Sobredosis de TV

Intoxicado del personaje televisivo que él mismo se esmeró obsesivamente en construir durante los 13 años que estuvo en pantalla, en julio el periodista Andrés Caniulef dijo "chao jefe" y se fue a principios de agosto a Europa y a Estados Unidos donde estará hasta octubre. Ahora, saboreando esta nueva sensación de libertad, concluye: "me enfermé de televisión".




Paula 1155. Sábado 30 de agosto de 2014.

"Renuncié a Canal 13 porque estaba agobiado, tenía ansiedad, angustia, insomnio, problemas a la piel, que no eran más que una externalización de mi descontento. Me despertaba y no quería ir a trabajar. Jamás me había sucedido algo parecido en mis 13 años en televisión. Estaba al borde del colapso. Nunca me había detenido: hice la práctica en Prensa, luego todos los reemplazos y turnos de fines de semana posibles para hacerme un lugar, después Teletarde, el matinal y Alfombra roja. Durante demasiado tiempo mi vida fue solo trabajar. O me tomaba un respiro o terminaba mal".

"Me enfermé de televisión. Siempre he sido una persona que planifica todo y eso me ayudó a construir mi personaje televisivo que demoré todos estos años en armar. Pero me cansó. Me agotó la maqueta que finalmente se transformó en caricatura. Estaba viviendo para la pantalla. Ahora quiero ser menos cuidadoso en mis opiniones y más relajado en mi manera de vestir. De hecho, un día, aunque era mi sello, boté la humita a la basura, y otras tantas quedaron para siempre en vestuario del canal. Dejé de aparecer siempre con chaqueta, empecé a ponerme jeans y cambié los zapatos por zapatillas. Y comencé a sentirme más cómodo, incluso más guapo".

"Aunque era mi sello, boté la humita a la basura. Dejé de aparecer siempre con chaqueta, empecé a ponerme jeans y cambié los zapatos por zapatillas. Ahora me siento más cómodo, incluso más guapo".

"Me fascina la televisión desde que era un niño. No podría trabajar en otra cosa. Mi primer encuentro con la tele fue como fan de Extra Jóvenes, en los tiempos de Claudia Conserva. Una vez fui al programa y me llevé un tarjetón con el logo del canal, que guardé como tesoro durante años. Después fui extra de teleseries y público de varios programas. Me encantaba el movimiento del coordinador de piso, los camarógrafos, los productores, la tele por dentro. A mis papás les preocupaba esta obsesión, veían como imposible que yo pudiera trabajar en televisión. Siempre supe que lo lograría".

"Algunos dicen que la farándula en Chile está muriendo. Me parece una ingenuidad. La farándula es parte del mundo del espectáculo y seguirá viva mientras existan famosos de los que hablar. Esa es la magia".

"Mi papá cree que es una locura que haya renunciado y me vaya de viaje por dos meses, y lo entiendo. Él nunca tuvo esa posibilidad: trabajó 25 años sin parar como funcionario de la Fach. Pero nuestras realidades son distintas. Él tenía una familia que mantener y yo no. No siento ni un poco de culpa por haber hecho este 'chao jefe'. Es más, hay gente que me ha parado en la calle para felicitarme, probablemente porque es una fantasía de muchos y una oportunidad a la que todos debiesen poder acceder".

"Sentarme en un café a ver cómo avanza el día. Ir al gimnasio y reencontrarme con mi cuerpo. No ver ni un minuto de televisión chilena. Son los máximos gustos que me di durante las primeras semanas sin ir al canal".

"De la causa mapuche sé lo mismo que cualquier persona que lee los diarios y ve las noticias. No fui educado como mapuche y, aunque estoy orgulloso de mis raíces, me parece tremendamente discriminador que me pregunten una y otra vez por esos orígenes. ¡Qué importa el apellido! En mi vida y en mis proyectos no hace diferencia alguna. Pero hay gente que cree que porque soy Caniulef debiese vestirme de mapuche y estar metido en una ruca, y no trabajando en televisión".

"Quiero ser más opinante en temas relevantes para Chile, como los derechos de los homosexuales. Es la manera de contrarrestar las ideas talibanas de gente como Jacqueline van Rysselberghe, que viene de una parte de la sociedad chilena que no es capaz de mirar el mundo, que vive aislada y no reconoce a nadie que no sea parte de su círculo. Ahora, que estoy en España, veo a parejas de hombres y de mujeres felices y enamorados caminando por la calle, sin que nadie se dé vuelta a mirarlos. Lo que hace la senadora es exactamente lo contrario: apuntar con el dedo y gritar a los cuatro vientos que los homosexuales son una plaga".

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