Las décadas de Jaime Vadell

En NO, la cinta dirigida por Pablo Larraín, interpreta al ministro del Interior de Pinochet, quien ve la franja televisiva como una nimiedad sin importancia. Con 72 años, 40 teleseries y 20 películas en el cuerpo, Jaime Vadell sostiene una conversación que mezcla historia, miedos y humor.




Paula 1101. Sábado 4 de agosto 2012.

Nació en la década del 40. ¿Cómo era Chile en ese tiempo?

La casade mi padre estaba en Manuel Montt con Bilbao y con mis hermanos nos íbamos en patines al Estadio Nacional, algo impensable hoy porque te matan las micros o te roban los patines.

¿Lo cascaban cuando chico?

Mi madre sí. Las madres siempre pegan porque no duele tanto. Lo que duelen son los golpes de los padres.

¿Coscachos, tirón de patillas?

Más bien escoba, plumero y ese tipo de cosas. Pero no nos remontemos tanto. Es antiguo y aburrido.

No, para nada. ¿Cuénteme cómo se carreteaba en los 50?

Más temprano. Nos juntábamos en casas. Si uno mira las fotos del mundial ve que la gente iba de terno y corbata al estadio. Ahora andan todos casi menos que en pelotas.

Es injusta la pregunta, pero ¿es mejor hoy o no?

Mucho mejor ahora. Todo lo que se acerca a la libertad es mejor. La liberación de la ropa interior, fue una gran cosa que consiguieron los hippies. Desembarazarse de corsés, de corbatas y esas tonterías es genial.

¿Era usted hippie?

No lo fui pero participé en sus ideales.

¿Y fumó marihuana?

También, como todo el mundo.

¿Cómo eran sus voladas?

Cambian. De pronto son muy introvertidas, de pronto son extrovertidas, de pronto son más sensuales, de pronto no, intelectuales, etc. La marihuana tiene esa gracia.

¿Está de acuerdo con legalizar su consumo?

Por supuesto. Para que no se especule tanto con la hierba. Chile es un país de borrachos y tantos dramas por un pito de marihuana. No me parece.

Gente muy honorable

¿Cómo vivió la UP?

Bastante ingenuo, porque ahora uno lee los discursos de esa época y se da cuenta de que todo el mundo estaba al borde de la demencia.

¿Vio venir el golpe?

Por supuesto, todo el mundo lo vio venir, parece que los únicos que no lo vieron fueron los políticos.

¿Qué le provocaba Pinochet?

Tan picante. Su manera de hablar. Muy antiestético todo eso. Uff, qué terrible solo recordarlo.

¿Por qué aceptó participar en la película encarnando a un ministro de Pinochet?

Porque el guión de Pedro Peirano es genial y porque Pablo Larraín es el único que se ha atrevido a meterse en la época de la dictadura.

¿En quién se inspiró para su personaje de ministro del Interior de Pinochet?

En toda esa gente que vi durante esos 17 años. Gente muy "honorable" y "decente". Bueno, ahora se sabe que eran ladrones, además de asesinos, a pesar de que dicen: "yo nunca maté a nadie".

Dicen también que no sabían.

Eso ya no lo dice nadie. Ni siquiera Matthei. No sé por qué si él sabía todo lo que sucedía, no renunció. Se está dando vuelta la chaqueta.

¿Le gusta cómo Piñera está gobernando?

No me gusta, no puede ser que un tipo pase de la Copec al Ministerio de Energía. Es una cosa salvaje. Un desparpajo.

Mijito rico

Usted partió cuando no había tele. ¿Hizo de galán?

Sí.

¿Fue mijito rico?

Sí.

¿Tenía calcetineras?

No tanto, pero sí.

¿Ve tele o es como Caracortada que dice que no se debe consumir lo que uno vende?

Ese tipo es muy bueno, Al Pacino. Pero no veo tele hace años.

¿Y las noticias? Aunque en Chile tiran para la locura: descuartizamientos, que alguien corta cabezas: atroz.

(Risas).

¿Por qué se ríe? Es terrible.

Me da risa cómo lo dices.

Perdone.

No, los periodistas no tienen por qué ser fríos.

Me encantaría ser como Raquel Correa. Ella es buenísima. Bueno, a lo Raquel Correa, ahora respóndame lo que le pregunté.

Que estamos llegando a un despeñadero de locura.

¿Qué lo emociona?

La gente enamorada, los niños, las guaguas que nunca me gustaron, ahora las encuentro preciosas. Los tipos que hacen esfuerzos especiales como Tomás González; es fantástico.

¿Qué le da miedo?

La oscuridad.

¿Todavía?

¡Sí! Si es lo más terrorífico que hay.

¿Qué le da risa?

Pocas cosas. Los pastelazos, siempre.

¿Pastelazos?

Hace años hicimos un programa en el que nos tirábamos pasteles en la cara. Yo me metía debajo de la mesa porque me daban ataques de risa. Un pastelazo en la cara es irresistiblemente cómico. No falla.

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