La reina del caño

Desde 2012 se celebra el Pole Dance Championship Chile, competencia en la que se enfrentan los mejores bailarines del caño y de la que en 2013 salió ganadora Francisca Murillo, quien tras el triunfo compitió en el sudamericano de esta disciplina en Argentina. Aunque partió tarde, a los 30 años, hoy, llena de trofeos y con una academia propia en Concepción, se prepara para representar a Chile en el mundial que se celebrará en Londres en julio de este año.




Fran Caño. Así le dicen a Francisca Murillo (34) casi todos los que la conocen en Concepción. El apodo le provoca tanto orgullo como el anillo de oro blanco de 18 kilates y nueve brillantes que lleva en el dedo del medio de la mano derecha desde mediados del año pasado. La joya es el premio que recibió cuando ganó el primer lugar de la categoría máster en el Pole Dance Championship Chile 2013, la más alta de todas en el arte de hacer piruetas colgada sobre un tubo de acero desafiando la gravedad. Ese anillo, galardón que le abrió el camino para llegar en julio próximo al mundial de Londres, se lo saca solo cinco horas al día, única y exclusivamente para encumbrarse sobre los casi cuatro metros de barra instalada de piso a cielo frente a un espejo en su propia academia, Pole Fly, que abrió cuando se fue a vivir a Concepción en 2010.

Antes de ganarse el apodo de Fran Caño, Murillo tomaba clases de samba, disco y capoeira por el puro gusto de bailar. Pero nunca, jamás hasta ya cumplidos los 30 años, se había subido a un caño. Lo hizo cuando uno de sus profesores, impresionado por la coordinación y el dominio que tenía sobre su cuerpo, la motivó a incorporar la barra en una de las coreografías de las clases de salsa. Lo hizo y le quedó gustando. Tanto, que investigó sobre el tema y se inscribió en la academia Go Up Dance, la primera que se instaló en Santiago, a cargo de los bailarines Christian Cerpa y Laura Vásquez, pioneros del Pole Dance en Chile. "Llegué y se me abrió un mundo totalmente desconocido. Siempre pensé que iba a ser la única interesada, pero fue muy impresionante ver la cantidad de gente que había colgando de los caños de la academia", recuerda Murillo, quien desde 2009 le dedica todo su tiempo al Pole Dance: se formó como instructora en Buenos Aires y ahora, además de entrenar para sus competencias, todos los días hace tres clases en su academia a mujeres de entre 10 a 50 años.

Aunque no está federado, el Pole Dance es una disciplina más cercana a la gimnasia artística que al baile cabaretero. De hecho, las estrictas normas de las competencias solo permiten el uso de ropa deportiva y prohíben tangas y bikinis, así como todo lo confeccionado en cuero, goma o látex.

UN CUERPO ESCULPIDO

A simple vista en el cuerpo de Francisca Murillo no hay un rastro de grasa. Cada músculo está perfectamente marcado, sobre todo su abdomen: no podría ser de otra forma, ese es el núcleo de donde saca la mayor parte de la fuerza para lograr sus contorsiones circenses. El resto es pura fibra: bíceps, tríceps, cuádriceps y dorsales bien marcados, como esculpidos con cincel; un trapecio que se asoma tensionado entre su cuello y sus hombros; glúteos firmes, en los que no se mueve nada, y gemelos que parecen esconder un pequeño saco de arena tras la piel. Todos los componentes de un físico atlético están a la vista. Las marcadas venas que recorren su cuerpo están constantemente hinchadas, y parecen esquivar con maestría los hematomas que toda maestra de Pole Dance guarda en su registro. Son los moretones de rigor que cualquier profesional de esta actividad debe tener. Pero así como los moretones se forman por los constantes golpes de su cuerpo con la barra, también hay señales externas que saltan a la vista, de un rojo intenso. Carne viva. El roce con el caño le ha levantado los pedazos de piel más sensible, sobre todo en los pliegues de las articulaciones, y ha dejado expuestas las capas inferiores de la dermis. Para protegerse, su organismo ha creado decenas de capas que, juntas, forman una gruesa resistencia a la fricción del fierro cromado, pequeños callos que insensibilizan el contacto.

"Es paradójico porque esto, de sexy, no tiene nada. Mi marido se muere de la risa y me dice: ´Tú eres la reina del caño, pero eres lo menos sexy que hay, estás llena de moretones y músculos´. Y es verdad. Mi cuerpo tiene poco de sexy, pero es tan gratificante ir logrando los objetivos que las heridas y los dolores pasan a segundo lugar", dice Murillo. Su testimonio es absolutamente lejano a la imagen de la bailarina que se contonea sensualmente en una barra, así de ruda es esta práctica a nivel profesional, que exige mantenerse en el aire durante los cuatro minutos que duran las competencias oficiales. Pero el problema no es solo sostenerse con firmeza, también hay que saber hacer trucos –palabra usada en las competencias para referirse a los movimientos que se hacen sobre la barra– perfectos e hilarlos con gracia y elegancia. El último que Murillo consiguió hacer se llama rainbow y está catalogado como una de las piruetas más difíciles y que, por lo mismo, otorga el mayor puntaje en su categoría, ya que requiere mucha flexibilidad de espalda, hombros y piernas. Estuvo años practicándolo sin suerte, se frustró y dejó de hacerlo hasta que durante un día de práctica, en 2013, le salió de manera fortuita. Sin proponérselo logró extender en el aire las dos piernas y alinearlas por completo hasta formar un ángulo de 180 grados, sostenida del caño solo con la mano derecha, mientras con la izquierda tocaba la punta de su pie derecho.

Para cada competencia, Murillo se prepara con rigor: elige una canción, con su celular se graba haciendo piruetas que improvisa y luego elige los trucos que mejor se ven en el video. Después les muestra el proyecto de coreografía a otros instructores y entre todos arman una puesta en escena que cumpla con los requerimientos técnicos que son evaluados por el jurado, como ejecución, trucos de fuerza extrema mantenidos en una posición fija, elongación, deslizamiento y caída libre, entre otros. Tanto en la coreografía y puesta en escena, como en la presentación personal, las normas de competencia del pole dance son estrictas e incluyen protocolos estéticos para distanciar la práctica deportiva de lo que se conoce popularmente: solo se permite el uso de ropa deportiva y se prohíbe el uso de tangas y bikinis, así como todo lo confeccionado en cuero, goma y látex. "En las competencias uno no se puede sacar ropa, porque eso se asocia con que uno se está desvistiendo, y está penalizado. Te quedas inmediatamente fuera de competencia si se te ve una pechuga", afirma Murillo.

A LONDRES

Aunque empezó a los 30 años, tarde para una disciplina en la que es necesario tener un cuerpo joven y moldeable, en los cuatro años que han pasado desde su primera clase, Murillo ha cosechado importantes logros: salió segunda en el Pole Dance Championship Chile, el primer campeonato nacional celebrado en 2012, y primera en el de 2013, año en el que también obtuvo el quinto lugar en el Sudamericano que se celebró en Buenos Aires. Ahora va por más.

En su condición de campeona nacional, ganó el derecho de asistir al mundial de pole dance que se celebrará este 19 y 20 de julio en Londres. Irá acompañada de los campeones de las categorías Femenina profesional, Femenina amateur y Masculina: en total diez mujeres y hombres que representarán a Chile, entre ellos una alumna suya en la academia Pole Fly de solo 10 años. "En Concepción hago Pole Kids, que es una categoría súper nueva en Chile. Este año participaron en el campeonato Sudamericano y una de mis alumnas salió campeona y se va con nosotros al Mundial. Con estas clases las mamás se dan cuenta de lo que es realmente el pole dance y entienden que es un buen ejercicio, que hace muy bien", explica Murillo.

"Mi marido se muere de la risa y me dice ´tú eres la reina del caño, pero eres lo menos sexy que hay, estás llena de moretones y músculos´. Y es verdad. Mi cuerpo tiene poco de sexy, pero es tan gratificante ir logrando los objetivos que las heridas y los dolores pasan a segundo lugar", dice Murillo, en cuyo cuerpo se ven los rastros de una práctica que implica esfuerzo físico y resistir heridas.

Aunque el pole dance todavía no es reconocido como deporte a nivel mundial, de a poco se ha ido abriendo paso. En 2007, el mismo año en que empezó el boom de la disciplina en Chile –con entusiastas adeptos y proliferación de academias e instructores–, se formó el International Pole Dance Fitness Association (IPDFA), que organiza competencias anuales de nivel internacional y lo promueve como deporte y no como un mero baile. Incluso, la IPDFA pretende que esté contemplado en los Juegos Olímpicos de 2016, en Rio de Janeiro.

En Chile, Murillo, junto a Christian Cerpa, Laura Vásquez y y un número cada vez mayor de instructores de pole dance, han empezado a trabajar juntos para contar con mayor reconocimiento y apoyo. “Queremos armar una federación y que ojalá el pole dance entre en la categoría de deporte olímpico. Necesitamos que se conozca y que la gente sepa en qué consiste. El hecho de ir a un mundial sirve, pero para que esto funcione necesitamos tener recursos del gobierno y de las instituciones”, declara la campeona nacional, a pocos meses de partir a competir al mundial de Londres.

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