Familia viajera

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Gonzalo Santos nunca ha sido vegetariano. Al contrario, le encanta la carne y el rito familiar de asarla sobre el fuego, rodeado de amigos. Ahora se las arregló para tener a la venta en La Chakra carne orgánica, de vacas, corderos y pollos de grano criados sin hormonas.

–¡Mamá, igual hay huevos azules en el gallinero!– gritan Paloma (9) y León (7), hijos de Gonzalo Santos (el Huaso) y Sofía Rillón, dueños de la tienda de productos orgánicos, La Chakra.

Ayer, la familia estuvo de duelo: la perra Pelusa mató a tres gallinas, el gallo y un conejo. Pero igual hay huevos, nota Paloma, encargada de la recolección diaria, que luego almacena en el refrigerador de la casa, lleno, además, de yogurt blanco, mix de lechugas, miso, tofu y leche (todo orgánico). El aparato está decorado con un collage de las fotos familiares del largo viaje de casi un año por el sudeste asiático.

El periplo partió en Bali y siguió por Tailandia, Camboya, Vietnam e India. Allá trabajaron haciendo fotos y diseñando lámparas de encajes y cubrecamas en tela batik. Volvieron con un container repleto de esculturas de Buda y Ganesh, pantallas de tela y de bambú, además de un sinfín de productos culinarios para preparar comida thai lo más parecida posible a los deliciosos manjares que comían en los restorancillos del Oriente.

Rollos de papel de arroz

En un sartén calentar ghee o mantequilla clarificada a fuego medio, agregar trozos de tofu, jengibre y lemon grass fresco rallado; espolvorear con merquén a gusto y saltear hasta dorar

el tofu por ambos lados. Verter un poco de salsa de soya y cocinar unos minutos más. Remojar hojas de papel de arroz en agua caliente y extender de a una sobre un plato. Agregar al centro una hoja de lechuga, un trozo de tofu, tallarines de arroz humedecidos y hojas de hierbas. Doblar los extremos de la hoja de papel de arroz hacia el centro y luego enrollar. Servir como aperitivo acompañadas de una salsa a base de leche de coco con

especias thai, como galangal, hojas de lima y ajíes.

Aliños sudafricanos

En la alacena de esta casa abundan los aliños NoMU, creados por la chef de Sudáfrica, Tracy Foulkes. "Cada lata es una experiencia en especias, que vale la pena oler y probar", según Gonzalo. "Con estos aliños cualquier cosa queda bien, mira cómo huele", explica mientras abre un tarro de aliño oriental ($ 6.590) cargado al cilantro, cúrcuma, galangal y pimienta de Sechuán, especial para preparar guisos thai. Otro imperdible es el stir, una especie de pesto deshidratado de tomate con albahaca que se activa con aceite de oliva y se unta con pan ($ 7.990).

Sofía tiene su propio cultivo de lemon grass en el patio de su casa. Lo usa rallado en guisos y sopas.

Aprendieron a comer muy aliñado y picante (hasta León se hizo bueno para el ají), se metieron en cocinas de personas que apenas hablaban inglés y la pareja se hizo adicta a platillos como la Tom yum soup, la ensalada de papayas verdes y los rollitos de papel de arroz rellenos de tofu y jengibre, que desaparecen en un santiamén de lo ricos que son.

Todo con leche de coco, curries de todos los colores, lime, galangal (una especie de jengibre de la zona) y sticky rice, un arroz blanco medio pegoteado (allá les gusta así) que en Oriente es como el pan.

Hoy, ya de vuelta, disfrutan de la casa que seis meses antes del viaje se hicieron a pulso, sin planos, con claraboyas de botellas y maderas de demolición, en una parcela de la Comunidad Ecológica en Peñalolén.

La cocina, repleta de recuerdos de Tailandia (fuentes inmensas de madera hechas de una sola pieza, bombillas y palitos de bambú) es el epicentro de la acción hogareña. Allí llegan los niños, a la salida del colegio Waldorf donde estudian, a comerse todos los helados de La Chakra (los de membrillo, de durazno o de pepino) que están en el freezer. De paso, recogen los huevos de las gallinas que no murieron por la matanza de Pelusa.

En el horno de barro de la casa se asaron verduras como papas, pimentones y cebolla. Para hacerlas más sabrosas se les agregó romero, merquén y, finalmente, pasta de curry.

Sofía, la mamá, mientras tanto prepara el almuerzo: rollitos de papel de arroz rellenos de tofu rebozado en jengibre y salsa de coco, lechugas orgánicas y unos cuantos fideos de arroz que envuelve con sumo cuidado. Afuera, en la parrilla, Gonzalo asa cortes de carne tipo palanca, lomo vetado y cordero orgánico. Hoy, hay mucha comida porque invitaron a algunos vecinos y compañeros de colegio de sus hijos a almorzar. El evento es de una informalidad divertida: nadie se sienta, todos se instalan por ahí, conversando, agarrando pequeños de trozos de carne con la mano.

El aperitivo vegetariano –antes del asado– son verduras cocidas en horno de barro (cebollín, espárragos, champiñones, pimentones, papas con aliño oriental sacado de un sobre) y unas delicias hechas con cortes de berenjenas y queso de cabra derretido. Para el brindis, Gonzalo saca un vino orgánico cabernet malbec y Sofía, unas copas de coco traídas del viaje, mientras León se aventura con unas papas untadas en una salsa híper picante y Paloma se escapa de nuevo a la cocina a dar el bajo a los helados. Llegan más amigos y la fiesta continúa hasta que cae el sol. Pelusa sigue al aguaite cerca del gallinero.

Té de colección

En una repisa, una colección con distintos tipos de té: Yogi tea, cajitas de té Inti Zen, aguas de hierbas Chamana, mate en bolsas y bolsitas de Celestial Season o té Club. Además, guardan en frasquitos transparentes o en su caja original hojas de té tulsi, de la India; té verde en hebras; de jazmín; pociones incaicas, y flores que se abren en agua caliente. En Yoga Surya, una selección de cinco tipos de té Chamana creados por Inés Berton, argentina especialista en infusiones, vale $ 3.000. Manquehue Norte 2056, fono 219 5000.

Antes de volver a Chile cargaron en un container cientos de tesoros seleccionados en mercados y bodegas del sudeste asiático: Budas hechos en piedra, figuras de Ganesh, camas talladas, fuentes de agua y lámparas de tela batik. Todo se vendió entre familiares y amigos que se pasaron el dato boca a boca, pero aún quedan algunas piezas únicas que se pueden comprar previa cita al fono 9222 7775.

El próximo cargamento –en primavera– surtirá el proyecto de paisajismo de Sofía, Flor de Loto, tienda que pondrá en el patio de su casa con plantas y objetos de decoración de jardín y terrazas.

Otros secretos de familia:

Helados y manjar: estos helados caseros, que pronto se empezarán a vender en La Chakra, no tienen colorantes y están hechos con mezclas de membrillos, pepino, menta, té verde, mango y sauvignon blanc. Otra delicia que comen a cucharadas en el patio es el manjar artesanal de Lácteos Naturales Santa Ester. Sus productoras lo venden directamente en la comuna de María Pinto, Callejón Los Pimientos, parcela Nº 29, Ibacache Alto, fono 9438 7548.

Merquén de lujo: los Santos Rillón no comen otro merquén que no sea el de la marca chilena Etnia. "Está bien hecho, con ají cacho de cabra del mejor. Tiene un color natural que alegra y condimenta cualquier guiso con un leve dejo a humo picante", explica Gonzalo, que se habituó al sabor picante. En la tienda Wain venden un gran frasco, en formato "chef", de 300 g a $ 10.000. Según el dueño de Etnia, Sebastián Dib, allí tienen el producto al precio más conveniente. Tres vinos orgánicos recomendados: en una alacena de la cocina de esta casa hay una colección de vinos antiguos con etiquetas viejas preciosas. Muchos de esos vinos han salido picados, por lo que ya casi ni los abren, los dejan sólo para decoración.

Santos recomienda tres orgánicos imperdibles:

1.- De Martino, cabernet-malbec, 2006 del río Maipo. $ 6.900.

2.- Coyam, de Santa Emiliana, mezcla tinta orgánica. $ 11.990.

3.- Natura Plus, de Viña Tarapacá, ensamblaje de cepas cabernet, franc, syrah y merlot orgánico. $ 7.190.

Todos en El Mundo del Vino: Isidora Goyenechea 3000, Las Condes, fono 584 1173.

Quínoa en blanco y negro: todos los días hay quínoa en esta casa. Quínoa o arroz integral. Así, Sofía, que es la vegetariana del hogar, la come preparada con una receta básica (de zanahorias en cuadritos) acompañada de verduras. Para los carnívoros es el

acompañamiento del pollo y la carne orgánica a la parrilla. En Tostaduría Talca, los 500 g de quínoa blanca cuestan $ 2.100. La quínoa negra cuesta $ 1.400. En La Chakra, los 500 g de quínoa blanca orgánica valen $ 2.790.

Jugo de cranberry: Paloma y León toman jugo de cranberry a cada rato. Les encanta este fruto rojo de sabor delicioso que contiene una buena cantidad de antioxidantes. Ellos no lo saben, se lo toman nomás. Viene en una botella de jugo concentrado que rinde 10 litros. En La Chakra vale $ 10.000 el litro.

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