Maratón de concejales

Este 28 de septiembre 10.598 candidatos partieron en una loca maratón. Hijos de vecinos, políticos, dirigentes estudiantiles, vecinales, profesores, actores, una conejita playboy, un enano, raperos, panaderos, colectiveros y hasta un imitador del Gato Juanito escucharon el llamado de la política. Correrán 30 días, pero solo 2.212 cruzarán la meta. Ganarán su plaquita como de sheriff, que en Casa de Moneda vale 3.500 pesos y un sueldo mensual de 500 mil pesos por cuatro años. ¿Para eso tanto esfuerzo?




En el auditorio de Renovación Nacional, en Antonio Varas, Carlos Charme, jefe de gabinete de la subsecretaría de prevención del delito del Ministerio del Interior, salta al escenario, toma el micrófono y gratia: "¡¡Holaaaa... Concejales por Chile!!". Se oyen un par de holas tímidos entre los 30 candidatos a concejal dispersos en esta capacitación de Liderazgo y Temas Públicos que RN realiza para sus casi 3.000 candidatos en Chile. Y que hacen región por región. Continúa: "Los invito a pararse, respirar hondo y botar toda esa distensión (sic)". Solo un par de candidatos se para de sus asientos. Charme abre los brazos como un Cristo: "Exhalen, liberen la energía, essoo, essoo", dice con la boca pegada al micrófono.

Los candidatos siguen inmóviles. Ante la escasa respuesta, el conductor del evento explica, sin profundizar si es broma o en serio: "es que antes Charme, era animador de eventos". En la salida del auditorio, el anterior expositor, el seremi de Desarrollo Social, Aliro Caimapo, discute a voz en cuello cómo defenderse de los ataques de la oposición por la encuesta Casen. Se oyen tantas risas que deben cerrar la puerta.

En la Concertación no es muy distinto el panorama. En un centro de eventos de la Quinta Región se anuncia el plato fuerte de una tarde de Optimización de Recursos Publicitarios para concejales. Es una capacitación de liderazgo traída de USA. Oscurecen la sala y empieza un power point con fotos de autos: un Porsche, una 4x4, un jeep, un escarabajo, un sedán cualquiera y otros. Y el conductor pregunta a los candidatos independientes y concertacionistas: "¿Con qué auto se identifica usted?". Nadie responde. Repite: "Ya muchachos, sabemos que es tarde, ¿con qué auto se identifica cada uno?". Con evidente cansancio un candidato a concejal por Viña del Mar de unos 50 y algo, pelo cano, lentes de ratón de biblioteca, camisa por reven tar y papada, se levanta y dice: "Yo me identifico con el Porsche". Carcajadas inmediatas. Saca aplausos. Continúa el conductor: "Cada candidato político, es un arquetipo. El Porsche es el guerrero. El jeep, el aventurero. El escarabajo, el rebelde...". Algunos políticos más viejos se retiran suspirando con cara de "otro día perdido". En la sala contigua, entre cafés cargados, otros candidatos discuten acaloradamente sobre cómo machacar a los candidatos de gobierno con la encuesta Casen.

La profesora de Marketing Político y cineasta Francisca Valenzuela Moure –que entrena a políticos para campañas– en un taller de Marketing Político en la Universidad de Chile, dice que esas capacitaciones son necesarias, pero que en Chile los políticos las toman en serio una vez electos y no como candidatos.

–Candidato viene de cándido. Y curiosamente así actúan muchos. No saben hacer discursos. No saben plantarse frente a una cámara. Responden y se enredan. Pero cuando ganan un cargo, recién ahí toman en serio el asunto. Quizás porque acá persiste la idea que las campañas se ganan en la calle, en las veredas, a combos, en el cara a cara y no en los medios, en la imagen. Cosa que está cambiando.

El más joven de Chile

Pero antes de hacer campaña viene la parte difícil: decidirse.

–Casa Payaso, buenos días. No, buenas tardes.

–Necesito ubicar al candidato a concejal Anthony Prior

–digo al teléfono.

–Ah, ok… ¡Anthonyyyyy..!

Tiene 18 años y es el candidato a concejal más joven de Chile. Se postula por San José de Maipo. Un par de días a la semana hace el aseo en esa productora circense y con eso se paga el preuniversitario, no la campaña.

–Todo junio me desvelé pensándolo –dice Prior– hasta que una noche hablé con mi padrastro y mi mamá, y me lancé. Lo único que me pidieron es que haga "un preu" porque después de las elecciones es la PSU…

RN realiza, región por región, una capacitación de liderazgo y temas públicos pasra sus casi 3.000 candidatos a concejal. "Los invito a pararse... A respirar hondo y botar toda esa distensión (sic)", dice Carlos Charme, Jefe de Gabinete de la Subsecretaría de Prevención del Delito del Ministerio del Interior, que anima el evento. Solo un par de candidatos se para de sus asientos.

Fue dirigente estudiantil en 2011. Y vio que tenía ese don, las masas lo seguían y él podía guiarlas. Siempre fue vocero de algo. Defensor del Río Maipo. Luchador por el agua potable. Presidente de curso y del liceo. Cuando lo pensaba, otras personas le decían "¿tan chico?, ¿será capaz?" y él respondía rápido, maduro: "Cuando tuvo sus hijos.¿esperó a sentirse capaz? No. Lo hizo nomás, ¿cierto? Entonces, déjeme intentarlo". Con un amigo reunió las 50 firmas y se inscribió en agosto. Jeanne Croocker (31), una de las candidatas a concejal de Renovación Nacional en La Florida, cuando decidió postularse en mayo, no pensó que su marido le diría adiós.

–No le gustaba que yo me dedicara a la política. Él era gerente minero, su mundo es muy serio. Entonces, cuando salió en la prensa una foto mía diciendo que haría mi campaña vestida como Jeanne de la selva y que mi marido se disfrazaría de Tarzán, no lo soportó y decidió separarse.

Claro, por las llegadas tarde, las largas reuniones, sus fines de semana ocupados en la política y no con la pareja.

–Es un precio muy alto, ¿vale la pena? –le pregunto.

–Es que es mi vocación –dice Jeanne, que trabaja en La Moneda coordinando la agenda de Piñera. Trabajó en varias campañas y siente que es su terreno. –Quiero limpiar de malas prácticas, ofrecer mi transparencia, mis ganas de ayudar, mi voluntad, mi esfuerzo–, agrega.

Pero tanto idealismo no cae bien en esta arena. Jeanne cuenta que sus colegas RN quisieron bajarla por secretaría días antes del plazo fatal. Además, de pena, le dio un ataque a la vesícula y terminó hospitalizada. Tuvo que inscribirla su madre. La madre de Jeanne es su Maquiavelo. En 1973 estaba lista para ser candidata a concejal. El largo receso político postgolpe la frustró. Educó a su hija en la política hasta llevarla al mismo punto donde ella quedó: candidata. Vendió un departamento para financiarle la campaña.

Alejandro Pareto (30) tiene una historia parecida. Aprendió a leer el diario en las rodillas de su abuelo diputado, Luis Pareto (DC). Y, cuando joven, discutía del centro de alumnos con su tío Cristián Pareto, alcalde y luego diputado por Estación Central desaforado por el caso coimas. Lleva la política en las venas. –Cuesta tomar la decisión. Pero ¿sabes?, por otro lado si no lo haces, vives con un vacío enorme. Al decidirme terminamos con mi polola, pero la entiendo. El costo es muy, muy alto. –Claro. Para las personas que no saben de política –le acoto. –No. ¡Precisamente porque saben lo que se viene!: peleas, intrigas, amenazas, rollos, deudas, desvelos, cero tiempo libre, totalmente entregado a la campaña.

Ser candidato es un trabajo de 24 horas por 7 días, dos o tres meses y lleno de sinsabores.

La actual Concejal UDI por Padre Hurtado, Paz González que va a la reelección dice:

–Mi pareja también está en la política, por eso me entiende. Por ejemplo, este domingo está de cumpleaños y yo tengo ¡tres actividades! Imposible si no me acompaña. También hay novatos que sienten el llamado.

Gonzalo Gachot, residente en Santiago Centro, es candidato independiente por el PRO, Partido Progresista por Santiago. Es un chef que tuvo su minuto de fama como vecino del ruidoso pastor Ricardo Cid, aquel que hacía llover oro en sus cultos evangélicos. Le dio la pelea organizando a los vecinos y usando los recursos municipales hasta desalojarlo 14 veces. Recibió amenazas y chantajes hasta que por fin puede dormir en paz. –Ahí vi que los concejales de Santiago no hacían nada por los vecinos. Si ni siquiera viven acá. Y me planteé: si no hacen los cambios ellos, los podemos hacer nosotros mismos, no esperar que las soluciones vengan de políticos profesionales –dice con esa "rabia positiva" como dice él, preparando shawarmas en el restorán de Patronato donde trabaja. Con un par de amigos diseña los carteles y gran parte de su campaña digital. –Nadie se salva en la familia –dice Gustavo Arias (36), el único candidato a concejal por San Joaquín que proviene de La Legua. En la elección pasada le faltaron 50 votos para los casi 2.000 que requiere un concejal en esa comuna.

–Me ayuda mi mujer, mis dos hijos, mi viejo. Todos. Yo creo que La Legua debe estar en la Municipalidad –dice el hiperkinético cantante del grupo Legua York. –No es posible que por nosotros hable hasta el ex fiscal Peña o el ministro del Interior pero no tengamos voz ni voto en el municipio.

Los 6, 8 o 10 concejales municipales (dependiendo del tamaño de la comuna) que resultan electos solo votan los proyectos del alcalde, de las organizaciones vecinales o regionales. Pero no pueden presentar ni patrocinar proyectos, solo hacer oír su voz en el concejo una vez por semana. Votan desde nuevas luminarias, permisos de edificación o demolición, todas las licitaciones municipales, hasta los cambios del presupuesto de salud, educación o seguridad municipal. Su mano en alto decide ni más ni menos que 20% del presupuesto nacional. Y muchos creen que su mano por debajo de la mesa recibe otro tanto.

Cuánto cuesta

Todos preguntan: ¿y cuánto cuesta un concejal?

–10.990 pesos– dice Gonzalo Gachot. Eso es lo que lleva gastado en su "campaña limpia" con la que compite por Santiago.

Compró dos poleras en 8 mil y las mandó a estampar en Patronato en 2 x $ 2.990. También usa folletos, carteles y un pendón que le regalaron en el PRO. Todo el kit le cabe en una mochila. Va a pie o en bicicleta hasta la puerta de un supermercado, se calza su polera amarilla, arma su pendón y trata de hablar con la gente. –Hola, soy Gonzalo Gachot candidato a con... –Hola, soy Gon…

También reparte un código QR (ese logo que se escanea con los smartphones y deriva a una web) que imprimió en adhesivos y que será el sello de su campaña. Claro que un domingo de septiembre el viento hace de las suyas y el pendón se infla como una vela. Sus stickers vuelan y más encima un violento choque en la esquina lo dejó temblando. Envuelve su publicidad y efectivamente deja todo tan limpio como estaba.

–Sé que a la larga gastaré más– se despide Gachot –tengo algunos ahorros. ¡Pero no los 85 millones que gastaron los concejales electos en Santiago! Es escandaloso…

El Servicio Electoral devuelve a los candidatos 0,03 UF, ($ 670) por cada voto obtenido con un máximo que se calcula por comuna. En Santiago el tope es de 83 millones por cada concejal. En Juan Fernández 1 millón 800 mil pesos. En la última elección presidencial el Estado devolvió a los partidos políticos 6 mil millones de los 33 mil millones que se gastaron. –Cada postera (cartel de poste) cuesta alrededor de 4 mil pesos– dice el impresor gráfico de Imagen Publicitaria, Boris Navarro, una de las grandes empresas del rubro que imprime 3 mil metros diarios de publicidad. Una "valla" o cartel plano para un techo cuesta entre 10 a 15 mil pesos. Lo mismo cada paloma, los típicos carteles que se ponen en las avenidas cuidados por flaites.

–Un candidato que se respete manda a hacer mil de cada cosa por lo bajo –agrega Navarro.

En un centro de eventos de la Quinta Región se anuncia el plato fuerte: una capacitación de liderazgo traída de Estados Unidos para los concejales. Oscurece la sala y empieza un Power Point con fotos de autos: un porsche, un 4x4, un jeep, un escarabajo. Y el conductor pregunta a los candidatos independientes y concertacionistas: "¿Con qué auto se identifica usted?".

Pero hay otros gastos. Una gigantografía en la Alameda cuesta 6 millones entre cartel y soporte. Un jefe de campaña gana 1 a 2 millones por mes. Más una secretaria, un chofer, un par de jefes de comando, el arriendo de una sede. Un tipo por subir a los postes y amarrar las posteras, cobra 20 mil por noche (el valor incluye la escalera). Un cuidador de palomas, 15 mil diarios. Otro que rompa las palomas ajenas, 10 mil, 20 o más, dependiendo del riesgo. Más comida, bencina, cigarrillos y muchos otros gastos. –La famosa devolución del Servel era una pesadilla: había que esperar hasta 6 meses para cobrar las facturas– dice a su vez Claudio Silva el impresor de publicidad política Puntocaco. La Ley de Financiamiento de los Partidos Políticos es de 2003. Obligaba a las publicitarias a inscribirse en un registro como una forma de controlar el gasto. Pero desde 2006 ese registro es letra muerta.

Lo peor para las agencias de publicidad o de gráfica son los candidatos que pierden. Entran en depresión y después no tienen ganas de hacer los trámites o se esfuman.

–A mí, tres candidatos se me arrancaron sin pagar. Así que ahora cobro 50% anticipado y 50% al retirar. El candidato verá si le pide al banco, se endeuda o después rinde la factura al Servel–, dice Claudio Silva.

–La próxima semana, me endeudo– dice Alejandro Pareto en Estación Central. –Voy a pedir un crédito electoral. Como la DC tiene una buena votación anterior, Alejandro Pareto pedirá alrededor de 8 millones prestados. Pero los ejecutivos bancarios no son muy amables o desconocen el trámite y debe mover los hilos para apurar la gestión. También acudirá a los empresarios que pueden aportar hasta 22 millones por candidato según la ley. En todas las comunas los principales aportes vienen de privados. Después tienen en el concejal un voto favorable para licitaciones, permisos y proyectos.

La mamá de Jaenne Croocker gastará 25 millones propios en la campaña. No quiere pedir aportes privados, porque según ella, al final "son lealtades compradas". Lo sabe muy bien. En 2005 fue la jefa de adquisiciones de la campaña de Sebastián Piñera, muy cerca de su equipo de financiamiento.

Leyes escritas

Anthony Prior llama a una actividad para limpiar el popular río El Manzano, en el Cajón del Maipo. Su campaña digital va viento en popa. 670 seguidores en facebook marcan con el pulgar en alto. Reúne un centenar de twitts de apoyo. Comentarios en su blog. Llega el día señalado. Acude un solo voluntario: su mejor amigo. Necesita otros 550 como él para salir. –Hay que poner 37 veces el nombre de Jeanne Croocker en los ojos de la gente– dice Sara Bravo, su curtida jefa de campaña–.

Así recuerdan su nombre. Eso se logra con carteles, avisos, papeles, pero hay que optimizar los recursos con creatividad. Con una fábrica harán miles de cajitas de té con el nombre de Jeanne Crooker en cada bolsita. ¡El cartel dentro de la casa, en la misma mesa del comedor!

–¿Y cuánto cuesta cada caja de té?

–150 pesos –dice–. ¡Pero eso no lo pongas, porque nos lo pueden copiar!

–Claro. Soy una tumba.

Jeanne necesita 18.000 votos para salir elegida en La Florida. El asiento trasero del auto de Paz González, concejal UDI, parece un verdadero bazar. Lleva una caja de jarritos con fotos de clubes de ancianos que estampa ella misma. Otra de llaveros. Otra con flayers a los que le agregó un dulce. La acompaño a encargar sus pendones. Lleva los diseños en un pendrive con un colorido cordón. Tan colorido, que el perro de la imprenta se lo arrebata de un mordisco y sale arrancando. Cosas de campaña. Necesita 1.800 votos para seguir otro periodo.

Alejandro Pareto todavía necesita 11 mil votantes en Estación Central. Días antes del 28 de septiembre, –cuando arranca la carrera municipal–, sale una madrugada a instalar su publicidad callejera. Pasa un largo muro de la calle 5 de Abril que, dice, es propiedad del PC.

–Solo el PC raya este muro por sus caídos –dice solemne Pareto–. Nadie pone un cartel encima. Ni una paloma. Hay muchas leyes no escritas de la política callejera. Si no las conoces puedes desatar una guerra.

Donde no hay respeto es en su propia lista. Un compañero de partido y por lo tanto, archienemigo al parecer, estaría botando sus carteles de los postes en calle Infante Cerda. –¿Estás seguro que fue él?– pregunta a Leonardo Barahona, curtido hombre de la política callejera, con una dictadura, 5 presidenciales y un sinfín de elecciones municipales en el cuerpo. –Shipooh. Yo mismo las coloqué– dice con su ronca voz fumando en la ventanilla del auto.

–Voy a llamarlo. Si no, ¡vendetta!– dice Pareto arrojando, a su vez, su pucho al pavimento. Partimos. La guerra ha comenzado. ¿Política? ¿Qué es eso?

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