Más años más felices

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Parece demasiado optimista, pero está demostrado que las mujeres, mientras más maduras, explotan mejor sus recursos para ser felices. Aquí, la sicóloga norteamericana Susan Nolen-Hoeksema, autora de este sorprendente hallazgo, explica por qué.




Hace diez años, Susan Nolen-Hoeksema (52) provocó un pequeño revuelo en la sicología femenina. A raíz de estudios, que venía desarrollando silenciosamente hacía mucho tiempo como profesora de la Universidadde Michigan, concluyó que "las mujeres somos propensas a caer en análisis viciosos y exagerados de cada problema, lo cual amplifica la tristeza y la depresión", dijo. Su conclusión y sus consejos para salir de ese círculo se transformaron en un best seller: Mujeres que piensan demasiado, (Holt, 2004)

Hoy, Nolen-Hoeksema es la directora del Departamento de Psicología de la Universidadde Yale, donde también encabeza las investigaciones del Programa de Depresión y Cognición. Lleva 25 años investigando la salud mental de las mujeres (sus estudios sobre la depresión le han valido ser entrevistada varias veces por los medios más importantes de Estados Unidos), ha publicado una docena de libros sobre el tema y más de cien artículos académicos que son citados frecuentemente. La American PsychologicalAssociation la ha premiado dos veces por sus investigaciones. Está casada y vive en Connecticut. Pero le incomoda hablar de su vida personal. Le parece más importante refutar, empecinada, los mitos que han dominado la sicología femenina y, principalmente, la idea de que envejecer es malo. "La vejez no es sinónimo de sobrevivir: significa florecer. Hay cada vez más evidencia de que las mujeres se sienten más realizadas, que alcanzan su peak a medida que envejecen", sostuvo en una columna publicada el año pasado en la revista Psychology Today. "En el pasado se asumía que la única cosa que las mujeres valoraban en su vida era tener hijos", acusa. "Eso llevó a asumir que cuando los hijos se iban de la casa, las mujeres se quedaban con una vida vacía y se deprimían. Los datos que tenemos hoy, sin embargo, no apuntan en esa dirección. De hecho, el bienestar mental y la satisfacción de las mujeres en su matrimonio aumentan cuando los hijos se van de la casa. Y, a medida que envejecen, se vuelven más seguras de sí mismas y más satisfechas con sus vidas".

Pero en general le tenemos mucho miedo a envejecer. ¿Por qué?

Por cientos de años, las mujeres solo fueron valoradas por su capacidad para producir hijos y como los "trofeos" de los hombres con los que estaban casadas. Y, aunque estamos haciendo muchísimas más cosas con nuestras vidas hoy día, esta valoración de las mujeres por nuestra capacidad reproductiva aún permanece. Eso hace que la juventud y la belleza sean grandes temas para algunas.

¿Cómo que solo "algunas" se preocupan? ¿No cree que toda mujer, en algún punto de su vida, se vuelve en cierto sentido esclava de estos ideales?

Muchas sí, especialmente en la adolescencia y primera etapa de la adultez. Pero, en promedio, la imagen de las mujeres de su propio cuerpo se torna más positiva a medida que transitan de los 20 y 30 años hacia la madurez. Eventualmente, la mayoría de las mujeres deciden que no pueden ganar este juego de ser hermosas y jóvenes, así que dejan de jugar a eso. Algunas, efectivamente, viven un duelo cuando se dan cuenta de que ya no son jóvenes, pero los estudios demuestran que la mayoría no. Gradualmente, a medida que entran en la década de los 50 y 60, la mayoría suelta ese ideal de verse joven y adopta un sentido de autonomía y aceptación de sí misma.

Pero, ¿cómo explica, entonces, que haya mujeres que sí se preocupan muchísimo de verse jóvenes para siempre? Que se operan, que se ponen bótox.

Son mujeres que no han desarrollado sus fortalezas personales, o lo han hecho en poca medida.

¿Cree que envejecer es más fácil para los hombres porque no tienen la misma presión de mantenerse atractivos?

No. La identidad de los hombres en general está tan ligada a su trabajo, que cuando se jubilan (sobre todo si lo hacen obligados y no porque quieran), realmente pierden el sentido de quiénes son. En cambio, la transición entre los distintos roles o etapas de la vida es más fácil para las mujeres, porque encontramos nuevas formas de expresar quiénes somos y de manifestar nuestros talentos e intereses a medida que las circunstancias cambian con la edad. Además, los hombres tienen más inclinación que las mujeres a deprimirse y desanimarse con los problemas de salud o pérdidas de funciones corporales, que son tan comunes en la edad avanzada. De nuevo: estar enfermo o incapacitado es un golpe directo a la imagen que el hombre tiene de sí mismo como un ser fuerte y competente. Esta es una de las razones principales por las que la tasa de suicidio se dispara dramáticamente en los hombres a medida que envejecen pero, en cambio, no aumentan para nada con la edad en las mujeres.

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Más seguras, menos deprimidas

Usted ha investigado mucho la depresión en las mujeres. ¿Cómo se relaciona eso con la edad?

Muchos estudios demuestran que las mujeres tienen menores índices de depresión en edades medias y avanzadas que cuando son jóvenes.

¿Por qué?

Hay un concepto en sicología que llamamos "rumiar". Es la tendencia a pensar una y otra vez acerca de las cosas negativas que sucedieron en el pasado, y de los problemas que se tienen en el presente, sin llegar a entenderlos o a encontrarles alguna solución. Rumiar alimenta la depresión. Y, afortunadamente, las mujeres tienden a rumiar menos a medida que envejecen. Esta puede ser una razón para que se depriman menos.

¿Incluso las mujeres que fueron depresivas cuando jóvenes?

Las mujeres que han tenido depresión en la adolescencia o juventud son más proclives a volver a deprimirse cuando envejecen. Pero, en promedio, después de los 40 años, las mujeres son mucho menos dadas a tener depresión, especialmente por primera vez. Yo misma lo comprobé en un estudio que realicé en San Francisco, enla Universidadde Stanford, que mostró que los niveles de depresión, soledad y ansiedad son más bajos mientras mayor es la edad de las mujeres.

Cuénteme un poco más acerca de ese descubrimiento.

Entrevisté a 1.300 personas, tanto hombres como mujeres, entre 25 y 75 años de edad. Descubrí que las mujeres decían experimentar más eventos negativos en sus vidas (problemas financieros, enfermedades serias y pérdida de seres queridos) que los hombres. Las mujeres también tenían mayores niveles de estrés crónico, producto de simultáneamente trabajar a tiempo completo, cuidar a los parientes ancianos, y ser las principales cuidadoras de niños. Pero cuando les pregunté qué hacían para manejar el estrés en sus vidas, las mujeres tenían un abanico más amplio de estrategias positivas que los hombres. Por ejemplo: tienen un enfoque mucho más activo para solucionar problemas, una aproximación hacia el estrés tratando de mirarlo en forma más positiva, y una propensión a soltar o no angustiarse por las cosas que no pueden cambiar. Los hombres, en cambio, respondieron que tomaban alcohol para lidiar con el estrés, decían más insultos, o mantenían sus emociones cerradas bajo llave. Paralelamente, el otro gran hallazgo fue que las mujeres decían tener menos depresión, ansiedad y soledad a medida que la edad avanzaba. Pero los hombres no mostraron esta disminución en problemas de salud mental a medida que envejecen.

Usted dice que la satisfacción con la vida propia aumenta con la edad. Pero, en la práctica, muchas mujeres ven que, pasados los 50, son reemplazadas por mujeres más jóvenes tanto en lo profesional como, a veces, en la pareja…

Es cierto. Algunas mujeres son desplazadas de trabajos y de relaciones al envejecer. Pero el estudio que hice demostró que, a medida que las mujeres envejecen, se vuelven más seguras de su identidad ("Tengo la sensación de ser yo misma", "Siento que mi vida avanza en la dirección correcta"); se sienten más productivas ("Siento un nuevo nivel de productividad o efectividad", "Tengo influencia en mi comunidad o mi área de interés"); y tienen más confianza en su poder ("Siento que tengo la autoridad para hacer lo que quiero", "Me siento segura de mí misma"), son algunas de las frases que enarbolan. Así que, aunque pueda sorprender a quienes leen esto, realmente es verdad que las mujeres tienden a sentirse mucho mejor a medida que envejecen.

Cuatro grandes fortalezas

El último libro que ha publicado Susan Nolen-Hoeksema se llama El poder de las mujeres (Times Books, 2010). En la introducción hay referencias a Michelle Bachelet, a las Madres de Plaza de Mayo y a mujeres anónimas de pueblos perdidos en Estados Unidos que, por ejemplo, logran juntar dos mil dólares para comprar regalos de Navidad a niños de familias pobres. Según la sicóloga, todas tienen algo en común: ciertas fortalezas que han desarrollado más que la mayoría de los hombres. "Son estas fortalezas las que mejoran las relaciones de las mujeres, las transforman en grandes líderes, y las ayudan a envejecer", dice.

¿Cuáles son?

Se pueden dividir en cuatro categorías. Tenemos fortalezas mentales: la capacidad para usar cualquier recurso disponible para encontrar soluciones creativas para los problemas. Las mujeres se preocupan por realmente lograr que las cosas se hagan, y no por salirse con la suya y hacer las cosas a su manera. Tienen fortalezas de identidad, que les permiten mantener un fuerte sentido de sí mismas y de sus valores, con independencia de la situación en que se encuentren. Por eso pueden lidiar con el cambio y la incertidumbre, porque su auto-imagen no depende de lo que hacen o de lo que tienen, sino de quiénes son. Las mujeres también tienen fortalezas emocionales: la capacidad de entender los sentimientos propios y ajenos, y de usar esta comprensión para enfrentarse a la vida y tomar decisiones importantes. Por último, las mujeres tienen una tremenda fortaleza relacional, de conectarse con otras personas. Crean fuertes redes sociales que las apoyan en etapas difíciles, e inspiran a otros a dar lo mejor de sí y trabajar en conjunto.

¿Por qué las hemos desarrollado más que los hombres?

Porque el rol de la mujer como cuidadora, y el hecho de que ha tenido que adaptar sus propios deseos y necesidades a los de su familia durante casi toda la historia de la humanidad, la han ayudado a construir ciertas características. Por ejemplo, la capacidad de las mujeres de ser creativas para resolver problemas puede haberse desarrollado porque no tenían sus propios recursos económicos ni el control sobre sus vidas, así que tuvieron que aprender a arreglárselas con lo que tenían.

¿Y la fortaleza relacional?

Las mujeres tienen una capacidad asombrosa para la empatía, o sea, para identificarse con la otra persona. En sintonía exquisita con los sentimientos de sus amigos, colegas y vecinos, las mujeres a menudo tienen un "insight" agudo de las experiencias ajenas, sin importar qué tan lejanas esas experiencias parezcan en relación a sus propias batallas cotidianas. Una mujer está más dispuesta a entender y perdonar los errores, los demás buscan su compañía, amistad y consejos. Y, a menudo, le retribuyen esto a la mujer dándole mucho apoyo.

¿Y la mejor salud mental de las mujeres no tiene que ver con que ahora vivimos más?

Ciertamente, el hecho de que ahora nos mantenemos bien hasta una edad más avanzada ha tenido efectos positivos. Y viceversa. La sicóloga Carol Ryff, dela Universidadde Wisconsin, ha descubierto que las mujeres mayores que desarrollan fortalezas personales tienen un mejor funcionamiento del sistema inmune y una mejor regulación del sistema neuroendocrino, que juegan un rol fundamental en la salud.

¿Y qué importancia tiene cada biografía? Por ejemplo, ¿tener o no pareja?

Lo que sabemos es que las mujeres que tienen una carrera o que hacen actividades que son importantes para ellas (por ejemplo, involucrarse en el colegio de sus hijos o en la iglesia de su comunidad) tienen una mejor vejez. No está 100% claro si estar soltera o casada es mejor para la salud mental de una mujer. Ciertamente, estar en un mal matrimonio o una relación nociva es pésimo para su bienestar. Pero ser soltera significa distintas cosas en distintas culturas. Si ser soltera es una opción de vida, suele ser positivo para ella.

Y a sus 52 años, ¿cuál ha sido su experiencia personal con el hecho de envejecer? ¿Cómo conversa de esto con sus amigas?

Bueno, nos quejamos un poco, en particular de las manifestaciones físicas de envejecer: hay algunos dolores, hay más

fatiga… Pero yo tengo la satisfacción de haber logrado muchas de mis metas y de haber construido una buena vida.

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