Infiltrada

En 20 años, Pamela Jiles ha hecho de ella su mejor obra. Para permanecer en la escena pública ha cambiado de piel muchas veces. Porfiadamente, asegura, intenta infiltrarse en el sistema para cambiarlo. Todos los roles le parecen válidos: periodista de trinchera, reportera dura de TV, autora de libros eróticos, opinóloga de SQP. Ahora quiere el sillón de La Moneda.




Es periodista. No milita en ningún partido. Dice que pertenece al mundo progresista. Jamás ha sido parte de la Concertación. Declara "cuarentaitantos años". De su intimidad, lo único conocido es que es madre de dos hijos adolescentes y que vive en Pedro de Valdivia Norte. En sus veinte años de carrera televisiva, que se cumplen por estos días, ha sabido reinventarse después de cada expulsión de los programas en los que ha participado. Ha hecho clases de nivelación en matemáticas para alumnos –"soy muy buena"– o ha investigado sobre el erotismo de las mujeres chilenas en su libro Fantasías sexuales de mujeres chilenas (2004, editorial Grijalbo), de memorable portada: una pluma rosada y un trasero desnudo de mujer.

Es el personaje que Pamela creó para exponerse y exhibirse, y lo ha estrujado hasta la última gota. Ha hecho de él una performance continua, que ha pulido con sagacidad para un solo fin: ocupar la escena pública para defender su discurso allendista, progresista e igualitario, según sostiene. "Me he especializado en entender que la televisión es el principal espacio de disputa ideológica, y no he despreciado ningún rol, ni siquiera el más desprestigiado. Me he vuelto una experta en hacer lo que un periodista infiltrado debe hacer, que es transformar eso en un pequeño poder que sí incida. Cada vez que entro a un estudio de televisión estoy entrando en territorio enemigo".

Ella sabe de trincheras. Su abuela, Elena Caffarena, fue la impulsora del sufragio femenino en Chile. Y la propia Pamela inició su carrera en la desaparecida revista Análisis, que se dedicaba a denunciar a la dictadura en Chile.  Desde allí hizo por primera vez televisión, en Teleanálisis, un noticiero artesanal que mostraba mensualmente el panorama social de Chile. Al llegar la democracia, el mismo día que Patricio Aylwin pisó La Moneda, ella entró a TVN, para hacer Mujeres al borde de… y, al año siguiente, en un giro insólito, Siempre lunes, un estelar con Antonio Vodanovic. "Había gente que creía que sólo poner un pie en ese programa era una claudicación inaceptable. Hubo una tremenda discusión en mi mundo inmediato. 'Si fueras y pusieras un lienzo de los detenidos desaparecidos, eso a lo mejor tendría sentido', decían algunos, porque se trabajaba con la idea de la propaganda. Pero lo que yo sostenía era que el programa había que infiltrarlo. Todo espacio sirve".

De ahí pasó a formar parte del equipo de Informe especial, pero fue despedida del programa y del canal en 2003. Y así inició su vertiginosa carrera de expulsiones televisivas: salió de Vértigo, de Canal 13, por su osada lengua; de Pamela Chile, en TVO, por ser rostro de la campaña presidencial de Tomás Hirsch en 2005, y, hace ocho meses, de SQP, por sus dichos contra Raquel Argandoña. Dedicada a escribir furiosamente columnas en The Clinic, con feroces posteos en los que los lectores la endiosan o la insultan, en febrero publicó una titulada Jiles Presidenta, en la que ironizó: "La belleza importa, compañeros, haré un gobierno más estético de los que hemos tenido hasta ahora por la simple vía de nombrar mujeres espléndidas en el gabinete (que las tenemos por centenares), hacer bajar la panza a los subsecretarios, sugerirles que se pongan las muelas que les faltan, desterrar los vestidos con cuellito bebé, los ternos pungas, los botones gigantes, los peinados con laca y los zapatos reina".

A gritos, Pamela dio el puntapié inicial a la campaña.

Inmediatamente después partió a Cuba –al mismo tiempo que la Presidenta y su comitiva, pero no como invitada oficial–, donde recibió cientos de mails del tipo: "Hola, te podemos hacer un afiche y un blog. Avísanos" o "Dime si esto es en serio o en broma". Al volver a Chile, se encontró con un grupo de siete personas, entre amigos y desconocidos, que se había organizado en su ausencia y que le anunció que estaba dispuesto a comenzar una artesanal y autogestionada campaña presidencial. No les costó encontrar el slogan: Somos millones los Jiles. Entre ellos están Alex Vojkovic, quien fuera vocero del Frente Patriótico Manuel Rodríguez a mediados de los ochenta y ex pareja de Michelle Bachelet; Pablo Maltés, dueño del restorán de carnes El Rancho, que opera como sede de la campaña, y Kena Lorenzini, sicóloga y activista por los derechos de las lesbianas. Para partir, proponen: derogación de la Constitución, Asamblea Constituyente, fin del sistema binominal, alimentación y educación pública de calidad –"Pan y libro"–, nacionalización de las riquezas básicas e impuesto de 30% a la riqueza.

A menos de 20 días del lanzamiento de la campaña, me cita en dicho restorán, en Bilbao. Nada de pancartas rojas ni decoración proletaria. Es un lugar de buen gusto donde Pamela abre la puerta vestida con una camisa ancha, negra, bonita y simple; un pantalón negro y bototos rojos. Justo después de saludarnos, hablamos de dermatólogos y arrugas. Nos sentamos en una mesa donde hay una jarra con agua, vasos y una cajetilla de cigarros. Fuma como carretonera. Tiene las manos y los dientes de cabra chica.

Adrenalínica

Hace unos días estabas en tu casa y ahora tienes una candidatura presidencial… ¿De verdad te vas a inscribir?

Espérate… Con esta gente que ha ido apareciendo, nos hemos ido juntando. De hecho, terminé un domingo, en este mismo lugar, diciendo: "¡Hueón, renuncio! ¡Nombren a otra candidata! ¡Yo no sirvo para esto! ¡No quiero que me pasen ninguna guagua!… Disculpen, son súper simpáticos ustedes, pero no más. "¡Bueno, ya! Te dejamos el lunes para que vuelvas en ti", me dijeron. Al final, el lunes no lo tuve para mí, porque mi teléfono no paró de sonar.

¡Qué coñazo! ¿Pero estás entretenida?

A ratos… Estoy adrenalínica.

¿Qué quieres de todo esto?

Descubrir una forma que sea claramente distinta de cómo se hace política en todos los partidos, incluidos los de la izquierda.

¿Te metiste en un cacho?

No, me metí en una cuestión interesantísima que no sé cómo se hace, porque no hay una experiencia que yo pueda tomar como modelo.

Además, me imagino que no tienes ni uno.

Ni uno. Y quiero no tener ni un peso. Ésa es otra de las locuras.

¿No vas a imprimir ni un cartel?

Ya apareció un señor que imprime chapitas.

Pero aquí no hay plata de comando ni intención de reunir fondos…

La mayoría encuentra que esto no puede ser así, que hay que hacer una cuenta corriente. Yo prefiero aplicar la idea de que los jiles hagan lo que se les pare la raja, pero que hagan algo. Si la gente quiere hacer rayados, que consiga la pintura, vaya y los haga. Hay personas que nos persiguen para entregarnos pequeños aportes monetarios y eso, en el minuto en que se haga, se tiene que hacer con transparencia total. Porque uno de los pilares de mi candidatura es el tema de la rabia por la corrupción y la falta de probidad pública. Por lo tanto, yo tendré que tener en la web la boleta de los dos cafés y el agua que nos tomamos ahora.

¿A dónde quieres llegar?

Me gustaría que, a partir de todo el emputecimiento, la rabia, la desilusión, el ser pasado a llevar, se articulara un movimiento que fuera capaz de llevarme a La Moneda.

En un sentido simbólico, ¿no?

No.

¿Ser elegida Presidenta?

Sí.

Pero no vas a ser elegida.

¿Tú sabes lo que va a pasar?

Existe una probabilidad menor de que seas elegida Presidenta.

¿Con qué cuentas para decir esto?

Claro, ninguna encuesta te ha incluido. ¿De verdad te gustaría ser Presidenta de Chile?

¿Por qué no? ¿Qué perdemos, si ya lo hemos perdido todo?

No cualquier jil puede ser Presidente.

Lo que hace que yo pueda encabezar esta idea que estaba en el ambiente es que soy una persona conocida en todo el país y cuento con un capital de cariño popular que, es cierto, no ha sido cuantificado.

Entrar en La Moneda requiere un liderazgo político, no ser sólo conocido. ¿Tienes condiciones?

Tengo condiciones que podrían transformarse en un liderazgo, pero no tengo idea si voy a ser la líder. A lo mejor surge otro liderazgo más interesante

Candidatos cumas

La segunda vez que nos vemos es en la sesión de fotos. Está con un vestido blanco de revolucionaria francesa, que sacó de su clóset y cuyo ruedo está inmundo, porque hace unos días lo arrastró por las calles en una marcha; los bototos rojos del otro día, full maquillaje y pucho en mano. La banda presidencial está lista para las fotos. Dispara sin piedad y arranca sola con la idea de una batalla a su medida: "Me encantaría enfrentarme a la Evelyn Matthei. ¡Esa huevá sería espectacular! Sería una justa digna. A ella la encuentro inteligente, caballa, autónoma, fuerte, femenina, mina…"

¡Ah! ¿Si fueras de derecha serías la Evelyn Matthei?

Nunca sería de derecha.

Pero si lo fueras, ¿serías ella?

Es que no sería. Pero ése sería un precioso espectáculo político. Sería una cuestión de un nivel que no hemos vivido, porque esta ordinariez… ¡Si esta huevá es muy cuma!

¿Qué es lo cuma?

¡Estos candidatos!

Ya, hablemos de Piñera.

Un arribista, con bracitos cortos, cuello de almeja, una cosa chica…

¡Pero eso es estético!

La estética es re importante. La presencia física representa algo.

Si alguien nace con brazos cortos no tiene por qué no optar a Presidente.

Sí. De hecho la presidencia de Chile ha estado plagada de gente más bien feuchita.

¿No le encuentras ni una virtud como candidato?

Por supuesto. Por ejemplo, que en la práctica es dueño de todos los medios de comunicación y que no está confrontado con nadie. Por favor, denme diez minutos con él en televisión ¡y lo hago pebre! ¡Lo hago parir! (se pone de pie como enardecida y bien teatral).

A ti te gustaría hacer parir a casi todo el mundo.

Nooooo. A Eduardo (Frei) no. Con Eduardo conversaría, como la persona decente que es.

¿Qué tiene de bueno Eduardo Frei como candidato?

Tiene unas preciosas manos. De hombre. Muy masculinas, peluditas.

¿Tanto desprecias a los candidatos que no puedes decir una sola cosa de ellos como candidatos? ¿No tienen nada de nada?

Hay que tener buenos candidatos, y los candidatos son fomes. Yo creo que ninguno de ellos calienta ni a su señora.

Las encuestas dicen que algo están calentando.

Las encuestas te dan personajes ya instalados. Si vamos a ir al tema estadístico, Michelle Bachelet fue elegida con un 26% real.

Pero son los candidatos que hay. ¿Tú vas a calentar?

Sí. De hecho, soy estimulante para la gente. Produzco cosas, despierto pasiones. La gente siente hacia mí más bien simpatía y cosas positivas.

Se me olvidó un candidato: Marcos Enríquez-Ominami.

Lanzó su candidatura en una tienda de helados, así es que creo que se le va a congelar la campaña luego.

¿No es un competidor para ti?

Es más ancho de caderas que yo, muy ancho de caderas. Yo soy potoncita, pero en eso me gana.

¿Cómo asumes en tu candidatura tu lado mujer sexy, mina rica?

Leí en un blog una discusión sobre si hay que decirme mina rica o no. Según una señora, decirme así era una falta de respeto, machista. Yo me metí y dije que por ningún motivo le hicieran caso a la señora, que no dejen de decirme mina rica y expresiones de esa naturaleza. Me gusta.

¿Vas a entrar a La Moneda sola? ¿Eres soltera?… ¡Alguna vida sexual tendrá la candidata y/o presidenta!

En estos periodos uno tiende a desapegarse de los apetitos mundanos. Cuando puedo me pongo mi camisa de moletón, mi mañanita, mi gorrito y descanso. Pero Presidenta monja no voy a ser.

Sin palmadas

¿No te parece que  estar todo el rato construyendo un personaje, esto que haces es agotador?

A ratos me parece otras cosas, como frustrante, porque no avanzo todo lo que quiero. A veces pienso que por qué no me voy a ser relacionadora pública y ganar mucha plata…

¿Te han ofrecido serlo?

Alguna vez, hace muchos años. Mira, si la televisión se rigiera por el modelo de que lo que vendo lo pongo, yo tendría La Noche de Pamela y El Desayuno de Pamela. Todos los estudios dicen que si he permanecido todos estos años es porque es un personaje de una potencia… No quiero calificarlo yo misma, pero al menos tengo un personaje al que hay que ponerle atención.

Me sorprende que cuando hablas de ti lo haces como si te refirieras a una heroína. Tus calificativos son: "Soy una tremenda mina". "Hago algo increíble".

¡No, para nada! Qué lata que lo veas así. Soy una mina tenaz y una mina con un motor interno que funciona bien, que no necesita mucha palmada. No necesito mucho que me quieran.

Te tienen que haber querido harto en un momento muy crucial de tu vida como para que no lo necesites.

Fui la primera nieta, la primera hija, una niña muy deseada en la que se volcaron todo el cariño, las esperanzas, los buenos deseos de una familia muy potente. Yendo a la sicología barata, ese cariño generó un colchón de cariño muy autoabastecedor. Entonces voy para adelante.

Pero no estoy tan segura de que no necesites cariño: en SQP no recibiste sólo agresión del público, también muestras de afecto.

De parte del público, en general, he recibido sólo cariño. Cosa que es muy curiosa, porque este personaje, que va variando acorde con el escenario y la evaluación política que yo hago, siempre es pesado. No intenta congraciarse.

¿Y eso de qué le sirve a tu personaje?

Es más interesante preguntarse por qué la gente sintoniza con un personaje pesado. Este país necesita justicia y dejar de tener miedo, y esta vieja retamboreada proyecta una pesadez que no es contra el público sino contra los poderosos. Nunca humilla al que está en situación de debilidad. La gente percibe en mí una característica justiciera

¿Humillar no tiene costo emocional para ti?

Claro que hay un costo: me sacan permanentemente de los espacios…

No me refiero a los despidos.

Por supuesto que tengo costos altísimos. No costos –y esto me cuesta reconocerlo– si no dudas, contradicciones: "Por qué estoy haciendo está huevá", "qué vergüenza pa mis hijos"… He tenido peleas profundas con gente que quiero muchísimo, peleas graves con gente a la que le he tenido cariño y que está en una situación de poder. Hay costos afectivos, materiales y pérdidas muy importantes. Pero así es la vida, hay que arar con los bueyes que se tienen. Y, comparados con otros, mis costos no son mayores. La cantidad de gente que se siente desoída, subutilizada, chantajeada, incomprendida… No puedo decir que yo tengo los costos mayores.

Cuando has tenido pantalla tú también has tenido poder. No siempre eres de los humillados.

Jamás se me ha ofrecido poder en televisión. Lo que yo he hecho es no despreciar ni un solo rol, ni siquiera el más desprestigiado. Y me he vuelto una experta en hacer lo que un periodista infiltrado debe hacer, que es transformar cada espacio en un pequeño poder que incide.

En todo caso, con tanto despido habrás recibido muchas indemnizaciones…

Muy buenas. Sobre todo la de Televisión Nacional, que fue millonaria. Pero la motivación en mi trabajo en la televisión nunca ha sido el remunerativo. La televisión es para mí un espacio de disputa ideológica (da golpecitos a la mesa en cada palabra) y en eso he sido clara. Mi infiltración ha sido a la luz del día. O sea, si me quieres contratar, ok, pero sabiendo que yo no me dejo censurar.

¿Cuánto hay de histeria en lo que haces?

Para ser Pamela Jiles hay que tenerse mucha fe.

¿Pero cuánta histeria?

Hay mucho de neurosis.

Y de llamar la atención.

Mira, yo soy lo más famosa que se puede ser en Chile.

Felipe Camiroaga es más famoso.

¿Qué elementos tienes?

En un famosómetro, ¿estarías más arriba que Camiroaga?

En Chile no hay ni una persona, niño, anciano o gente que está en la Antártica que no sepa que hay una galla que se llama Pamela Jiles y que tiene más o menos estas características. Más famoso que eso, qué podría ser. No te estoy diciendo que sea más querida que Mario Kreutzberger.

¿La gente se te acerca con cariño?

Lo fundamental de ser famoso es que la gente te habla como si fueras una persona cercana y familiar y esperan de ti que eso lo consideres normal. Y yo eso lo llevo bien. Me sale natural. Nunca siento que no tengo tiempo, que me están lateando o que son desubicados. Me agrada. Es una parte importante de mi rol. Hace unos días unos cabros chicos me decían: "Tu apellido es Chu", y yo no entendía. Hasta que a la quinta vez pregunté y me dijeron: "Chu- Pamela, Chu- Pamela". (Y se ríe mucho).

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