Lecciones del lenguaje

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pl114 Jurado concurso de cuentos

Escritor inclasificable, que define sus libros como sociología fantástica, el argentino Marcelo Cohen vino a presentar Las estaciones de la noche y otros cuentos, el libro con el cuento ganador y los finalistas del Concurso de Cuentos Paula 2012, además de dictar la Cátedra Bolaño en la Universidad Diego Portales. Con su hablar cuidadoso, reflejo de sus años de trabajo como crítico y traductor admirable, aquí habla sobre la literatura y la vida.




Paula 1114. Sábado 2 de febrero de 2013

LOS CUENTOS FINALISTAS

"Lo primero que me vino a la cabeza al leerlos fue la corroboración alborozada de una de las mejores cosas de la literatura: lo vasta y diversa que es. Siempre está ese misterio extraordinario, que una serie de signitos abstractos susciten en la mente mundos diversos.

Uno de los denominadores comunes es la desolación. Los relatos están teñidos de una gran melancolía; la mayor parte de la literatura es así. También en ellos se ve que ha vuelto un tema de los 60, muy de película de Antonioni: la incomunicación. En la era de la comunicación estamos incomunicados. Y otro elemento es la presencia de la violencia en distintas formas: las instituciones (médica, educativa, familiar); la dictadura, continuamente de fondo y con los daños que infligió en la vida privada; incluso la violencia de la naturaleza, porque también está el terremoto. Hay una gran elaboración conjunta de traumas. Es un realismo traumático.

Son cuentos que se extienden a diferentes tradiciones: hay líneas que conducen al realismo norteamericano, desde O'Henry hasta Cheever o Carver; otras, llevan al cuento de estirpe cortazariana, que atiende a la cerrazón de la realidad sobre sí misma en un círculo que la transforma. También aparece el cuento de tinte ligeramente alegórico, que puede ir de Poe a Kafka y la parábola oriental. Ese es el efecto de esta selección de escritores diferentes, lo que entusiasma".

LA LITERATURA COMO FORMA DE VIDA

"Probé varios trabajos, periodismo entre ellos, para poder escribir y leer, estar dentro del rumor del lenguaje sin caer en los troqueles del lenguaje de intercambio. La traducción me vino muy bien, aunque era un camino difícil. Requiere mucha disciplina, y el traductor es como un taxista: el día que no trabaja no gana. El flujo entre lo que uno escribe y la traducción es muy enriquecedor y estimulante, y me permitió aprender mucho: nunca hubiera sabido la historia de la elaboración de la cerveza si no hubiera traducido un libro sobre eso, ni sobre la historia del suicidio si no fuera por el maravilloso libro de Al Álvarez, El dios salvaje. Y no hubiera escrito algunos de mis libros si no hubiera traducido nueve o diez novelas de Gene Wolfe, un escritor que conocen los lectores de ciencia ficción y pocos literatos, que encanta a los adolescentes y puede ser leído en muchos niveles por los más exquisitos (por cierto, también es inventor de las papas fritas Pringles, porque era ingeniero y se dedicó a la industria alimenticia). Todo eso está en el compuesto de lo que hago. Uno no es nadie, es el residuo de lo que la gente fue depositando en uno.

"Hacemos la revista <em>Otra parte </em> (revistaotraparte. com), junto a mi mujer, Graciela Speranza, porque creemos que en esta realidad asfixiante se pueden construir espacios donde las cosas sucedan de otra manera. Quisimos hacer una revista de crítica y conversación sobre arte y literatura que no respondiera a la lectura académica ni a la rapidez banalizadora del periodismo".

La supuesta realidad que vivimos no tiene nada que ver con la realidad. La realidad nos excede, siempre el hombre ha estado separado: por el lenguaje, por las formas de la percepción, por la proliferación de su propio pensamiento. Hoy está absolutamente aparte por la panoplia de imágenes, los mitos televisivos, las formas de narración y de la mirada, y por la lengua, que como bien dijo Burroughs, es un virus. La literatura trata de salir de eso. Necesitamos una expansión de la conciencia, un lugar desde donde ver mejor. O lo intentamos: la literatura no puede hacer nada por la realidad, pero sí con la realidad. En principio, puede celebrarla.

Hacemos la revista Otra parte, junto a mi mujer, Graciela Speranza, porque creemos que lo que podríamos llamar el triunfo mundial de la burguesía, el capitalismo espectacular, no deja ninguna salida, ningún afuera. Pero sí hay numerosos intersticios. En esta realidad asfixiante se pueden construir espacios donde las cosas sucedan de otra manera. Quisimos hacer una revista de crítica y conversación sobre arte y literatura que no respondiera a la lectura académica ni a la rapidez banalizadora del periodismo. En ella se escribe creativa y analíticamente y juntamos mucha gente, desde jóvenes hasta híper consagrados, como Guillermo Kuitca, Alan Pauls, Martín Rejtman. Hace diez años que funcionamos con independencia total. Y ahora nos aprestamos a hacer una cosa mayúscula, un gran portal de reseñas breves de todo lo que sale en castellano, literatura, arte, cine, televisión, música. Quien quiera puede colaborar. Mientras tanto estamos en papel y, online, en www.revistaotraparte.com".

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