Retrato íntimo

¿Qué desvela a Juanita Ringeling, la protagonista de la serie de TVN 40 y tantos y uno de los rostros más bellos de la televisión?




Las mañanas

No es que me levante rápido y me ponga a leer todos los diarios ni salga corriendo a comprar pan. Pero sí me gusta despertar, abrir las cortinas, regar las plantas, tomar desayuno rico. Jugo de naranja, siempre. A veces lo mezclo con lo que tenga en el refrigerador. Me gusta despertar bien y dejar todo listo en la casa. Me carga no dejar las cosas ordenadas, la loza sucia o la cama deshecha. Es un momento sola, rico. Me gustan las mañanas.

La sensualidad tiene harto que ver con la simpleza. Cuando uno mira a una mujer, un hombre o un objeto sensual, sus características más genuinas están expuestas a los sentidos sin ser empujadas. Las veces que me he sentido más sensual son en lugares de intimidad. De estar sentada en la cama cruzada de piernas, con una polera muy simple, y que tengas esa atracción sin nada puesto encima, sin una capa de maquillaje, sin ningún velo.

La piel

El tatuaje que tengo en la muñeca me lo hice en un viaje al sudeste asiático, en Tailandia. Tenía uno medio empezado y estaba feo, allá me hice amiga de un gallo y me tatuó. Es rico tener un tatuaje que te evoca un momento ameno, bonito, distinto. No significa nada, es sólo un souvenir permanente. Ni siquiera me lo miro mucho, no me acuerdo que lo tengo. Si tuviera otra pega, me tatuaría más. Encuentro que es algo intrínseco del ser humano, en las tribus se tatuaban y pintaban la piel, es arte corporal. Me gusta que haya cuerpos limpios, que haya cuerpos pintados. De todo un poco.

El movimiento

La bici me encanta en esta época. La pedaleada, el viento. Es otro tiempo dentro de la ciudad. Vas pensando en otras cosas, la rueda girando. Además hago muay thai donde los Hermanos Martínez. Es boxeo tailandés, full combate, con guantes, protecciones, patadas. Y los fines de semana siempre subo cerros o surfeo. Viví en Cachagua hasta los 18 años y para mí la playa es despertarse y bañarse en el mar, en invierno y verano. Me despierta todo, desde los poros hasta las neuronas. Meter la cabeza en el agua fría despeja. Es como un shock, los músculos se tensan, corres por la orilla. Cuando hace frío también es bueno: que el cuerpo tenga frío es despertar un poco.

El cuerpo

Mantenerme en este peso me da cierta agilidad para vivir, y eso me gusta. Me puedo echar dos kilos –ahora me fui al sur y me comí todo el pan amasado que encontré– pero si tengo 5 ó 6 kilos de más, quiere decir que dejé de hacer deporte, o que empecé a comer muy mal, o que estoy carreteando como condenada. No me gustaría que me la ganara el cuerpo. Por eso me gusta ser flaca. El día que tenga 6 kilos más y me cueste hacer un paseo o andar en bicicleta, me muero. ¿Cirugías? Tengo cinco. Ja já, no. No me he hecho ninguna pero no tengo ningún problema. Si uno quiere arreglar ciertas fallitas específicas está bien, la medicina ha avanzado para eso. Si después de tener cinco niños me quedan las pechugas horribles, quizás me las haría de nuevo. Ahora: siento que como estamos en una generación tan enfocada en la apariencia y extremadamente erotizada, se ha ido al chancho la cuestión. Da lo mismo quién eres porque la gente que se opera mucho ya no tiene cara de nada: tiene cara de operada. Eso lo encuentro terrible. Yo digo claro, esta grasita me la sacaría, pero no me haría una lipo porque me parece ridículo. Una tiene que saber dónde está. Y yo estoy dentro del parámetro de un cuerpo cómodo.

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