Willy Semler: La neurosis y el amor

Por estos días se luce en su rol de Maldita, la nocturna de Mega, pero Willy Semler reconoce que, a estas alturas, lo que más le importa es ser papá. De su nueva paternidad de una niña de 5 años, de sus fobias y neurosis, de sus papeles memorables y deplorables, aquí habla Willy Semler. Entrevista de Monserrat Álvarez en La poca vergüenza, de radio Paula FM. Lee aquí lo que antes escuchaste.




Paula 1097. Sábado 9 de junio.

Siempre te he relacionado con Liberen a Willy, la película. ¿Tienen algo en común?

Muchas veces me echan la talla: "Oye, liberen a Willy" y es porque yo soy fóbico. En medio de un ensayo o grabación, me viene claustrofobia o también agorafobia: mi vida es un tormento.

Pero qué terrible…

Así es nomás. Y se traduce también en fobia social. O sea, yo tengo que tomar mucho ravotril para entrar a un concierto. De hecho, mi último recital fue hace 15 años.

¿Y el ravotril te lo logra calmar?

No, eso es un chiste. No tomo calmantes.

¿Renunciaste a asistir a eventos masivos? ¿Nunca marchaste con los estudiantes el año pasado?

Traté y no pude meterme en la multitud. O sea, me cuesta entrar al supermercado. A veces dejo el carro lleno y salgo arrancando.

¿Qué haces si hay más de 40 personas en una función teatral?

Ahí es distinto, porque entre los actores existe el concepto de la cuarta pared, que separa el escenario del espectador. Entonces uno se siente encerrado en una caja. Además, las luces te encandilan, entonces no puedes ver al público.

¿Entonces de fiesta y bailes ni hablar?

No, no voy a fiestas. Además, ya tengo 53 años y es distinto. Voy a juntas de amigos, a asados, pero a una fiesta masiva no entro nica. Pero bailo harto; me encanta. Bailo con mi hija chica, en fiestocas privadas, bailo cada vez que se puede.

Y, ¿has encontrado alguna razón o buscado un tratamiento sicológico para liberarte de las fobias?

Llevo unos 30 años en terapia, a lo Woody Allen.

¿Y no has pensado en cambiar de sicólogo?

No, en general me he metido con buenos terapeutas. Lo que pasa es que la ciencia de la siquis es una ciencia ciega. Lo que uno hace es un autodiagnóstico después de un largo periodo de trabajo y análisis. Y mi autodiagnóstico es que soy muy neurótico, como casi todos. Todos estamos enfermos. El que no es neurótico, es histérico, el que no es histérico, es sicótico.

El tema es que uno no sabe cómo solucionarlo.

Exactamente. Y empiezan a tantearte con ciertos medicamentos, con ciertos otros y yo soy pésimo para las pastillas, entonces apelo a la pasiflora, a la aromaterapia, a ese tipo de cosas. Y, como soy tan grandote, tampoco me resulta mucho. No tengo mucha capacidad de asimilación.

¿Cuál ha sido la terapia más freak que has probado?

La ayahuasca.

¿Y te sirvió?

Es una experiencia muy fuerte, no del todo grata. Pero en las semanas posteriores a la sesión que tuve, empiezas a atar muchos cabos. Si tienes suerte, puedes llegar hasta a tener un viaje astral y ese tipo de cosas.

Y, ¿es muy terrible vivir contigo?

Quienes viven conmigo dicen que sí. Que soy bien insoportable, pero obvio que también tengo mis cosas gratas. Pero que en general esta intolerancia a la vida no es muy agradable compartirla conmigo.

¿Eres de aquellos que despiertan gruñendo?

Soy de aquellos que duermen poco, ponte tú. Me levanto en la mitad de la noche y prendo el computador o pongo una película y después, cuando me tengo que levantar, me quedo dormido. Entonces, ahí estoy rabiando.

A pesar de todo eso, igual has triunfado.

He triunfado bastante.

Llegas puntual a los ensayos, o ¿también te condoreas por ahí?

En el trabajo no me condoreo en nada. En nada. Ahí soy perfecto.

De las funciones de la vida, ¿cuál te sale peor? ¿La de pareja, la de padre o la de profesional?

La de pareja, porque soy odioso, soy peleador. Sin embargo, también soy regaloneador, soy de los que llevan desayuno a la cama. Y, como papá, estoy en el extremo de los papás consentidores, plenamente regaloneador. De hecho, lo que más me gusta en la vida es ser papá. Entonces lo hago a plenitud y me da lo mismo que me acusen de que estoy malcriando o ese tipo de cuestiones. Me da exactamente lo mismo, hago lo que los chicos quieren por ley.

¿Nunca has castigado a un hijo?

Jamás. No creo en el castigo de ninguna forma, o sea, creo en el reconocimiento de la virtud, creo en la esperanza, creo en todas las cosas positivas y no creo en las negativas.

¿Nunca los dejaste sin ver tele una semana?

No soy capaz de enfrentar una situación así.

Tienes dos hijos de más de 20 años. ¿Cómo ha sido esta vuelta a la paternidad con tu hija chica de 5 años?

Olvídate. Ella hace lo que quiere. Yo puedo estar muriendo de un cálculo renal y si quiere ir al carrusel, para allá vamos.

Dentro de los papeles que has hecho en televisión, ¿cuál recuerdas como el peor?

En la teleserie Infiltradas hice un comisario que, además de ser un papel muy pobre, me salió muy mal y me dejó muy frustrado.

Dentro de tu escala de prioridades, ¿en qué lugar está el sexo?

Primero la paternidad, luego el trabajo, tercero el sexo y cuarto la cocina.

¿Qué parte tuya no logra conformarte?

Las cañuelas.

Pero sin esas cañuelas no habrías hecho el gran personaje que hiciste en el circo teatro de La Negra Ester.

Bueno, sí. Pero igual yo les hubiera puesto bótox o silicona.

Nunca es tarde.

No, pero ya me resigné. Si naciera de nuevo, pediría unas cañuelas normales.

¿Quién es tu candidato para próximo Presidente o Presidenta?

Michelle Bachelet, por supuesto.

Un recado o un consejo al Presidente Sebastián Piñera.

Si se pusiera un terno a la medida y aplicara un poco de espontaneidad a su hablar, las encuestas lo favorecerían mucho más.

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