Su poder personal

Alguna vez decidió dejar de usar falda para que en vez de mirarle las piernas sus colegas políticos escucharan sus argumentos. Hoy, dos meses antes de asumir la jefatura de su bancada en la Cámara Alta, la senadora de RN, Lily Pérez, se siente definitivamente empoderada. Y está empeñada en conseguir que otras sigan su camino: "Una mujer sin conciencia de género no tiene liderazgo real", sentencia.




De las paredes de la oficina de la senadora en el congreso cuelgan decenas de portadas suyas en diversos medios perfectamente enmarcadas. Lily en la portada de LUN a propósito de su segundo matrimonio con el empresario Miguel Bauzá y otra por lo espléndida que se ve a sus 47 años. "Mi único secreto es el té verde", reza el titular. También fotos suyas, con Salomón y Tutu-Tutu, con el Presidente Piñera, con sus hijos, con su marido y una foto trucada en la que aparece al lado de Barack Obama.

Un sofá blanco, un escritorio fiscal, la bandera chilena y decenas de galvanos, caricaturas, agradecimientos, regalos, medallas y un largo etcétera de objetos completan su oficina.

Y ahí está ella, sonriente, llenando el espacio con esa rara mezcla de dulzura y apabullante seguridad, aferrada a su té verde.

Sobre sus comienzos en política dirá: "Nadie me fue a buscar a mi casa para decirme 'Oye Lily, participa, ven a la directiva'. Yo busqué la política, la política no me buscó a mí porque no venía de ningún grupo de poder; yo no conocía a nadie y nunca tuve un padrino ni alguien de mi propio partido que dijera 'A la Lily tenemos que promoverla'. Al revés, durante años me encontré con muchos episodios en los que estuve súper sola".

Lilian Jovanka Pérez San Martín, –publicista, dos hijos– partió su carrera política dirigiendo el área de Comunicaciones del Instituto Libertad entre 1990 y 1992, año en que fue electa concejala por La Florida con la primera mayoría nacional de su partido. En 1997 siguió como diputada y hoy es senadora por la 5ª Circunscripción Cordillera de la Región de Valparaíso.

Eso, con brocha gorda, porque hilando fino se la recuerda como una de las pocas mujeres que ha sustentado su trayectoria militando en un partido de derecha, Renovación Nacional, desmarcándose cada tanto con los desmadres de quien se dice liberal.

A saber: Lily sostiene que la píldora anticonceptiva de emergencia es uno de los mejores inventos de la humanidad, no sólo en casos de violación sino que frente a relaciones sin protección. Estuvo también a favor de la ley de divorcio y la reciente campaña de prevención del sida impulsada por su gobierno le cayó como patada en la guata. La encontró frívola, dice, "de mal gusto, poco informativa, poco seria". Además, es absolutamente partidaria del acuerdo de vida en común impulsado por Andrés Allamand.

Sobre el aborto terapéutico tiene dudas. De buenas a primeras le da la bienvenida a la discusión y entre la disyuntiva de si salvar a la madre o al hijo, no se pierde: a la madre, de todas maneras. No tiene tan claro el tema de los fetos inviables: "esa parte yo no la suscribo, salvo en el caso de niños descerebrados, pues me pregunto quién pondrá la línea de lo que es inviable. O sea, es súper discrecional y puede que el día de mañana alguien diga que el síndrome de Down es inviable", argumenta.

Amiga de Hinzpeter, a quien conoce desde el Instituto Hebreo, donde ambos estudiaron, sueña con que se haga realidad la jubilación para las dueñas de casa, proyecto que Sebastián Piñera transformó en una de sus consignas en la campaña y que también, asegura Lily, compartió con la ex Presidenta Bachelet en largas conversaciones. "Con ella siempre he tenido muy buena sintonía, es un orgullo haberla tenido como Presidenta. Abrió una puerta para nosotras, las mujeres en política, aun cuando machos de allá y de acá le dieran como bombo en fiesta, sobre todo en sus dos primeros años de gobierno, ¿te acuerdas?".

¿Y qué opinas de las filtraciones de Wikileaks en las que se sostiene que Sebastián Piñera opinaba que ella era una buena persona pero mala Presidenta?

Yo creo que es lo que él y mucha gente piensa.

Define a Piñera.

Una gran persona y jefe de Estado. Tiene liderazgo. Es así de rápido. Rápido, rápido, rápido. Y súper exigente…

¿Y por qué le cuesta tanto empatizar?

Yo creo que ése es un mito.

Es cosa de ver la baja de apoyo que ha tenido en las encuestas y leer los diarios. Varios columnistas hablan de sus esfuerzos para ganar el corazón de la gente…

Yo creo que él, como buen empresario, estuvo más enfocado a los números y a desarrollar su lado masculino, ¿te fijas? Poco a poco ha ido desarrollando su lado femenino como muchos le hemos aconsejado. Hoy es un Presidente que mucha gente ve más cercano y estos errores que comete lo hacen ser una persona más normal también.

¿Pero no crees que sus errores comunicacionales más comentados ocurren cuando trata de caer bien, como los niños chicos?

Es que piensa que durante tantos años le dijeron que era distante, que no tenía empatía, que era frío, que no saludaba… Ese tipo de críticas más emocionales deben dolerle… Le duelen mucho más de lo que la gente cree…

¿No sería mejor transparentar que no sabe ser de otra forma en vez de tratar de ser como no puede ser?

Yo creo que el Presidente hizo un switch hace poco, cuando se dio cuenta de que ya no es candidato sino que es Presidente. En el minuto en que termine de interiorizarlo, cada día va a tener más éxito porque se va a ir despojando de ese ropaje del candidato, que siempre tiene una sonrisa perfecta y respuesta para todo. Y tiene un mérito, escaso en política: cuando se equivoca reconoce sus errores y los trata de enmendar.

¿Le has dicho estas cosas?

De repente, cuando tengo un minuto de confianza con él, voy y le digo: "Sebastián, ¿estái contento de ser Presidente, qué sentís en la mañana cuando te levantái?". Entonces me queda mirando y me dice: "Ah, tú quieres que conversemos", y a mí me da risa porque la repuesta es como "¡Obvio, a las mujeres nos encanta conversar!".

Las mujeres, la política

¿En un país donde las mujeres tienen 1,6 hijos promedio, donde necesitamos que las mujeres salgan a trabajar y que los hombres participen de la crianza, no te parece la jubilación para la dueña de casa un incentivo incorrecto?

A mi juicio, el Estado debiera incentivar los primeros años de crianza. Estoy convencida de que es una gran inversión social en un país como Chile, donde los niveles de delincuencia y drogadicción se han disparado. Hoy, la mujer sale al mundo laboral ganando el sueldo mínimo y todo se le va en pagarle a alguien que cuide sus hijos. Se trata de que las mujeres sepan que si se dedican unos años a criar, el Estado les va a reconocer eso en su jubilación. Y que la mujer pueda escoger, en esos años, si trabaja o se dedica a criar.

¿Qué te parece que al Sernam se le haya querido quitar el rango ministerial?

Ese fue un error en el proyecto y se hizo una indicación sustitutiva en el Congreso para incorporar en el Consejo de Ministros a la ministra del Sernam. Yo jamás podría estar de acuerdo con que el Sernam pierda su condición ministerial. Fui una de las pocas mujeres de derecha que lo apoyó desde su creación porque le ha dado visibilidad a temas que antes eran considerados tabú o sólo de mujeres. La labor del Sernam tiene un valor enorme.

Eres empoderada con el tema de las mujeres…

Sí. No es fácil para las mujeres. A mí me ningunearon mucho y porque lo sufrí en carne propia quiero que haya más mujeres en cargos y en política. Una mujer que no tiene conciencia de género no tiene un liderazgo real, ¿me entiendes?

Mujer, en política y liberal. Además hay que sumarle que eres buenamoza. Eso debe molestar, no sé, me imagino que como sucede en otras áreas, que eres más creíble con bigotes. ¿Lo viviste alguna vez?

Absolutamente. Tuve rollo con eso hace años. Ya no.

¿Qué pasó?

Cuando fui candidata en La Florida, hace 12 años, la revista Vea me bautizó como la miss Chile de la política. Fue halagador, bonito, genial, pero eso lo agarraron mis contrincantes para descalificarme, entonces iba a un foro y decían despectivamente: "Ahí viene la miss Chile de la política". Mira, cuando estás en tu etapa de prueba, asunto que ya superé, debes demostrar mucho que eres más capaz, más matea, más prolija y que eres más inteligente. Eso tiene un costo súper fuerte.

Ese tipo de crítica a las mujeres es muy descalificadora

Sí, porque a los hombres esas cosas no se las dicen. Uno vive con puras desventajas. O sea, ¡tú no sabes durante cuántos años dejé de usar falda!

¡Mentira!

¡Años! Ahora ando de falda a menudo, pero fueron años los que dejé de hacerlo porque me decían mucho que las piernas de la Lily, que aquí y allá, hasta que un día dije "esto es too much, qué lata", y no usé más falda. Por eso hay que generar instancias donde las mujeres tengamos más posibilidades.

Con todo lo que cuentas, esto de la política es un pésimo negocio para las mujeres…

Pero esa etapa ya la superé. Soy como soy y me da lo mismo.

La nueva derecha

¿Te sientes parte de la nueva derecha?

O sea, ¡la que ganó las elecciones fue la nueva derecha..! definitivamente. La vieja derecha perdió durante 20 años.

Describe a la vieja derecha.

A ver, sin ánimo de generar ninguna división artificial, creo que es más anquilosada, nostálgica del pasado, de glorias antiguas, del tutelaje, de temas demayor autoridad. Es menos transversal en el trato, absolutamente conservadora en lo económico, en lo político y en lo moral.

Pero, a ver: define la nueva derecha. Porque hasta ahora está harto mezclada con la antigua y no se ven muchas diferencias…

La cuna de la nueva derecha tiene que ver con el mérito y no con la aristocracia; no todos estudiamos en los mismos colegios, no compartimos las mismas religiones y no vamos de vacaciones a los mismos lugares. La nueva derecha entiende que Chile cambió hace rato y que hay cosas que enfrentar, que históricamente nuestro sector no ha enfrentado. Por ejemplo, se la juega por el voto voluntario porque cree en la libertad de las personas para elegir y cree que es necesario legislar sobre la convivencia de hecho de las personas del mismo sexo, no sólo con las parejas heterosexuales. La nueva derecha cree que las personas deben tomar sus propias decisiones, no cree en un papá Estado que le diga a la gente cómo vivir su vida.

¿Cómo estos temas se materializan como políticas de Estado?

Se traduce en un gobierno que empuja esos temas y los saca para delante. Un gobierno que no se hace el leso. Te aseguro que vamos a sacar adelante temas como el acuerdo de convivencia…

¿Qué va a pasar con la UDI? Me refiero a que la relación de la UDI con el gobierno no está siendo fácil…

Hay gente de la UDI que se siente identificada y otra que no. Creo que hay un sector de la UDI que está acostumbrado a ser oposición y que le gusta eso. Probablemente algunos hubieran preferido seguir siéndolo.

Ya, pero todo esto de la nueva derecha donde más se nota es en los temas valóricos. Eso es difícil de aceptar para los sectores más conservadores.

Mira, a mí me da un poco de risa este tema porque hoy se habla de la nueva derecha pero somos muchos en que toda nuestra historia y trayectoria política ha estado enfatizada en los valores de la nueva derecha. El año 95, cuando gobernaba el Presidente Frei, participé junto a María Eugenia Amunátegui, yo en mi calidad de concejal de La Florida y ella de Providencia, de la invitación que nos hizo la entonces ministra del Sernam a la conferencia de Beijing y por eso, por haber suscrito un documento que se firmó para sacar adelante una ley de divorcio y otra con respecto a la distribución de los métodos anticonceptivos artificiales, a mí se me quiso llevar al Tribunal Supremo del partido. "Por haber abandonado los valores tradicionales de la derecha", como lo consignó el diario El Mercurio en un reportaje. Nunca me voy a olvidar que todo el mundo estaba en contra nuestra y nos miraban con caras así como si fuera un tribunal de la inquisición. Hubo sólo tres personas que me apoyaron cuando tuvimos que comparecer a la comisión política del partido: Sebastián Piñera, Pedro Daza y Renato Gazmuri, nadie más. Nadie más, por eso cuando hablan de la nueva derecha yo también digo: muchos de nosotros hemos puesto la cara durante años por este proyecto y hoy todos aplauden porque llegamos al gobierno, pero durante muchos años nos quisieron aplastar también. Ésa es la verdad…

O sea, la nueva derecha no tiene nada de tan nueva…

Nosotros no hemos cambiado, los otros sí. A la gente se le olvida, pero el año 98 cuando estaba en discusión el proyecto de igualdad ante la ley de los hijos ilegítimos todos los senadores nuestros de esa época votaron en contra… Éstas son batallas que hay que dar. Chile cambió tanto que la gente va mucho más adelante que su clase política, mucho más adelante. Entonces la píldora de anticoncepción de emergencia, el acuerdo de vida en común: ésas son batallas que hay que dar…

Pero definamos bien esto: ¿la diferencia fundamental entre la nueva derecha y la vieja derecha son los temas valóricos?

No. También hay otros aspectos. La nueva derecha no tiene prejuicios en materia económica y no tenemos miedo de subir los impuestos cuando es indispensable, como es el caso de la reconstrucción post terremoto. Pero tampoco tenemos miedo de hablar de subsidios, por ejemplo en materia de agricultura. Y no creemos que la economía de mercado sea un objetivo en sí mismo, sino que una herramienta económica para emparejar la cancha y que todos tengan oportunidades.

Eres parada en la hilacha. ¿Te cuesta instalar tus convicciones en tu sector?

No, eso ya pasó, aunque hubo una época en que sí, tuve que ser mucho más dura, más sublevada, más rebelde. Pasa que si no movías esas conciencias no pasaba nada. Hoy me siento súper respetada y querida, me siento súper empoderada. Pero, sí, fueron muchos años de ninguneo, en los que yo hablaba y venía otro y repetía lo mismo y lo hacía propio, sin ningún reconocimiento.

Ahora ves bajo el agua.

Yo sí. Absolutamente.

No te compras las sonrisitas…

No. A veces todavía nos pasa que cuando vamos a reuniones con el Presidente, los senadores y todos antes de la reunión empiezan: "Que le vamos a decir tal cosa, que el gobierno…" y llegamos a la reunión y nadie dice nada. Entonces voy, paro el dedo y digo lo que hay que decir. Después, todos dicen "¡ay qué bueno que fue la Lily!"

Qué cobardes.

Eso se da mucho en política.

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