Nuestro cerebro es de la edad de piedra

La disposición a trabajar, formar alianzas y cooperar con el resto son conductas ancestrales; nuestro cerebro viene formateado para ello desde la Edad de Piedra, lo mismo que temerle a las arañas y serpientes. Eso es lo que sostiene la norteamericana Leda Cosmides, doctora en sicología y una de las fundadoras de la sicología evolucionaria, quien estuvo de visita en Chile invitada por la UDD. Acá, sus postulados, que desafían la idea de que nuestro cerebro es como una pizarra en blanco que aprende todo desde cero.




Paula 1158. Sábado 11 de octubre de 2014.

Para imaginar cómo era la vida en la Edad de Piedra, primero hay que sacar de la escena los hospitales, los policías, las tiendas comerciales, los sectores con casas, las carreteras. Solo quedan planicies, quebradas y algunos árboles, así como la sabana africana. Y ahí, en el medio, un grupo de 50 personas que viven preocupados de buscar comida. Son todos familiares o amigos, muy cooperadores entre sí –porque lo necesitan para sobrevivir–, y mientras los hombres cazan, las mujeres recolectan plantas y raíces, con sus bebés a la espalda. Cuando los niños cumplen dos años, dado que ya pesan mucho, se quedan en un refugio con los abuelos u otras personas del clan, mientras ellas salen a trabajar. Solo hay dos seguros contra el hambre: la grasa que se guarda en el cuerpo y los vínculos sociales con las personas con las que se vive, dispuestos a defenderse de ataques de leopardos o de peleas con otros grupos de humanos.

"La vida en la Edad de Piedra era como vivir en un campamento toda la vida", resume Leda Cosmides, sicóloga norteamericana y profesora de la Universidad de California, Santa Bárbara, cuyos postulados han roto los paradigmas con los que se entendía la sicología humana. Después de estudiar Biología y doctorarse en Sicología Cognitiva en la Universidad de Harvard, fundó –junto a su marido John Tooby y otros investigadores– la sicología evolucionaria, una corriente que propone que la conducta de los humanos puede ser entendida conociendo la historia evolutiva. Toda una revolución que rompe con la tradición que prevalecía en las ciencias sociales, que rechaza cualquier análisis sobre el comportamiento humano basado en su naturaleza biológica. En otras palabras, la sicología evolucionaria plantea que la manera en que nuestro cerebro interpreta la información que recibe, es la misma que tenían nuestros antepasados de la Edad de Piedra. Tenemos una mente de la Edad de Piedra alojada en un cráneo moderno; porque fue en ese pasado ancestral donde se diseñó la forma en la que hoy nos comportamos.

Mientras la sicología cognitiva, señala Leda, estudia cómo resolvemos problemas para los que somos ineptos, la sicología evolucionaria estudia los mecanismos ancestrales de nuestras capacidades naturales, como ver, hablar, encontrar bello a alguien, devolver un favor, temer a la enfermedad, enamorarse, emprender un ataque, orientarse en el terreno o experimentar indignación moral. Todas conductas que nos salen naturales, pero que requieren de complejos circuitos neuronales que fueron desarrollados en la Edad de Piedra y con los que seguimos hasta hoy en día.

Según la sicología evolucionaria nuestro cerebro funciona como un computador, con redes o cableados de miles de neuronas, que fueron diseñados por la selección natural, para resolver los problemas que nuestros antepasados tuvieron que enfrentar para sobrevivir y reproducirse: preocuparse de qué comer, cuidarse de quién se lo puede comer a él, con quién se empareja, con quién se asocia para defenderse del resto y cómo se comunica.

La norteamericana Leda Cosmides, una de las fundadoras de la sicología evolucionaria, suele venir a Chile a compartir sus conocimientos, donde académicos de diferentes universidades estudian los comportamientos humanos desde los planteamientos evolucionarios.

Como ha explicado Cosmides, nuestra especie vivió 1.000 veces más tiempo como cazadores recolectores que como en cualquier otro rol de la era industrial y tecnológica actual. El mundo, como lo conocemos ahora, en la historia de la evolución, fue un pestañeo. "Generación tras generación, durante 10 millones de años, la selección natural fue esculpiendo lentamente el cerebro humano, favoreciendo los circuitos neuronales que eran eficaces en resolver los problemas del día a día de nuestros ancestros", escribió Leda Cosmides en uno de los textos que hoy usan cientos de sicólogos que siguen este nuevo modo de pensar la sicología, que también ha llegado a Chile.

En el país, académicos de diferentes universidades estudian diversas temáticas desde la sicología evolucionaria, desde el desarrollo de mejores métodos de enseñanza, el entendimiento de por qué y cuándo los hombres cooperan con otros, hasta cómo elegimos tal pareja. Por eso Leda Cosmides conoce Chile bien de cerca, y ha venido varias veces a dar charlas e intercambiar conocimientos. La última vez que estuvo en el país fue invitada por el Centro de Investigación en Complejidad Social de la Universidad del Desarrollo, que codirige el doctor en Economía Carlos Rodríguez, junto a Ricardo Andrés Guzmán. "Por mucho tiempo se había considerado a la mente humana como una plasticina que puede ser moldeada por la cultura, sin ningún tipo de restricción. En cambio, bajo el enfoque evolucionista, se entiende a la mente humana como el resultado del proceso de adaptación, gobernado por la selección natural, al ambiente natural y social que enfrentaron nuestros antepasados", explica Rodríguez.

En los últimos 100 años, señala Leda, ha sido una opinión común en la sicología ¬–o en la filosofía, incluso–, que la mente humana se entienda como una pizarra en blanco, libre de contenidos, hasta que es escrita por la mano de la experiencia, donde vamos anotando nuevos aprendizajes. Pero la sicología evolucionaria dice que nosotros ya traemos esos aprendizajes y que esos fueron diseñados en la Edad de Piedra. "Saber para qué fuimos programados y adaptados nos va a ayudar a tomar mejores decisiones", comenta Leda, que ha publicado diversos papers científicos en prestigiosas revistas donde señala que los humanos tenemos capacidades o programas mentales de razonamiento que nos permiten detectar tramposos y hacer alianzas; otros, que nos hacen temer a las arañas o serpientes; buscar pareja o sentir que merecemos más valoración del otro. Todo eso estaría programado desde hace miles de años.

Si nuestro cerebro viene programado, ¿hasta qué punto podemos cambiar nuestra conducta? ¿Podemos lograr cambios en el comportamiento que no están programados ancestralmente?

Sí, podemos. Un ejemplo de ello es la escritura, que es una invención cultural reciente, que no fue desarrollada con el propósito de que cazadores-recolectores escribieran. Pero la evolución nos permitió aprender de forma rápida y sencilla una lengua hablada, incluso sin ninguna instrucción explícita. Y esos mecanismos evolucionados nos permitieron aprender esta habilidad nueva: escribir. Es necesario un poco de instrucción, pero lo aprendemos. Lo mismo con un montón de otras cosas, como las matemáticas, la conducción o el surf.

¿Qué ejemplo puedes mencionar de algún programa mental que se haya formado en la Edad de Piedra y que exista hoy?

Hay algo divertido que le pasa a los hombres cuando se ven por primera vez. Cuando aparece un tipo desconocido, uno de los primeros pensamientos que se le aparece al hombre es: en una pelea ¿soy capaz de ganarle o no? Este es un ejemplo de que tenemos un programa especial (circuito neuronal) para identificar la fuerza del otro. En nuestro laboratorio hemos identificado que los sujetos que participaron del experimento, predecían en forma correcta quiénes tienen mayor fuerza. Esto tiene que ver con proporciones universales que se identifican rápidamente mirando el torso superior del otro hombre, o se deduce, incluso, a través de la voz.

¿Qué papel cumplía la fuerza, ancestralmente?

Para el hombre especialmente, la fuerza indicaba la capacidad para defender los recursos que tenía y para tomar los recursos del otro. En nuestra historia ancestral los hombres más fuertes tenían mayor poder para negociar, porque ellos podían usar la agresión si no estaban de acuerdo con la valoración que sentían que estaban teniendo de parte del otro.

En Chile, académicos de diferentes universidades están usando la sicología evolucionaria para estudiar diversas temáticas, desde el desarrollo de mejores métodos de enseñanza, hasta cómo elegimos tal o cuál pareja. por eso leda visita frecuentemente el país

Y hoy, ¿cómo sigue operando esto?

En el laboratorio anticipamos que hombres con más fuerza se tienden a enojar con más facilidad y con más frecuencia. Sienten que merecen un mejor trato. Reportan una mayor tasa de éxito en resolver conflictos de interés a su propio favor. Creen que la fuerza y la agresión es un buen mecanismo para resolver conflictos, y tienden a pensar que es buena idea enviar soldados a la guerra. Es decir, es un mecanismo que influye en lo que ellos opinan sobre política internacional.

¿Las mujeres tienden a buscar a un hombre más fuerte?

Es uno de los componentes del atractivo de los hombres, pero es más valorado por las mujeres que viven en ambientes violentos que las que viven en ambientes seguros. La importancia que le dan va a variar según las características del ambiente.

Y en las mujeres, ¿hay alguna característica que les dé mayor valoración frente a otras?

El atractivo. Las mujeres que se sienten más atractivas van a sentir que tienen más derecho a que las traten mejor, se enojan más frecuentemente y resuelven más cantidad de conflictos a su favor. A lo largo de todas las culturas, ancestralmente, lo considerado como más atractivo es la proporción que tiene una mujer de la grasa de su cintura y la grasa de su cadera. Lo que difiere entre una cultura y otra es cuánta grasa es considerada atractiva, porque se trata de grasas diferentes. La de la cintura sirve para tiempos de hambre, es un seguro de vida. La de la cadera es una grasa llena de omega 3, que sirve para que las mujeres ayuden y desarrollen el cerebro de sus guaguas. El cerebro de las guaguas es como 20% de este tipo de grasa.

Desde la sicología evolucionaria, ¿cuáles son las diferencias entre hombres y mujeres?

La respuesta a esta pregunta ha requerido mucha investigación. Pero los principios que guían nuestras investigaciones dicen que si una mujer y un hombre se enfrentaban al mismo problema de adaptación –como el intercambio social o detectar a los tramposos– no había diferencia en los mecanismos para resolver la situación. Pero si hombres y mujeres tenían diferentes problemas de adaptación, esperaríamos que hubiera diferencias. Un ejemplo es nuestra investigación que habla sobre la orientación y la cognición espacial. Los problemas espaciales que se presentan cuando los hombres cazan son diferentes de los que surgen cuando las mujeres se reúnen. Los primeros tenían que salir detrás de un animal por grandes distancias y recordar el camino a casa; las segundas debían recordar, por ejemplo, qué tipo de planta veían en determinado lugar para después volver por ella. Sabiendo esto, los sicólogos evolutivos predijeron y descubrieron que las mujeres son 60% mejores que los hombres para recordar la ubicación de los recursos alimentarios y en qué dirección deben ir para encontrarlos.

El rol de la mujer ha cambiado radicalmente en las últimas décadas. ¿Qué dice la sicología evolucionaria sobre este tema?

Creo que este cambio se ha traducido en que nos parezcamos más a los cazadores recolectores, porque en ese tiempo las mujeres trabajaban y mucho.

¿Estamos volviendo más a la esencia, entonces?

En un sentido sí, aunque hay una diferencia: antes se tendía a tener grupos de mujeres que trabajaban juntas, y ahora hay un mix, lo que puede traer problemas de convivencia. Por otra parte, pienso que se deberían crear ambientes de trabajo que favorezcan más la crianza de los hijos, como era antes. Sería bueno tener guarderías en los trabajos.

¿Por qué? ¿Hay alguna explicación desde el punto de vista de la sicología evolucionaria?

Ancestralmente había una división del trabajo en el que las mujeres se dedicaron más que los hombres, al cuidado de los niños. También en el mundo moderno se observa que las mujeres aportan mucho más al cuidado de los niños que los hombres. ¿Por qué? No lo sabemos todavía. Pero es posible que los sistemas motivacionales que regulan el cuidado de niños sean diferentes en hombres y mujeres. Muchas mujeres dicen que se sienten mal cuando el trabajo las aleja de sus pequeños hijos, que los extrañan mucho. Y muchas mujeres abandonan su trabajo por esta razón, por lo menos cuando sus hijos son pequeños. Por el contrario, los hombres pueden sentir que están invirtiendo activamente en sus hijos por estar en el trabajo, lo que es el equivalente sicológico de cazar para proveer a tu familia. Si los sistemas motivacionales de los hombres y las mujeres difieren en este sentido, tener guarderías en los trabajos podría resolver el problema. Así, ambos padres pueden dejar a sus hijos en este lugar durante el día. Es una manera de atraer a las mujeres con talento a una empresa y mantenerlas ahí.

En nuestra historia ancestral, los hombres más fuertes tenían mayor poder para negociar, porque ellos podían usar la agresión si no estaban de acuerdo con la valoración que les daban. Esto opera todavía. En pruebas de laboratorio observamos que los hombres más fuertes sienten que merecen un mejor trato y reportan una mayor tasa de éxito en resolver conflictos de interés a su propio favor.

* Leda Cosmides en Chile

El 20 y 21 de noviembre se desarrollará en Santiago el Encuentro de Sicología Evolucionaria 2014, al que asistirá Leda Cosmides, junto a 12 académicos extranjeros y 8 chilenos, cuyas presentaciones fueron destacadas en el congreso internacional Human Behavior and Evolution Society. En el encuentro, que cuenta con el apoyo de Fundación Ciencia y Evolución, la Universidad de Santiago y la Universidad del Desarrollo, se abordarán temas como la cooperación, la agresión y la selección sexual, entre otros tópicos asociados a la sicología evolutiva. Más información al email contacto@cienciayevolucion.org

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