Celos




Cuando pensé en reflexionar sobre este tema, partí pensando en situaciones puntuales y llegué a abrumadores momentos de la humanidad que han sido movilizados por los celos. Guerras, rencillas, muertes.

¿Has sentido celos alguna vez? ¿Una irrupción inesperada, con fuerza demoledora que no tienes cómo controlar? No quieres sentirlos, porque se alojan en tu cuerpo, en tus pensamientos y te llevan a lugares oscuros. Aparecen, como toda emoción, sin invitación y de manera devastadora. Es una emoción social de la que no podemos escapar, sólo aparece, no puedo invocarlos artificialmente, aunque sí puedo sentirlos vívidamente con pensamientos intrusivos en que finalmente, no eres el elegido.

Los celos definitivamente generan malestar, son absolutamente innecesarios, muchas veces motivados por tener la certeza o sospecha de que la persona presa de tu afecto, prefiera ese afecto en otro, aunque sea un momento.

De los celos poco y nada hablamos, nos avergüenzan, nos ponen en un lugar incómodo y los circunscribimos en general a relaciones de pareja.

Son excelentes argumentos para series, canciones, poemas, novelas, ficciones en general, donde el/la que te cela, te ama sin medidas. Pareciera ser que los celos ser indisociables del amor, esto es, mientras más celado eres, más te aman.

No me detendré en las actitudes violentas que podrían detonarse por los celos, si no que una reflexión en torno a nuestras afectividades ¿Cómo es que estoy amando? ¿Cómo hemos construido la idea que amar es sinónimo de propiedad, aparejada a la construcción de la monogamia?

¿Cómo estamos pensando las relaciones hoy? ¿Cuando me vinculo con un otro afectivamente, estoy dispuesto a amar sin sentir que el otro es mío?

Hemos naturalizado tanto la propiedad, tanto que el otro me pertenece porque nos elegimos y es irrevocable, que dejamos de verlos, saciamos nuestro deseo de que sólo la atención esté centrada en mí. Y si lo pensamos bien, es una manera más bien infantilizada de apego, donde si no soy siempre la prioridad, no me quieren y aparece la emoción. Revisar las redes sociales, comunicarse constantemente cuando no están juntos, plagar de normas la relación y un largo etcétera son ejemplo de conductas asociadas a los celos.

Durante el último par de décadas, he visto cómo, sobre todo las mujeres, hemos puesto en el debate público que las consecuencias del mal manejo de esa emoción, termina lamentablemente en cifras escalofriantes de feminicidios, que muchas veces tienen que ver con esa emoción construida y normalizada socialmente. Emoción que incluso deseamos que el otro sienta, pues “es una prueba irrefutable del amor”.

Relaciones hollywoodense como la de Richard Burton y Elizabeth Taylor, famosa por sus ataques de celos, fueron ejemplos para muchos durante mucho tiempo. Carry Bradshaw y Mr. Big, Mr. Darcy y Elizabeth Bennett, Milan Kundera y La insoportable levedad del ser y así.

¿Podemos hacer algo al respecto? Creo que siempre podemos co-educarnos respecto de la gestión de las emociones, de los límites del amor, que amar no es tener al otro, si no que amar es también una forma que requiere comunicar lo que necesito de la relación, con todo lo que ello implique.

Comprender que celar no es amar.

* Dominique es Psicoterapeuta -sistémica, centrada en narrativas- y magíster en ontoepistemología de la praxis clínica. Se desempeña como docente universitaria y supervisora de estudiantes en práctica. Atiende a adultos, parejas y familias. Instagram: @psicologianarrativa.

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