María Cornejo: Diseñadora de la atemporalidad

Nació en Chile pero, tras el exilio de sus padres en Inglaterra, fue allí donde creció y se transformó en la diseñadora que es hoy, tan celebrada como particular: detesta todo lo que huela a tendencia y aún más las dictaduras de la moda que "hacen sentir una basura a las mujeres". Así piensa María Cornejo, que para su marca firma Maria sin acento, Maria en inglés.




En la página web de su marca –Zero + Maria Cornejo–, se lee "diseñadora chilena con base en Nueva York". Sin embargo, y para ser precisos, María Cornejo es tan chilena como el cineasta Alejandro Amenábar (Mar adentro, Los otros, Ágora). Los dos, sin conocerse, comparten una historia en común: se fueron de Chile siendo unos niños, empujados por razones políticas. Y ambos, como extranjeros, construyeron carreras exitosas reconocidas mundialmente.

El 11 de septiembre de 1973 María Cornejo tenía 11 años cuando a sus padres –la directora de arte y el encargado de ventas de la editorial Quimantú, creada dos años antes por el gobierno de la Unidad Popular–, se les dio un plazo de 24 horas para abandonar el país. Partieron a Lima un tiempo, hasta que finalmente la familia se instaló en Manchester, donde María creció, y luego ella se trasladó a Londres para estudiar Diseño de Vestuario en el Ravensbourne College of Design and Communication y como examen de título hizo una primera colección que compraron dos tiendas locales. También, en Londres, se asoció con su pareja de esa época, el diseñador John Richmond para crear la marca Richmond-Cornejo, con clientes como Iggy Pop y Jim Kerr (vocalista de Simple Minds), y moverse a la par de otras mentes luminosas de la época, como el colectivo Bodymap, en el que participaban el cantante Boy George y el fotógrafo David Lachapelle. Eran los 80, María tenía 23 años y estaba a cargo de veinte tiendas repartidas en Estados Unidos, Europa y Japón.

Tanto éxito, tanto viaje, tanto fashion la llevaron al colapso. "Estaba agotada, flaquísima, solo quería conectarme conmigo misma y parar", recuerda a punto de cumplir 50, sentada en un café del NoHo, donde pide un yogurt con granola y se excusa muy amablemente de hablar en inglés, finalmente su idioma. En 1987 cambió Londres por París y se emparejó con el ex make up artist y hoy fotógrafo de moda y poeta Mark Borthwick, con quien llegó a Nueva York en 1996 con la idea de nunca jamás volver al rubro de la moda. Dos años después nació la marca Zero + Maria Cornejo. Partió haciendo una edición limitada de poleras que generó el interés de varios retails. "De manera orgánica todo comenzó de nuevo, pero cuando abrí la primera tienda en Nueva York ya estaba más vieja, tenía 36 años, mi cabeza estaba más calmada y resuelta, y no me impresionaba con la cosa del fashion. Mi prioridad era tener un negocio para pagar las cuentas y el colegio de mis hijos.", dice, refiriéndose a Bibi, estudiante de Fotografía, de 21 años, y Joey, de 14.

Pero Cornejo fue mucho más allá. Investigó nuevas formas de cortar e instauró en sus diseños cuatro formas básicas –círculos, cuadrados, triángulos y rectángulos– que permiten que sus prendas adquieran una forma, un volumen y una caída que depende de quien la use. Ese rasgo, y el minimalismo de su trabajo, han llamado la atención de Michelle Obama (que cuando vino a Chile, en marzo de 2011, vistió unos pantalones beige y un top amarillo neón, todo de Cornejo), de una elite intelectual neoyorquina y varios artistas, entre ellos la artista visual Cindy Sherman, la directora Sofia Coppola, la actriz Tilda Swinton y Lady Gaga. "Muchos artista eligen mi trabajo porque la ropa pasa a ser acerca de ellos y no al contrario. Me gusta la idea de que la ropa cambie según quien la use", explica.

María Cornejo tiene dos tiendas en Nueva York y una en Los Ángeles, y sus prendas se venden en 85 retails, entre ellos Barneys NY, Joyce Boutique en Hong-Kong y Dover Street Market en Londres y Tokio. Diseña cuatro colecciones al año (primaveraverano, otoño-invierno, Resort y Pre-Fall), además de accesorios y zapatos, y acaba de debutar en moda masculina.

En 2006 ganó el National Design Award, que distingue excelencia e innovación, premio que ya había obtenido la dupla de Rodarte, Francisco Costa para Calvin Klein y Tom Ford. Tres años antes, el editor de la revista inglesa I-D, Terry Jones, en su libro Fashion now, publicó el nombre de María Cornejo como una de los cien diseñadores contemporáneos más importantes del mundo junto con Karl Lagerfeld, John Galliano, Jean-Paul Gaultier, Marc Jacobs, Alexander McQueen, Miuccia Prada, Raf Simons y Vivienne Westwood.

Tus diseños parecen escapar de las tendencias.

Así es. No me interesan. Las tendencias de las revistas pasan, y muy rápido. Intento desarrollar un producto que sea válido sin importar el año o la temporada. Quiero que mis diseños tengan vigencia en diez años más. Mis clientas usan mi ropa como building blocks; con diferentes piezas, de distintas colecciones y temporadas, construyen su look. Yo, por ejemplo, hoy llevo puestas prendas de tres colecciones. No porque una temporada haya terminado una prenda deja de tener vigencia. Pero, además, creo que la ropa debe ser multifuncional. Esta tenida que estoy usando debe acompañarme todo el día: desde la oficina, hasta el evento que tengo con la prensa en un rato y la comida que tengo en la noche. De hecho, en mi nueva colección verás muy pocas prendas hechas para la noche.

¿Qué es lo que te mueve a diseñar?

Me encanta diseñar porque no veo en la calle lo que quiero usar y creo que hay muchas mujeres en la misma situación. La mayor parte de la ropa es diseñada por hombres y ese trabajo es muy específico a un cierto tipo de cuerpo, a una juventud, a una musa. No es una realidad y no me hace sentir bien. Yo diseño para que las mujeres se sientan bien con su cuerpo, se gusten, que se tengan confianza. No diseño para un ideal. Con una blusa mía no tienes por qué tener un hombro perfecto. Cuando hacemos cosas para un cuerpo determinado con mi equipo nos sentimos miserables.

Eres una mujer que diseña para otra mujer.

Así es, y cuando lo hago pongo mucho corazón. Jamás haría una prenda que hiciera ver ridícula a una mujer, porque yo soy mi cliente, mi hija es mi cliente y mi asistente también lo es. Mis creaciones tienen una actitud alegre y jovial, te hacen sentir bien. Al final, todo se trata de eso: sentirte bien. La industria de la moda suele hacerte sentir una basura todo el tiempo, siempre te recalca que no eres suficientemente buena o apropiada. ¿Tienes alguna ambición política con tu trabajo? Liberar y dar confianza a las mujeres.

Diseñadora outsider

Hace diez años que no viaja a Chile y hace unas semanas le dieron su pasaporte norteamericano. Cuenta que cuando le preguntan por sus orígenes responde que es de "Chile-Londres-París-Nueva York".

¿De qué manera esas raíces dispersas han determinado tu trabajo?

Mis raíces están en todos lados y eso se ve en mis diseños. Sin duda, mi mayor influencia es Inglaterra.

Te han tildado de outsider y has declarado que trabajas desde las sombras, desde el límite.

Sí, tiene que ver con lo que te decía: los hombres diseñan para un ideal, y yo no. Tampoco me interesa vestir a la última celebridad, que es uno de los códigos para ser exitoso en esta industria. Pero también me siento una outsider porque este negocio es brutal. Un día estás in y otro out. Es un mundo bastante falso, que genera mucha inseguridad y situaciones de las que no quiero tener ningún tipo de relación.

Tener tu propia marca, ¿te hace sentir libre?

Soy libre cuando diseño, pero también debo reconocer que todos los días amanezco con el estómago apretado. Tengo una compañía que debo hacer funcionar y eso significa que no puedo quedarme todo el día dibujando. Debo trabajar con el área de relaciones públicas, producción, retails, entrenar a nuevas personas del equipo, en fin.

En varias entrevistas has dicho que la moda es un territorio de hombres.

Me refiero a que los hombres le pueden dedicar más tiempo a este trabajo. Por ejemplo, si eres gay y no tienes familia puedes trabajar todo el día y salir de noche a los lugares donde se hace vida social en torno a la moda, moverte ciento por ciento en ese mundo ya que, como se dice, "fashion becomes your life". Para una mujer con familia es mucho más difícil. Mi opción ha sido generar un equilibrio entre mi tiempo para trabajar y otro para estar con mi marido y mis hijos. No puedo dedicarle toda mi vida a la moda, pues a las 7 de la mañana debo llevar a mi hijo al colegio.

¿Y has logrado alcanzar ese equilibrio?

Es un esfuerzo permanente, pero en lo doméstico, tengo una buena sociedad con mi marido. Yo soy la que sale de la casa a trabajar, paga las cuentas, organizo y arreglo todo. Él se queda en la casa, compra las flores y cocina. Siempre cuando llego la comida está lista.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.