El discreto encanto de la juventud

Se lo querían comer vivo, pero tenía espinas. Entró a la política con el aire inocentón de voluntario de Un Techo para Chile y de Bowen está naciendo un político bravo y eficaz. Y con una causa social bajo el brazo.




Sebastián Bowen –como un estudiante aplicado– levanta la mano para interrumpir, pero se extiende tanto en la respuesta que cuesta recordar la pregunta. Sacude su pie sobre la rodilla –tic-tic-tic-tic– en el sofá de invitado del programa Factor Guillier. Es el primer encontrón televisivo entre las dos campañas con más posibilidades, una semana después de publicados los auspiciosos resultados de la encuesta CEP. Están invitados a debatir Bowen y Marcela Cubillos, la vocera de Sebastián Piñera. Antes de empezar, Allamand le secreteó a su pupila sus viejos trucos de box.

Bowen, en cambio, fue sin entrenador. Sólo con su secretaria de prensa, Karin Sánchez.

Después de que Eduardo Frei subiera 5 puntos en la encuesta, Bowen respira más aireado. Su estilo propio tiene más espacio.

Bajo un foco, en la negrura del set, estudió dos carillas, pero parece que memorizó demasiado. En su largo recitado de propuestas la cámara recorrió varias veces al público, a Guillier y los dientes sonrientes de la Cubillos. El joven del público que le hizo la pregunta asiente una y otra vez, hasta que muestra los primeros signos de tortícolis. Todos están –estamos– cansados, a las diez cuarenta de la noche más fría del año, pero

Bowen continúa imparable. Sacude el pie. Tic-tic-tic-tic. Y dice:

–¡Es más, Alejandro, déjame decirte otra cosa!

Oh no. Karin Sánchez le hace tijeras con las manos desde las sombras del estudio. Hasta que ta ta ta taaaaaan, brota música de cortina y Guillier dice:

–Se nos acaba el tiempo, Sebastián, ja, ja, tú sabes que el tiempo es oro en televisión, ja, ja, así que… señores televidentes…

Bajan las luces y se elevan suspiros de alivio.

Un capítulo más de esta cesárea ha terminado. Hasta diría que oigo lloriqueos de guagua en el set: un nuevo político está naciendo del cansado vientre de la política chilena.

"Entrar a la política" pocas veces pareció más dramático que cuando lo hizo Sebastián Bowen (27), el ex director de Un Techo para Chile reclutado por Frei hace tres meses. Un novato investido con poderes de caudillo de un día para otro. Asumió como generalísimo y vocero –coordinador ejecutivo es el cargo oficial– de la campaña de Frei, puesto que en las anteriores campañas siempre estuvo reservado a caras conocidas: Sergio Bitar, Ricardo Solari, Jorge Burgos, Belisario Velasco y Carlos Ominami.

La sorpresa de su impávido rostro realmente nuevo tardó en disiparse en los círculos concertacionistas. Desde entonces, cada semana, por una u otra razón, Bowen sintió las réplicas del pequeño temblor que provocó. ¿Cómo lo hará? ¿Será capaz? ¿Se lo comerán vivo? Sus amigos del Techo y otras lides, como el cientista político Cristóbal Bellolio, le dijeron en más de una ocasión:

–¿A dónde te fuiste a meter, Sebastián?

Los dedos de Frei

Inicialmente, Héctor Gárate, presidente de la JDC, insinuó en El Mercurio cierto descontento de los miembros de las juventudes políticas, que se vieron postergados. Bowen se los saltó en la cola. Después, Gárate se desdijo campante. El ex diputado DC Tomás Jocelyn-Holt afirmó derechamente en la web que Bowen no le servía a Frei. Y cada vez que aparecieron publicados los resultados de las tres encuestas previas a la CEP

–Time, Ipsos y UDD– en las que Frei no pasaba del 27% o hasta bajaba, miembros de la Concertación sugerían en la prensa nombres e ideas para "apoyar" el trabajo de Bowen. Primero, colocarle un comité político de caras conocidas; luego, ponerlo bajo la supervisión de Enrique Correa; finalmente, cambiar todo por Andrés Velasco, como dejó entrever Jorge Insunza (PPD) a Canal 13.

–Puro nerviosismo –me confidenció Sergio Bitar–. Hay que tener nervios de acero en una campaña. Y Frei los tiene.

Paseando un día por la casa azul de Francisco Bilbao con Manuel Montt, donde está el comando, vi a Frei dialogar con cuatro o cinco jóvenes líderes medio ambientales, tomando café con galletas bajo el naranjo del patio. Ya en confianza, le preguntaron por los rumores, los cahuines de por qué su campaña no prendía:

Frei primero tragó y luego estiró los dedos de su mano para explicarles:

–Miren, yo tengo a esta gente en la oreja: tengo a Bowen para esto (dedo meñique); tengo a Landerretche para esto otro (dedo anular); tengo a la Arentz (dedo medio); tengo a Cifuentes (dedo índice)… En el pulgar incluyó a varios más.

No le asignó ningún dedo a Martita. Pero concluyó:

–Ellos son los que me van a decir cómo lo estamos haciendo. Ellos. No los recados por la prensa, ni los trascendidos, ni los rumores. Punto.

Frei se fue medio enojado a sus oficinas al fondo del comando. El nerviosismo se palpaba en el aire. Intenté en muchas ocasiones seguir a Bowen y en muchas ocasiones me bloquearon la entrada. Ahora que "van repuntando" me llaman para que vaya, para que reportee al coordinador ejecutivo.

Pero hubo un punto de inflexión.

Un alto miembro de la Concertación me confesó que ocho días antes de la encuesta CEP los líderes de la Concertación le hicieron a Frei un pedido: "Evidencias concretas de que estaba haciendo lo correcto –incorporación de novatos como Bowen, estilo de campaña, exceso de propuestas". Y que si no remontaba claramente en la encuesta CEP tenían que venir cambios importantes en el comando.

Bowen me dice que en esos mismos días "alguien" que no recuerda le dijo:

–Pueden sacar a Burgos. Pueden sacar a Velasco. A Tironi. Pero a ti no te sacan ni llorando… Produciría un daño en la campaña de Frei, porque mostraría que la Concertación no soporta gente nueva.

Bowen respiró más tranquilo.

–Había un dilema –confirma Sergio Bitar–. Pero Frei supo esperar. No todos soportan ese nivel de nerviosismo. Y acertó.

El 17 de junio salió la encuesta CEP y se palpó el alivio. Bajaba Piñera, Marco Enríquez-Ominami quedaba muy abajo y Frei subía hasta el empate.

A cada cifra CEP escuché gritos de ¡Yupi! y ¡Bien! por las oficinas del comando. No me quedé a la champaña que destapó un cuasi-asesor.

–¡Exagerado..! –le decían.

El candidato llamó a Bowen y él, en lugar de contestar "aló" dijo, confianzudo, "¡Frei!".

Mundo Bowen

Bowen tiene tics. Sus gestos de político aún son imperfectos. Se le da bien la radio, pero la televisión todavía lo pone nervioso. Sus ojos verdes se ponen rojos de cansancio. Trabaja hasta 20 horas diarias. Su pelo largo y su barba a lo Cristo, su eterna casaca de polar y sus pantalones de cotelé no son siempre los más adecuados, pero ya son parte de su look in progress.

–Si lo cambias ahora –dice Karin Sánchez, su secretaria– lo destruyes. Cuando le quise comprar una camisa no se sabía el número de su cuello. Así que lo dejamos así. ¡Por ahora!

Bowen es de ideas concretas, no de labia parlamentaria. Cuando las declaraciones de Insunza a Canal 13 llevaban a todo el equipo de Frei al matadero a cambio de Andrés Velasco, sólo dijo a los ávidos periodistas:

–Qué puedo decir. Que no es cierto. Eso es todo. No-es-cierto.

Sin enojarse ni golpear la mesa ni poner caras. Los periodistas apagaron sus grabadoras. Uno de ellos, curtido en campañas presidenciales, me comentó decepcionado:

–Este gallo nunca tira un huesito con algo de carne.

Bowen no es político que dé titulares o slogans para la galería. Lanza ideas. Propuestas. Planes de acción.

–Eso hace medio difícil recordar lo que dice –me comenta Claudia Valle, una periodista de La Segunda– pero siempre parece que dice algo honesto por su imagen de cabro bueno.

Alguien que lo conoce bien desde los tiempos del Techo, me comenta:

–Cuidado. Bowen puede ser fome, pero es pillo. En el Techo aprendió a pulsear fuerte para conseguir lo que necesitaba con empresarios, políticos y medios. Ante la cháchara estratégica, decía: "Mira, no me vengas con eso ahora. Tengo que tener 300 mediaguas para fin de año, 25.000 horas de trabajo, 3.000 voluntarios. ¡Cuando tenga eso, vemos el resto!".

–Es de objetivos. Su objetivo es llevar a Frei a La Moneda. Y es de marchas largas y duras, porque las campañas del Techo siempre parecían imposibles. Un montón de cabros imberbes que querían conseguir mil millones de pesos. ¡Y lo hacían! Va a resistir mucho más de lo que creen. El titular que le interesa es "¡Bowen se salió con la suya!".

Es cierto. Bowen está tan centrado en la campaña que ni siquiera sabe qué va a hacer después.

–Voy a seguir en política, aunque no me veo en las oficinas de un ministerio sino en la calle. En la gestión. Pero quién sabe en qué– asume.

Me confidencian que en una próxima encuesta externa que saldrá en agosto piensan incluirlo en una lista de políticos, para medirlo. Y puede que la guagua vaya tomando estatura.

El puente sin retorno

Bowen tiene hoy dos cosas en su obsesiva mente: que Frei gane la elección y meter la lucha contra la pobreza –la protección social– en el ADN de la política chilena.

Ex alumno del colegio San Ignacio de El Bosque, desde que tiene 16 años la pobreza es su apostolado. Apenas salió de Sociología de la UC entró a Un Techo para Chile a trabajar en temas de educación. A los cuatro meses, a los 23, asumió como director social. En los cuatro años que estuvo ganó arrastre y credibilidad en los campamentos, los voluntarios, la Iglesia, los medios y los empresarios. Movilizó a 3.000 nuevos voluntarios. Atrajo grandes sumas privadas a la campaña y convirtió en sueño de todos que Chile llegara a 2010 sin campamentos.

A los 27 años dejó el Techo con un potente cheque a fecha de actor público y sin Dicom político. Su base ideológica es su grupo de amigos ex Techo, entre ellos Andrea Cifuentes (encargada de producción ahora en el comando), Nicolás Dell'Orto, Diego Gil, Alex Schnake (su asesor), Jorge Atria, Patricio Domínguez, Alejandra Díaz y Ana Alvear. Desde hace cuatro años se juntan con el ideal de llevar a la política la meta de superar la pobreza en Chile. Descartaron la vía electoral municipal o hacer un nuevo movimiento. Van por más.

–Queríamos entrar en la política, pero no sabíamos cómo –dice Bowen.

Hasta que se produjo la oportunidad por decisión de Frei.

Un asesor de Tironi me comenta que la incorporación de Bowen ocurrió sin mediar cálculos de estrategia ni de marketing.

–Sabíamos que estos jóvenes del Techo tenían interés y que no se iban a prestar sólo para la foto. Que querían poder de verdad para meter su tema social. El error de la política fue no haberlos tomado antes en serio –me cuenta.

De hecho, Pepe Auth, presidente del PPD, me dice:

–El hecho de que buscáramos cabros como Bowen en las juventudes políticas y no los encontráramos, nos indica el nivel de achanchamiento al que habíamos llegado.

Eugenio Tironi, el eterno asesor comunicacional de Un Techo y de las campañas presidenciales de la Concertación, le tendió un tentador puente de oro a Bowen al invitarlo a proponer sus ideas en Océanos Azules, en noviembre de 2008. Deslumbró, pero no fue suficiente. En marzo, Tironi lo llamó de nuevo por encargo de Frei para ofrecerle "algo", sin decirle qué. Y me relata el diálogo que sostuvieron:

–¿Estarías dispuesto a trabajar en el Comando de Frei?

–Pucha, ¿haciendo qué? –respondió Bowen.

–Algo.

–Sí, claro.

–Entonces espera el llamado.

"En política, los novatos no llaman. Los llaman", dice Tironi.

Frei lo llamó el 13 de abril para pedirle su decisión final sobre asumir como coordinador ejecutivo. Antes, el novato había hecho sus exigencias: "Sin nadie arriba", pidió.

Bowen sabía que generaría rencillas, envidias, aserruchadas de piso y movimiento de "máquinas". Que la política es terrible.

–Pero no fue tanto como yo creía –me dijo antes de sentarse en el sofá del programa de Guillier. Pensé que iba a ser peor.

Luz verde

Suena la campana.

El lunes 22 de junio las pobladoras Jacqueline y Rosa Marín, del campamento Vista Hermosa, de Lo Espejo, se quedaron frente al televisor hasta las 23:30 hrs, cosiendo buzos en una overlock, para ver a Bowen en el programa de Guillier. No se lo pierden.

Viven en unas de las 350 casuchas que se gotean desde hace 18 años, ubicadas a un costado del trébol que se arma entre Autopista Central y Américo Vespucio Sur.

Acompaño a Bowen al campamento Vista Hermosa dos días después de la emisión del programa. En una mediagua construida por Un Techo para Chile tomamos pan y té. Las viejujas se vuelven locas por él ahora que sale más en la tele. Lo conocen desde que llegó al Techo.

Lo acompaña el diputado por Lo Espejo, Jorge Insunza, quien tiene que presentarse, porque no todas lo ubican.

–La gente se da cuenta de quién es verdadero –dice Bowen– da credibilidad haber trabajado en el Techo.

Éste es su capital político de Bowen y él lo sabe.

Los "aún jóvenes" diputados y líderes de la Concertación, como Jorge Insunza, Claudio Orrego, Alberto Undurraga, Marcelo Díaz, se han involucrado más en la campaña a partir de Bowen. Especialmente después del alivio de la encuesta CEP.

–Despertaron –me dice Jorge Zuleta, un PPD de 35 años que trabaja en el Consejo Regional–. Una vez confirmado Bowen y su estrategia tuvieron que ponerse los bototos y salir a la calle.

Insunza me comenta que gracias a Bowen tienen luz verde para "tomarse" la Concertación. Y puede que así sea. En mayo me pareció haber visto a uno de los mencionados con Bowen por algún lado. Ahora andan en todas.

Tras la encuesta le dieron la pasada a varios "temas Bowen" que estaban atascados por los rumores en su contra: armar una red de profesionales para hacer trabajos voluntarios en poblaciones, arremeter con fuerza en las redes sociales de internet, apoderarse de las calles de la Región Metropolitana y copar las radios con la música que tendrá la campaña.

Bowen sabe que, a medida que cruza el debilucho puente hacia la ribera de la política, su pasado de ex Techo se irá perdiendo en la niebla. Y no quiere perder el impulso antes de llegar a tierra firme. Como nuevo político, les dice a las pobladoras:

–Debemos tener una meta concreta pronto: la idea de llegar al 2010 sin campamentos sólo se puede hacer con y desde un gobierno, ustedes lo saben. Y Frei, sinceramente, va a cumplirla. Por eso quiero que gane.

Todavía no logra incorporar esta idea propia como slogan de campaña, pero si alguna vez lo hace será que el novato de la política se salió con la suya.

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