre: Al contrario, se espera que los miembros de la familia real reciclen ciertas prendas y las usen más de una vez. Eso los hace más cercanos a la gente. Es simple: todos tenemos una prenda favorita con la que decimos "sé que usé esto hace dos días, pero necesito usarlo de nuevo". Y tal como cualquier persona, eso es lo que hace la familia real.

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