Augusta Montt saca las garras

A los 15 ganó el Elite Model Chile y, en vez de celebrar feliz, enfrentó la molestia de su colegio –de puras mujeres y católico– que le advirtió que si asistía a la final en China, era mejor no volviera. Ella prefirió acatar. Hoy, con 17 años y una carrera ascendente, dice que aprendió la lección: "nunca más dejaré que algo me detenga". Su objetivo es Nueva York, donde sueña con modelar para Victoria's Secret. Aquí cuenta su estrategia para lograrlo.




"Soy una bomba de tiempo. Quiero sacarme el empacho porque estoy loca por dedicarme al modelaje en un ciento por ciento. Tenía 15 años cuando gané el Elite Model Chile y la final mundial era en Shanghai, China. En ese tiempo estaba en Las Ursulinas y me dijeron: 'Si vas a China, no vuelves al colegio'. El modelaje no era el camino que querían para sus alumnas; lo miraban mal. Lo pensé y conversé con mi mamá, y decidí que tenía toda la vida para ser modelo. Así es que me quedé. Perdí la oportunidad de viajar. Con el tiempo me arrepentí. En el colegio me hicieron la vida imposible y terminé cambiándome. Pero aprendí algo con este incidente: no hay que dejar de hacer lo que quieres por lo que te dicen o por el qué dirán. Nunca más voy a dejar que algo detenga lo que quiero hacer.

Tengo todo pensado. Estoy en tercero medio en el Newland y mi prioridad es cumplir bien con mis obligaciones para salir rápido del colegio. Voy a dar la PSU, pero en vez de postular a alguna carrera me voy a internar en el gimnasio, trabajaré como loca para hacerme un buen book con mis fotos y ahorrar plata. Y, luego, a Nueva York a probar suerte. Mi sueño es ser modelo de Victoria's Secret, así como Adriana Lima o Heidi Klum, que se convirtió en ícono: formó su familia, tiene una línea de maquillaje y ropa e incluso un programa en la tele. Estoy dispuesta a irme sola, a un mundo desconocido y competitivo para lograrlo. Si me va mal, me devuelvo y podría postular a una carrera porque el puntaje de la PSU dura por dos años: Arquitectura o Diseño me gustan.

Aún no he modelado en el extranjero, pero una vez me iba a ir a Londres y me pidieron bajar de peso en muy poco tiempo. Si me dicen 'tienes que reducir medidas de aquí a tres meses', me pongo las pilas y me aplico: voy al gimnasio, al nutricionista y hago dieta. Pero si me lo piden en tiempo récord, no estoy dispuesta a comer pura lechuga como otras modelos. Mi cuerpo es mi traje espacial para vivir y no puedo malgastarlo ni exponerlo a riesgos para la salud.

Llevo dos años como modelo y ha sido ajetreado: ir a castings o hacer fotos después del colegio; participar de desfiles para diseñadores de renombre como Luciano Brancoli y Rubén Campos y entremedio estudiar ¡Uf! Ahora me siento más madura, optimista con respecto a mi futuro, más aterrizada. Al principio uno piensa que son puras cosas bonitas, pero he experimentado cosas malas, como cuando algunas veces las sesiones de fotos son desorganizadas y hay que esperar eternamente, o cuando falta comida o hay personas complicadas. Pero me gusta tanto lo que hago, que he aprendido a lidiar con eso y nada me desanima a seguir.

Me pago todo yo sola, ¡hasta mi iPhone me lo pago yo! Hace poco fuimos a Disney con mi mamá y mi hermano, y yo pagué mi pasaje. Fui yo quien se lo ofreció a mi mamá; lo hice porque podía hacerlo. Jamás pienso: '¿por qué me tengo que pagar el celular si mi hermano no lo paga?'. Soy bien independiente y me gusta, a pesar de que mi mamá es como mi Pepe Grillo: '¿estás segura que necesitas esos zapatos?, ¿los vas a usar?', me dice. Ahí recapacito y muchas veces me contengo. Cuando comencé a tener mi propia plata me encandilé y los dos primeros meses me lo pasé comprando. Ahora tengo mi cuenta en el banco y ahorro todos los meses.

La otra vez salí con un polerón fucsia neón y todos me miraban como si fuera un payaso. ¡¿Tanto por un color?! Me da lo mismo. Me visto como quiero. Mido 1,82 pero me encanta usar tacos. No me importa parecer un avatar gigante".

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