Víctimas del bisturí

Entraron al quirófano con la ilusión de eliminar ese rollito demás, agrandar el tamaño de sus pechos o quitarse años de encima. Pero, en vez de ver cumplidas sus expectativas, salieron del pabellón con daños permanentes, irreversibles. Mientras en Chile el número de cirugías estéticas aumenta a la par de los ofertones con seductores paquetes a precios accesibles, estas historias dan cuenta de los riesgos que conllevan y de los que conviene estar al tanto antes de que sea demasiado tarde.




Paula 1168. Sábado 28 de febrero de 2015.

Ilusionada con la idea de levantar sus pechos, que tras dos embarazos –y con las consecuentes subidas y bajadas de peso–, quedaron caídos y con la piel flácida, Paulina Filer (34) acudió a una clínica de cirugía plástica en Providencia. Tenía 26 años y fantaseaba con la idea de devolverle a su cuerpo su anatomÍA de juventud. Quería recuperar su autoestima y, de paso, poder usar un escote profundo o un bikini diminuto, sobre todo porque en su trabajo como auxiliar de vuelo las cálidas playas de Miami son un destino frecuente. Por eso, cuando una vecina le comentó sobre una clínica con precios accesibles no lo dudó dos veces.

En la consulta la evaluó un médico anestesista, con quien agendó la anhelada transformación: se pondría implantes de 315 cc por un valor de 1 millón 300 mil pesos. Nada mal comparado con los 3 millones 500 mil pesos en promedio que cuesta esta cirugía. "Era perfecto y barato. Estaba tan entusiasmada con los resultados que decidí operarme", dice. Al cirujano que la operó solo lo conoció media hora antes de la intervención. La cirugía fue todo un éxito, pero a los cuatro meses notó que algo no estaba bien: "La piel seguía flácida y los implantes se caían. Tenía las pechugas literalmente colgando, peor que antes", cuenta. Espantada, Paulina exigió a los médicos una re operación sin costo y un año después entró nuevamente a pabellón. "La primera vez me pusieron los implantes por el borde inferior de los pechos, pero los ubicaron por encima del músculo, sin extraer el exceso de piel, por lo que era obvio que las prótesis se iban a caer", explica. Y agrega: "La segunda vez los médicos utilizaron otra técnica: pusieron los mismos implantes haciendo una incisión por la areola y retiraron el exceso de piel, pero sacaron tanta piel que esta no se podía unir a la areola para cicatrizar". Paulina estuvo tres semanas con licencia porque de las suturas, por el borde de las areolas, no paraba de sangrar. "En los controles el médico me decía que era normal y me autorizó a volver al trabajo. Pero seguía sangrando y tenía unas costras negras terribles. Estaba tan angustiada que durante un viaje a Madrid le mostré el problema a una colega que también se había operado. Apenas me vio, se puso a llorar. Por skype llamé al médico que me operó, quien minimizó la situación. Una vez en Santiago, me dijo que tenía una necrosis en la sutura del pecho derecho. ¡El tejido estaba muerto!", dice todavía sin creer lo que pasó.

Las cirugías estéticas han aumentado 20% en Chile en la última década, y llegan a unas 15 mil por año. Las más solicitadas son la liposucción y el aumento mamario.

Lo que vino fue una seguidilla de innumerables curaciones con la herida abierta hasta que poco a poco cicatrizó. "El proceso fue muy lento porque la piel estaba tan tirante que no se podía unir a la areola. Cuando por fin cicatrizó, las areolas se expandieron tanto, que quedaron con una circunferencia enorme, más una cicatriz de 3 cm que las bordeaba, eran del mismo porte que la circunferencia de la base de mis pechos". Hoy, con dos operaciones posteriores –ejecutadas por otro médico en otra clínica– para retirar el exceso de cicatriz y reducir el tamaño de sus areolas, Paulina afirma que los daños son permanentes. "No he vuelto a recuperar la seguridad. Todo el rato me estoy tapando, preocupada de que no se vean mis cicatrices. Ni pensar en la plata en médicos y abogado que he gastado hasta ahora", relata Paulina, quien en seis meses más volverá al quirófano para su tercera cirugía reparadora, con la esperanza de mejorar un poco más las huellas de esas dos primeras intervenciones.

Sobre lo que le pasó, Paulina cuenta que los médicos aludieron a la mala cicatrización y a problemas con su piel. Pero el 8° Juzgado de Garantía de Santiago dijo lo contrario: según la sentencia que emitió en 2013 después del proceso contra el médico Hernán de la Barra (que no es cirujano plástico), por la demanda penal por cuasidelito de lesiones graves, el error fue una técnica quirúrgica mal planificada y un inadecuado manejo postoperatorio, y dictaminó que el profesional tuviera que firmar por un año en Gendarmería.

Lo que le ocurrió a Paulina es reflejo de una verdad irrefutable: "No da lo mismo cómo, cuándo y con quién te operas", explica el doctor Claudio Thomas, secretario general de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica, Reconstructiva y Estética. Y mientras más demanda exista por una cirugía estética, más aumenta el número de médicos poco éticos que están dispuestos a operar.

SIN LEY DE ESPECIALIDADES

Como ocurre con cualquier procedimiento quirúrgico, toda cirugía conlleva un riesgo anestésico y otros como hemorragias, problemas de cicatrización, embolias e infecciones. También están los riesgos propios de cada tipo de intervención; por ejemplo, cómo el cuerpo de una paciente acepta una prótesis mamaria. Y, finalmente, también es un factor a considerar la técnica y pericia que el cirujano empleará durante el procedimiento. "Es un tema muy delicado porque, aunque son muy pocos los casos en los que una cirugía no cumple con los resultados esperados, cuando ocurre, los daños no son menores. La cirugía es un proceso biológico en el cual no todos los factores pueden ser controlados. Y el trabajo de los médicos debe estar siempre orientado a minimizar todos los riesgos", dice el doctor Thomas, quien es enfático en señalar la importancia de conversar con los pacientes sobre sus expectativas. "Cuando el resultado de una cirugía es insuficiente, en la mayoría de los casos tiene que ver con que la paciente tenía una sobreexpectativa con respecto a este", señala.

Sin embargo, ese no fue el caso de Paulina, quien reflexiona ahora: "Mi primer error fue no chequear quiénes eran los especialistas a los que estaba confiando mi cuerpo. Solo googleé el nombre del doctor por si salía que había cometido algún condoro y la búsqueda no arrojó nada. Recuerdo que el anestesista que me atendió y evaluó la primera vez me dijo que él me iba a operar y yo le dije que quería a un cirujano plástico. Pero ninguno de los dos tiene la especialidad en cirugía plástica. Confié a ciegas en ellos. No hay día en que no me arrepienta".

Su caso revela la necesidad de acudir a un especialista experto en su oficio. Pero elegir correctamente no es fácil porque en Chile no existe ley de especialidades; o sea, cualquier doctor con título de médico cirujano puede abrir una clínica de cirugía plástica y ofrecer servicios de cirugía plástica, estética o reparadora, aun cuando no tenga esa especialidad que requiere de seis años de estudio. "No es ilegal, pero sí poco ético. Es fundamental que el paciente exija a su médico credenciales de confiabilidad", afirma el doctor Thomas.

OFERTONES DE CIRUGÍA

Se estima que en la última década en Chile, el mercado de las cirugías estéticas ha aumentado 20%, llegando a unas 15 mil por año. Según la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica, Reconstructiva y Estética las  más solicitadas son la liposucción, seguida por el aumento mamario, blefaroplastia –cirugía de párpados– y rinoplastia.

Hay varias razones para este explosivo aumento. Por un lado, hay más demanda. Y esto, en parte, se debe al masivo conocimiento que existe sobre las cirugías, además de que los costos hoy son relativamente más accesibles. "Por otro lado, las técnicas quirúrgicas para lograr resultados más naturales se han sofisticado, junto con las técnicas anestesiológicas que también se han refinado", agrega el doctor Claudio Thomas.

"No he vuelto a recuperar la seguridad. Todo el rato me estoy tapando, preocupada de que no se vean mis cicatrices", relata Paulina, quien pronto se someterá a su tercera cirugía mamaria reparadora.

Pero que las cirugías estéticas se hayan simplificado y que sus estándares de seguridad se hayan elevado no quiere decir que sean inocuas. Son cirugías y, como tales, conllevan riesgos. Tienen, también, contraindicaciones y protocolos de cuidado posterior que deben cumplirse con rigurosidad para asegurar tanto su éxito como la salud del paciente. Y eso es algo que los pacientes, obnubilados ante la promesa del cuerpo perfecto, pueden olvidar. "Mientras más se instala la tendencia de cánones de belleza imposibles de imitar, más gente hay dispuesta a buscar en la cirugía la única solución para conformarse con su apariencia", dice el cirujano plástico Raúl Navarro, autor del libro La belleza en las proporciones humanas.

Y así como aumenta la presión de pacientes por operarse, en la misma proporción crecen los ofertones de cirugías estéticas. Distintos centros clínicos privados envían mails y trípticos incentivando la entrada al quirófano. Folletos ilustrados con mujeres de cuerpo escultural, anuncian: "¿Qué te gustaría cambiar para empezar el 2015?". Ni hablar durante esta época de verano donde la explosión de llamativos combos 2x1 promete la anhelada figura para lucir un bikini. "Abdominoplastia + lipoinjerto de glúteos + 3 sesiones de depilación láser de regalo en zona a elección por menos de $ 2.500.000" o "abdominoplastia + lipoescultura de espalda y abdomen + remodelación glútea con cicatriz reducida por $ 3.770.000". Una tentadora oferta, teniendo en cuenta que, en promedio, solo una abdominoplastia bordea los 4 millones en una clínica privada tradicional.

Fue uno de estos ofertones los que sirvieron como anzuelo para que María Luisa (62, secretaria), quien pidió reserva de su apellido, se animara a consultar en la clínica de un médico sin la especialidad en Cirugía Plástica. Desde hace cinco años, sus párpados estaban flácidos y caídos. "Me provocaban una molestia terrible para ver, los sentía muy pesados. Leer o manejar me resultaba difícil. Y por supuesto que eliminar ese exceso de piel iba a refrescar la apariencia de mi cara. Esos párpados me hacían ver como diez años más vieja y con una expresión de eterna tristona", relata.

Macarena Lausen ganó una demanda por negligencia tras los nefastos resultados de una abdominoplastia en la que le sacaron demasiada piel y el tejido hizo necrosis. Le quedó una cicatriz imborrable y todavía, a diez años del procedimiento, tiene que curarse la herida a diario. "El costo sicológico es de por vida", dice.

En diciembre de 2013 le llegó a su mail una atractiva promoción de cirugía de párpados que decía: "Regálate una nueva mirada para Navidad y ahorra 30%", María Luisa agendó una hora de inmediato. "El procedimiento fue con anestesia local y sedación, duró 60 minutos y, luego de un par de horas de reposo, me fui el mismo día a mi casa. Esa misma noche tenía dificultad para cerrar el párpado derecho. Lo mismo al día siguiente y los que vinieron. El doctor me decía que era normal, que esperara por lo menos diez días, pero si podía cerrar el ojo izquierdo, ¿por qué no el derecho? Además, mi ojo derecho estaba más abierto y redondo en comparación al izquierdo, ¡apenas podía salir a la calle!". En el párpado derecho, a María Luisa le extrajeron más piel de la debida, acortándolo al punto de que solo podía cerrar el ojo hasta la mitad. Esto le provocó una infección en la córnea y tuvo que ingresar por segunda vez al quirófano para una delicada cirugía reconstructiva con anestesia general, que implicó un pequeño injerto de piel en su párpado para poder estirarlo.

"El médico me advirtió de los posibles riesgos que conlleva cualquier cirugía, como problemas con la anestesia, la cicatrización o infecciones posteriores. Pero nunca me mencionó la posibilidad de un mal resultado estético. Por eso voluntariamente accedí a operarme. Lo que me frustra es que jamás un médico te va a decir sobre las posibles complicaciones por una mala técnica aplicada. Eso lo van a negar hasta el final", reflexiona María Luisa, quien está en pleno proceso judicial para recibir una indemnización por parte del médico. Y añade con angustia: "Lo que me ha pasado ha sido peor que envejecer".

TODO POR UN ROLLO

A los 36 años Macarena Lausen (47, empresaria y terapeuta floral) pesaba 46 kilos, pero tenía ese odioso rollo entre la cintura y las caderas que es difícil de eliminar con ejercicios; más aún, después de haber pasado por dos embarazos. Por recomendación de una amiga, entró al pabellón de un connotado cirujano santiaguino, dueño de la clínica Terré, y se sometió a una liposucción. "Todo fue rápido y al otro día ya estaba en casa con una faja abdominal. El médico me dijo: 'en dos semanas, cuando estés deshinchada y los moretones típicos de la operación desaparezcan, vas a quedar súper flaca y acinturada, vas a notar la diferencia'. Pero luego de ese periodo, me subí a la pesa y pesaba los mismos 46 kilos del inicio y el rollo que tanto me molestaba seguía ahí". Macarena reclamó y consiguió que le hicieran un refinamiento sin costo. "En la consulta, el médico me dijo que si ya me iba a hacer esta segunda intervención, por qué no aprovechaba de hacerme otras cositas más, porque cómo me iba a dejar con esa guatita colgando y con las pechugas caídas. Enganché, sobre todo porque si alguien te dice algo tan directamente sobre tu fisionomía, por supuesto que te afecta", cuenta. Además de refinar su liposucción, se puso implantes y se hizo una abdominoplastia, paquete por el que pagó 5 millones. Esta vez fue una cirujana plástica quien hizo el procedimiento porque su médico tratante estaba ocupado con otros asuntos.

Arriba, una abdominoplastia mal realizada le dejó a Macarena Lausen esta cicatriz imborrable. Abajo, Macarena antes de someterse a la cirugía.

Al día siguiente de la operación la mandaron a su casa con una faja y sin drenajes. Solo antibióticos que Macarena tomó al pie de la letra. Su sorpresa fue cuando, al momento de la curación en la zona de la abdominoplastia, una asistente de la clínica se percató de que la herida tenía un aspecto negroide, señal de que el tejido se estaba necrosando, y la hospitalizaron por diez días de urgencia en la misma clínica. "Desde allí, debía trasladarme dos veces al día por mi cuenta al Hospital del Trabajador para una terapia en la cámara isobárica, donde aplican oxígeno para regenerar tejidos y detener la necrosis. Una vez en mi casa tuve que ir a la clínica a curaciones por cinco meses, pero nada resultaba. La herida estaba abierta y tenía un hoyo de 2 cm de profundidad en el vientre. Por dos meses, 24 horas al día, tuve que usar una máquina portátil de cinco kilos conectada por una manguera a mi ombligo para drenar fluidos y todas las porquerías que iba generando mi cuerpo enfermo. A veces la manguera se tapaba con los coágulos y tenía que partir con la máquina a la clínica y me hacían entrar por la parte de atrás para que no me vieran los pacientes en recepción", recuerda Macarena. La causa de la terrible pesadilla que vivió se la confirmaron otros médicos especialistas: "En lugar de cortar máximo 2 cm de piel, me sacaron el doble. Por eso la herida no cerraba; no había piel para hacer la sutura. Esa herida abierta y expuesta por tanto tiempo fue la que luego hizo necrosis por la bacteria escherichia coli que infectó todo", detalla Macarena.

Con esa información entabló una demanda civil y, el 25 de noviembre de 2013, el 20º Juzgado Civil de Santiago ordenó el pago de 30 millones por daño moral y material, reconociendo la responsabilidad de los médicos Fernando Terré y María Isabel Thumala y de la clínica Terré (Servicios Médicos Noruega Limitada) por malos procedimientos quirúrgicos en las intervenciones de abdominoplastia, instalación de prótesis mamaria y refinamiento de lipoescultura.

Hoy, Macarena tiene una enorme cicatriz en su vientre, que cada día le recuerda el carísimo precio que tuvo que pagar por el anhelo de un cuerpo perfecto. "Tengo dos puntos que nunca cerraron y que requieren curaciones diarias y mensualmente debo controlarme con un cirujano plástico. Es un costo sicológico tremendo y para toda la vida", sentencia.

MALA PRAXIS MÉDICA

Al ser la cirugía estética un área de trabajo donde sus resultados son visibles, hay pacientes que no quedan conformes con sus resultados, ya sea por una cicatriz antiestética o técnicas mal aplicadas que afectan su salud física y sicológica. "Si el paciente considera que fue víctima de una mala praxis, hay que evaluar la posibilidad de estar frente a una negligencia médica", explica el abogado Rodrigo Vidal De Bernardis, especialista en negligencias médicas (www.negligencia.cl).

"Las negligencias se asocian a un actuar temerario o displicente, con no haber tomado todas las precauciones, haber actuado más allá de las competencias o con que, sin tener una especialidad, el médico desarrolla actividades en las que no es competente. Es el caso concreto el que permitirá determinar si hubo o no negligencia, lo que tiene que ver con el análisis de las circunstancias y de las habilidades que tengan las personas al momento de actuar", explica Sebastián Pavlovic, superintendente nacional de salud.

Frente a un caso de negligencia médica, si se quiere iniciar una demanda civil –y con ella obtener una indemnización–, la ley exige que las partes se sometan a un proceso de mediación en salud. Si la cirugía ocurrió en un hospital público, se hace ante el Consejo de Defensa del Estado. Si fue en una clínica privada, le corresponde a la Superintendencia de Salud facilitar un mediador. Del total de solicitudes de mediación –que no implica que haya negligencia hasta que se compruebe el hecho– que recibió la Superintendencia de Salud entre 2010 y 2014, la especialidad más requerida fue traumatología con 16,8%, seguida por cirugía gástrica con 15,8%, ginecología y obstetricia con 15% y cirugía plástica con 14,7%.

El abogado Rodrigo Vidal De Bernardis aclara: "Ante la justicia, la cirugía plástica es una de las especialidades médicas en que se puede acreditar más objetivamente la negligencia, toda vez que sus resultados estéticos son visibles, por ejemplo, una asimetría de mamas". Sin embargo, el abogado advierte: "En las mediaciones, el médico va asesorado por un contingente de abogados, algo que puede desmotivar al paciente para seguir con el proceso judicial".

Es lo que le pasó a Karen Vergara (34), quien desistió de entablar una demanda por lo engorroso y caro del proceso. Prefirió hacer una denuncia a través del sitio www.reclamos.cl, el foro chileno de consumo y ciudadanía más importante de la web, donde al menos queda conforme con publicar su reclamo y ayudar a 11 personas que hasta hoy la han contactado en busca de consejos. Quería ponerse implantes mamarios y para ello aprovechó la publicidad de una clínica de cirugía plástica donde la operación le costó 2 millones. "El médico me dijo que tenía una asimetría y que para nivelarla me iba a implantar 390 cc en un pecho y 445 cc en el otro. Todo bien, hasta que después del postoperatorio, en la prótesis de 445 se me produjo una inflamación que generó una desproporción tremenda: ¡un pecho tenía el doble de tamaño que el otro!", cuenta Karen.

Hoy, luego de una operación con otro especialista a la que tuvo que someterse para revertir el problema, Karen explica lo que pasó: "El médico, en lugar de ponerme los implantes pactados, me puso dos de 445 cc, entonces, si supuestamente uno era de 390 cc, ¿de dónde sacó otro de 445 cc? Ese de 445 cc que me puso fue el que causó la inflamación porque no estaba registrado en la solicitud de implantes, donde salía que a mi nombre había una prótesis de 390 y otra de 445 cc". Aunque le pidió explicaciones, el médico nunca respondió por lo ocurrido. "En mi deseo por obtener resultados me encandilé por esta oferta de una clínica que te ofrece todas las facilidades y, mientras más rápido una se opere, mejor. Esa fue la trampa", concluye Karen. ·

PASO A PASO PARA UNA CIRUGÍA SEGURA:

Exigir al médico un certificado de especialidad en Cirugía Plástica, Reconstructiva y Estética: hay dos vías de garantía: que sea miembro de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica, Reconstructiva y Estética (www.cirplastica.cl) o a través de la Corporación Nacional de Certificaciones Médicas (www.conacem.cl), que certifica la especialidad a los doctores que se someten voluntariamente a su arbitrio.

Antes de escoger al médico, consultar más de una opinión: también es importante buscar referencias de otros pacientes que se hayan operado con el médico escogido. Averiguar sobre el equipo médico que estará en la cirugía y comprobar la especialidad del anestesista en www.conacem.cl

Exigir una evaluación médica seria: antes de cualquier cirugía estética el paciente debe ser evaluado por un cirujano plástico, no por un médico general ni de otra especialidad, menos por enfermeras u otros profesionales de la salud. La evaluación debe tomar entre 30 y 40 minutos e incluye una conversación con el médico y una revisión física, no solo responder un cuestionario sobre las motivaciones para operarse.

Operarse en una clínica autorizada: si el procedimiento no es en una clínica u hospital grande, exigir el permiso de la Seremi, que certifica las condiciones de idoneidad e higiene en el pabellón que, como mínimo, debe tener máquinas de anestesia y equipamiento de reanimación. Preguntar si existe residencia médica permanente en la clínica, pues suele pasar que durante la hospitalización son auxiliares los que se quedan a cargo del paciente, sin la presencia de un médico que pueda actuar en caso de emergencia.

Aclarar de antemano todas las dudas: leer bien el consentimiento informado antes de operarse que, entre otras cosas, debe detallar todos los posibles riesgos de la cirugía. También, conviene aclarar aspectos como si dentro del monto están contemplados uno o más días de hospitalización o si la cirugía incluye atención en caso de complicaciones como la estabilización, curaciones posteriores o una segunda intervención en caso de un resultado insatisfactorio. "Nunca dejar de preguntar ante la duda. Siempre hay que pensar que el sentido común es un sentido válido", aconseja el doctor Thomas.

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