Mapa de Chile

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El territorio nacional tiene una superficie total de 2 millones de km² y la Región Metropolitana representa apenas el 2 por ciento de este, pero concentra al 40 por ciento de la población. Debido al centralismo, muchas veces se olvida que Chile es mucho más que Santiago. Este es un recorrido de punta a cabo, a través de 22 historias que narran la riqueza de nuestra arrebatada geografía y las personas que la habitan.




Paula 1180, Especial Aniversario. Sábado 15 de agosto de 2015.

La frontera más extrema

A la izquierda, el cabo segundo Yahel Bustos junto a otros dos carabineros del retén de Tacora, durante una ronda nocturna en la frontera.

Son 392 km los que tiene la frontera chilena con Perú y Bolivia en la Región de Arica y Parinacota. Una frontera difícil, sumamente solitaria, de condiciones geográficas extremas, sobre los 4.300 m de altura y que, además, cuenta con numerosos pasos no habilitados, que se prestan para intentos de tráfico de drogas, contrabando de especies e inmigración ilegal. En la zona hay 10 destacamentos fronterizos custodiados por Carabineros, pero el que tiene las condiciones más difíciles es el retén de Tacora –a 4.120 m de altura y a13 km de la frontera peruana y 41 de la boliviana–, donde hay siete carabineros. Si bien esta institución tiene una Escuela de Frontera, el único de los funcionarios de este retén que recibió esa formación especial es el cabo Yahel Bustos, oriundo de San Carlos, por lo que sabe orientarse mirando las estrellas y construir un lugar para dormir en la mitad de la nada. Sin embargo, dice: "La vida en el altiplano es difícil: no solo por la falta de oxígeno y la temperatura –que en la noche puede llegar a -15 grados–, sino porque, además, no hay señal telefónica y hay que aprender a sobrellevar la lejanía de la familia". En el retén de Tacora –al que pertenecían los dos carabineros que murieron baleados en enero pasado– siempre hay un policía de turno, día y noche. Y regularmente hacen rondas nocturnas por el altiplano. "Especialmente las noches de luna llena, que es cuando hay más intentos de cruzar ilegalmente la frontera", explica el cabo Bustos.

La facilitadora intercultural de los aymaras

Según la última encuesta Casen –de 2013–, los aymaras son el segundo grupo indígena mayoritario en Chile, después de los mapuches. Son 120.621, viven principalmente en Arica y Parinacota y conservan muy viva su cultura. La profesora Inés Flores Huanca (51) es nacida en Ancolacane, un pueblito que queda a pocos kilómetros del límite con Bolivia y es, desde 2003, una de las seis facilitadoras interculturales que trabajan en Chile para la Defensoría Penal Pública y la única en la XV Región. Su tarea consiste en difundir y traducir los derechos penales entre los aymaras acusados de delitos y en trabajar codo a codo con los abogados defensores, a quienes les explica las costumbres y tradiciones propias de su etnia, para que entiendan que muchas veces las acciones de sus representados obedecen a costumbres indígenas. Inés ha participado en juicios emblemáticos como el de Gabriela Blas, la pastora aymara que en 2008 fue responsabilizada por la muerte de su hijo de tres años, a quien dejó solo en el altiplano para ir a buscar unos llamos que se le habían quedado atrás, mientras pastoreaba. También, consiguió que la radio Andina de Arica transmitiera gratuitamente y en lengua aymara el mensaje de que todo miembro de esta etnia tiene derecho a que se respete su cultura, durante todo el proceso penal. "Mi desafío es luchar por la comprensión de la multiculturalidad ante la justicia, un ámbito donde, por lo general, prevalece la visión occidental. Cada sentencia favorable de un caso en el que trabajo tiene un efecto virtuoso para todos los pueblos indígenas del norte", dice Inés.

Las bordadoras de Alto Hospicio

Alto Hospicio carga con dos incómodos estigmas: es una de las diez comunas con peor calidad de vida en Chile, según el Indicador de Calidad de Vida Urbana de la Universidad Católica, y fue escenario de los catorce homicidios contra adolescentes cometidos por el llamado "psicópata de Alto Hospicio", a fines de los 90. Con esa carga se encontró en 2004 la artista ariqueña Janet Figueroa (64, en la foto, a la derecha), cuando llegó a vivir ahí. Quería desarrollar un proyecto de alfabetización laboral de mujeres y para levantar información empezó a hacer un puerta a puerta. "Me di cuenta de que son las mujeres las jefas de hogar y que estaba todo por hacerse", recuerda. Junto a la arquitecta, cantautora y poeta iquiqueña Alexandra Checura (42) pusieron en marcha el proyecto Bordadoras de Alto Hospicio, que reunió a 27 mujeres de la comuna. "Decirles: 'borden el lugar donde viven', implicó que se preguntaran cómo habían llegado a vivir ahí. Surgieron escenas de la vida cotidiana: mujeres cocinando en las tomas, las casas construidas con palet y, al frente, los niños jugando. Todo bordado con colores muy vivos", comenta Janet Figueroa. Por este proyecto, Janet ganó en 2014 el premio Mujer Impacta, que reconoce a emprendedoras sociales. Y hoy, aunque las bordadoras ya no se reúnen –según ambas gestoras, por falta de apoyo municipal–, ellas mantienen el contacto con las mujeres, que siguen bordando.

Arquitecta del barro en San Pedro

Los antiguos habitantes del norte (atacameños y aymaras) eran trashumantes, vivían del pastoreo y solo edificaban estructuras temporales –tambos, pucaras, corrales– con tierra cruda y piedras. Tras la llegada de los españoles, en la zona se trazaron pueblos que usaron la tierra como material de construcción. Uno de ellos fue San Pedro de Atacama, del que quedó prendada la arquitecta Magdalena Gutiérrez –hoy un referente en construcción en tierra–, cuando lo conoció. Tanto así que decidió abandonar su vida en Antofagasta, donde trabajó diez años como profesora en la Universidad Católica del Norte, para instalarse en San Pedro, donde reside desde 1992. "Quería aprender a levantar casas con tierra, como lo hacían los antiguos de la zona", dice. Su llegada al pueblo coincidió con que muchas construcciones antiguas estaban siendo demolidas y reemplazadas por otras de hormigón. Magdalena contactó a quienes conocían la técnica del barro fresco y aprendió de ellos. Por este conocimiento, en 2012 ganó el Premio Regional de Conservación del Patrimonio Cultural que entrega el Consejo de Monumentos Nacionales. "Me enamoré de la tierra, porque cuando construyes con ella generas todo un mundo hacia el interior. Eso hizo que me entregara a esto por completo. Si alguien venía y me pedía que le hiciera una casa de oro, yo les decía: 'lo siento mucho, yo solo trabajo en barro'".

El cielo atacameño

Cerca del 40% de la capacidad mundial de observación astronómica está concentrada en suelo chileno y se estima que a 2030 la cifra llegará al 70%, transformándose en el mayor laboratorio natural del mundo. Que eso sea posible se debe, en gran parte, a Alma, el observatorio astronómico internacional que funciona desde 2013 a 40 km de San Pedro de Atacama. Un proyecto que fue financiado por el Observatorio Europeo Austral (ESO), por la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NSF), por el Consejo Nacional de Investigación de Canadá (NRC) y por el Instituto Nacional de Ciencias Naturales de Japón en cooperación con la Academia Sinica (AS) en Taiwán. Los ojos de Alma, que permiten ver qué hay detrás de grandes nubes de polvo cósmico y gas, donde antes nadie había podido ver, son 66 antenas de entre 7 y 12 metros de diámetro que están repartidas en el llano de Chajnantor –ubicado a 5 mil metros de altura– y que, unidas entre sí, tienen el poder de una antena de 16 kilómetros de diámetro. A ese lugar solo accede un selecto grupo de personas. Entre ellas, el ingeniero civil eléctrico Cristóbal Jara, uno de los seis supervisores que maneja las llaves de las antenas y es responsable de que funcionen como reloj. "Acá las observaciones se hacen todas las noches del año a pedido de equipos de astrónomos de distintos rincones del mundo, que para conseguir un cupo en Alma presentan proyectos con muchos meses de anticipación", explica.

Coquimbanas, reinas de la longevidad

De todas las regiones de Chile, la de Coquimbo es la que tiene mayor expectativa de vida, tanto para mujeres (82,51 años) como para hombres (77,46 años), según datos del INE de 2015. El privilegiado clima de la zona es uno de los principales factores que influye en ello. Con una media de 22 °C en verano y 14 °C en invierno, las coquimbanas viven dos años más que las mujeres de Magallanes, las que tienen la expectativa de vida más baja del país (80,87 años). También influye su particular geografía de valles transversales cercanos al mar. A menos de 20 kilómetros de la costera ciudad de La Serena, en Altovalsol, un apacible pueblo dedicado al cultivo de la papaya, Raquel Rojas se enorgullece de haber cumplido 96 felices años. Además de haber sido dirigenta de la junta de vecinos, presidenta del club deportivo y alumna de Gabriela Mistral, en su juventud, cuenta, fue reina de belleza. Tuvo diez hijos y, aunque enviudó hace cincuenta años, nunca se volvió a casar.

El futuro musical de Isla de Pascua

Fotografía: Sergio Moya

A pocos meses de ser inaugurada en una construcción con forma de flor –diseñada por el arquitecto norteamericano Michael Reynolds, referente mundial en construcción autosustentable–, la primera Escuela de Música y de las Artes en Rapa Nui ya cuenta con 70 entusiastas alumnos, que después del colegio asisten a clases de piano, violín, chelo, ukelele y cantos ancestrales de la isla. Se trata de una iniciativa de la pianista pascuense Mahani Teave quien, junto a su ONG Toki, consiguió a través de donaciones 55 instrumentos, reclutó a ocho destacados profesores –algunos venidos del continente– y obtuvo recursos para levantar esta escuela para que los niños, entre 6 y 15 años, estudien gratuitamente y se enamoren de la música, tal como le pasó a ella, que siendo niña estudió piano con la única profesora de música que había en la isla, pero cuando esta se fue, tuvo que trasladarse al continente para seguir desarrollando su formación musical. "En la isla hoy hay muchas amenazas: un alto consumo de alcohol y drogas, y un individualismo excesivo. La música es un estímulo tremendo que puede salvar a los niños de todo eso", dice Mahani. Y agrega: "Además, les estamos enseñando nuestra música ancestral para que estén orgullosos de ser lo que son: portadores de una cultura milenaria que está desapareciendo", argumenta la pianista.

La pesca sustentable en Juan Fernández

Según el último informe de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura, la industria pesquera en Chile está sufriendo la sobreexplotación de recursos marítimos y hay 12 especies –entre ellas la merluza y el congrio dorado– declaradas en estado de agotamiento. Pero la langosta de Juan Fernández corre una suerte distinta. Recibió en febrero el sello azul del Marine Stewardship Council (MSC), certificación internacional que la convierte en la primera pesca artesanal sustentable de Latinoamérica. La langosta es el soporte económico de los 634 habitantes del archipiélago. Por ello, desde que en 1893 comenzó a extraerse, los pescadores se han esmerado en cuidar ese recurso, usando trampas de madera y botes pequeños para su extracción, estableciendo vedas de más de cuatro meses y zonas prohibidas para la pesca; todas, regulaciones autoimpuestas. "La cultura autosustentable la lleva el isleño en su ADN desde tiempos ancestrales. Respetamos nuestras reglas con el mar, porque es el gran proveedor", dice Julio Chamorro (37), sexta generación de pescadores del archipiélago, concejal y representante de los pescadores locales, quien, tras estudiar en Valparaíso y España, se dedicó a la investigación marina y coordinó el proceso para conseguir esta importante certificación.

La mujer que impulsa a la caleta de Concón

En Chile más del 90% de las caletas se encuentran en los niveles menos desarrollados, según el Estudio Clasificación de caletas pesqueras artesanales de la Subsecretaría de Pesca. La caleta San José en Concón es una de las más pequeñas de la zona con 26 trabajadores, en comparación con otras como Membrillo o Portales que tienen unos 80. Pero está creciendo gracias al impulso de su actual presidenta: la diseñadora de interiores Julieta Núñez Gundilach (53). Viñamarina, vivió 10 años en Alemania y se instaló en Concón luego de separarse. Hija de marino, es una amante del océano; de hecho, es una diestra nadadora en mar abierto. "Vecina, ¿usted bucea?", fue la inocente pregunta que un día le hicieron los pescadores de la caleta que está frente a su casa. Así nació esta relación que la llevó a ser secretaria del sindicato por 4 años y, desde 2013, su presidenta. La caleta hoy está pavimentada, cuenta con baños propios, una segunda pluma y una sala de ventas. Y el mayor logro de Julieta: la obtención del permiso de Sernapesca para que los pescadores de la caleta tengan el dominio del área de manejo de La Isla de Ritoque, por años depredada y sin fiscalización, y de donde esperan extraer locos, lapas, erizos y otras especies cuando vuelvan a crecer en la isla. "Será una buena puerta de entrada para que la producción crezca y los pescadores más viejos puedan irse y vivir de la renta de sus productos", dice Julieta Núñez.

El museo del profesor de Ciruelos

Fotografía: Fernando Villalobos.

Ciruelos es una pequeña localidad de la Región de O'Higgins, ubicada a 18 km de Pichilemu, con calles de tierra, poco comercio y solo 70 habitantes. Pero tiene un museo, el único de la provincia de Cardenal Caro: el Museo del Niño Rural. Fue el profesor generalista Carlos Leyton (61), director y profesor de la Escuela Básica de Ciruelos, quien empezó a armar, hace 30 años, este museo en un rincón de la sala de clases. Con un Fondart que ganó en 2010, amplió el espacio (que hoy tiene 200 m²) y reúne colecciones de fósiles, puntas de flechas, espuelas, monedas, elementos históricos del cardenal José María Caro –quien estudió en la Escuela de Ciruelos–, telégrafos y antiguas cámaras. Los diez alumnos de la escuela, que va de primero a octavo básico, recopilan y clasifican las colecciones y embalsaman los animales que se exhiben en la sala. El profesor, además, utiliza los elementos del museo en sus clases de historia, de geografía o en el Taller de Patrimonio Cultural. Por todo este trabajo, Leyton ganó, en mayo pasado, el premio regional de Conservación del Patrimonio. "La buena educación no es un problema de recursos, sino de profesores motivados que amen enseñar. Estoy feliz de lo que hemos logrado, pero falta. Me gustaría que nadie se olvidara de la gente que vive en pequeños pueblos, principalmente de los niños, que necesitan la educación de calidad que tanto se pide hoy", dice.

En defensa del Achibueno

El río Achibueno nace en la precordillera de Linares, en la Región del Maule y tiene aguas color turquesa tan transparentes que se ven los peces nadando. Es un paisaje prístino, casi sin intervención del hombre, que alberga junto a su cauce árboles amenazados como el guindo santo y el belloto del sur. Es gracias a su rica biodiversidad que el lugar fue declarado Zona de Interés Turístico por la Municipalidad de Linares en 2012. Pero tres años antes, en 2009, la Hidroeléctrica Centinela presentó un proyecto que planeaba intervenir 1.386 hectáreas y desviar el 60% de las aguas del río. Salvemos el Achibueno, movimiento liderado por el periodista Christian Robles nació para frenarlo. Organizaron campañas de difusión, manifestaciones y eventos culturales. La adhesión fue amplia: el 86% de los linarenses rechazó la intervención. "El río Achibueno es nuestro balneario popular y está muy relacionado con nuestra identidad", explica Christian.

El proyecto fue aprobado por el Servicio de Evaluación Ambiental en 2011 y 2012, por lo que los líderes del movimiento apelaron a la decisión por la vía judicial. No tenían una respuesta aún cuando el 13 de septiembre, a orillas del río, Michelle Bachelet –entonces candidata presidencial– se comprometió a no apoyar el proyecto en su eventual gobierno y a proteger la cuenca del Achibueno. Hoy el lugar está reconocido como Santuario de la Naturaleza. La declaración se realizó el 18 de mayo pasado y protege aguas, glaciares y bosques. En total son cerca de 4.556 hectáreas preservadas y es el primer santuario que resguarda la totalidad de un río en Chile central.

El tesoro que guardan las loceras de Pilén

La región del Maule es la que tiene el mayor porcentaje de ruralidad del país y es gracias a sus arcillosas tierras que un grupo de mujeres de Pilén, localidad a 15 km de Cauquenes, conserva el oficio de la locería hecha completamente a mano. Por su tradición alfarera, en 2012 fueron reconocidas como Tesoros Humanos Vivos por el Consejo de Cultura. Las loceras recolectan terrones de greda y de colo –tierra roja que mezclada con agua se convierte en una pintura rojiza– en montañas de la zona y los machacan por separado hasta que queda como harina. Mezclan la greda molida con agua hasta obtener una pasta que moldean con sus manos, luego aplican la pintura rojiza con pinceles de trapo. Antes de que la loza se seque del todo, la emparejan con piedras lisas y la cuecen en un fogón. Son unas 25 mujeres las que mantienen el oficio; 15 forman parte de la Agrupación Loceras de Pilén. La mayoría tiene sobre 60 años y aprendieron la técnica de niñas, mirando a sus mamás, tías y abuelas. Hacen pailas, jarros y ajiceros que venden en la feria de Cauquenes. En una semana fabrican, en promedio, quince docenas de pailas medianas cada una. Sin embargo, explican, las nuevas generaciones no se han interesado en continuar este oficio porque es muy demandante. Ema Labra (38) es una excepción: "Esto lo llevo en la sangre y me gustaría que mis hijos también continuaran con esta tradición", dice.

Innovación vitivinícola en el Maule

La mayor producción nacional de vinos en 2015, con más de 5 millones de litros, la concentra la Región del Maule, que tiene 40% de sus suelos plantados con viñedos. Por eso no es casual que el centro de investigación vitivinícola más grande en Latinoamérica se encuentre ahí, en Pencahue. Inaugurado a principios de este año, el Centro de Investigación e Innovación (CII) de la Viña Concha y Toro, cuenta con laboratorio y una bodega experimental donde hacen investigaciones genéticas y estudios de vinificación para mejorar la calidad del vino chileno. Los 15 especialistas que trabajan aquí –entre los que hay bioquímicos y agrónomos, liderados por el enólogo Gerard Casaubon (de polar morado en la foto)– hoy están enfocados en la prevención de enfermedades de las viñas, el desarrollo de clones de cepas para mejorar su calidad y el fortalecimiento de la variedad uva país, casi extinta. Para ello tienen una alianza productiva con 18 pequeños productores de San Javier y Cauquenes: ellos entregan la materia prima y el centro ensaya mejoras. Temblado Abarza y Álvaro Prieto (en la foto de parka azul y roja), son dos de esos agricultores. "Nos han enseñado nuevas técnicas de manejo; gracias a sus asesorías pude salvar 1,5 hectáreas de viñas que se me habían enfermado", cuenta Prieto.

Concepción, la ciudad más musical

Fotografía: Camila Lasalle.

Concepción ha sido cuna de muchas bandas: Los Tres, Los Búnkers y Santos Dumont son algunos de sus más sólidos referentes. Es una ciudad con tradición musical. El productor musical y también músico Germán Estrada, dueño de Casa Salud, epicentro nocturno de la música en vivo en la ciudad, lo resume así: "Este es un gran momento de la escena musical en Concepción. Llevo más de 20 años trabajando acá y nunca había visto tanto nivel. Creo que hay al menos unas 500 bandas muy buenas y con mucha diversidad de estilos". Uno de los grupos penquistas que más suena en estos días es Niño Cohete (en la foto) que integran Pablo Álvarez, Matías Pereira, Cristián Dippel, Camilo Benavente y Joaquín Cárcamo. A casi cuatro años de su formación, han estado en Lollapalooza Chile 2014 y en el Festival Selvámonos 2015 en Perú, además de una invitación para tocar en la versión 2014 del Festival SXSW en Austin, Texas. Su primer disco, Aves de Chile, lo grabaron en una cabaña a orillas del lago Lanalhue, y el segundo –que lanzarán en noviembre– lo están terminando en una cabaña en Antuco. En ambos, las letras hablan de la vida en el sur.

Grafiteros de La Araucanía

Sus coloridos murales hablan sobre la identidad mapuche, del trabajo en el campo, de paisajes sureños. Gabriel Veloso (en la foto), Claudio Maher, Aner Urra y Claudio Cabrera, los miembros del colectivo Alapinta, se conocieron cuando estudiaban Diseño Gráfico en el Inacap de Temuco y hoy se definen como 'graffomuralistas'", ya que en la mayoría de sus trabajos combinan el spray con la pintura. Su fama y calidad artística han sobrepasado las fronteras de la región que los inspira: en 2013 expusieron sus trabajos en París gracias a una invitación de Inti Castro, el grafitero porteño que hoy es referente del street art mundial. Al año siguiente volvieron a viajar, esta vez a Canadá, para participar en el Festival Kultrún, organizado por la corporación Neruda Arts y que reúne artistas de distintas disciplinas y orígenes como una fiesta de diversidad cultural.

Las madres que más amamantan

Fotografía: Héctor González.

La Araucanía es la región con mayor prevalencia de lactancia materna hasta el sexto mes de vida de los hijos; alcanza un 57,2% en las madres que se controlan en el sistema público, mientras el promedio nacional es de un 44,7%, según cifras del Ministerio de Salud. "Todos los meses realizamos talleres y charlas para empoderar a las madres, defender la lactancia libre y enseñar que amamantando se cambia el mundo, porque el resultado son niños más inteligentes, seguros y sanos", dice Katterina Vergara (32), activista por la lactancia de La Araucanía y creadora de la ONG Trawün Domo (que quiere decir reunión de mujeres), con la que realiza un trabajo comunitario para la promoción de la lactancia. Esta labor también la lidera la enfermera Erika Sandoval, quien desde 2009 coordina la Comisión Regional de la Lactancia de La Araucanía y lucha por posicionar este tema como estrategia prioritaria de la salud pública de la región: "Ser los primeros del ranking de lactancia materna se lo debemos, también, a la cultura mapuche, quienes históricamente la han valorado como sistema de apego y comunicación entre la madre y la guagua", señala. Juana Quiriban, en la foto, es madre de Rayén de 1 año y 5 meses, vive en la comuna de Padre Las Casas, desde donde viaja junto a otras mujeres mapuches para colaborar en talleres de prolongación de periodos de lactancia.

El trigo de Chile

El trigo es el principal cultivo de Chile. Según datos del Ministerio de Agricultura, ocupa casi un quinto (19,5%) de todas las tierras del país destinadas a la agricultura y su producción se destina mayoritariamente a la elaboración de harina, ingrediente esencial en la preparación de pan, que es el principal alimento de los chilenos, con un consumo per cápita de 86 kg al año. La mitad de los suelos destinados al cultivo de este cereal están en La Araucanía, donde varias familias viven de la producción de trigo. El agricultor Ricardo Álvarez (59) es uno de sus productores y el único que tiene un molino en Púa, en Victoria, donde obtuvo su primer trabajo como ayudante de molinero a los 17 años. Junto a su mujer, Tatiana Meier, cultivan el cereal en sus 100 hectáreas y, además, arriendan las tierras de propietarios mapuches que no tienen la capacidad para explotarlas y las siembran también con trigo. Con parte de su producción abastece a los campesinos y a las comunidades mapuches vecinas. En el molino también procesa el trigo de otros productores. "El trigo es uno de los productos más nobles: resiste sequías, siempre tiene compradores y es fundamental en nuestra dieta. Acá somos muy buenos para las masas: comemos harto pan, pantrucas, fideos. Como no hay supermercados cerca, todo se hace en la casa. Por eso, puede faltar de todo menos la harina", afirma el agricultor.

Los guardianes de la selva valdiviana

Se caracteriza por sus bosques siempre verdes, grandes árboles y abundantes arbustos, y es un ecosistema único en América del Sur. La selva valdiviana se extiende entre las regiones del Biobío y de Aysén, pero en Los Ríos está su corazón: casi el 50% de la superficie regional está cubierta por bosque nativo. Esta selva se desarrolló en el sur de Chile bajo condiciones muy específicas –humedad permanente y temperaturas frescas– y por eso más de la mitad de sus especies solo se encuentran en esta parte del planeta. Algunas, como la araucaria y el alerce, son milenarias. "Es un verdadero laboratorio abierto", explica Mylthon Jiménez, director del Jardín Botánico de la Universidad Austral, enfocado en la conservación de la selva valdiviana. Como investigador del Instituto de Ciencias Ambientales, departamento a cargo del jardín, su trabajo consiste en observar cómo funcionan las especies. Del estado actual del bosque, cada día más seco, surgió el único proyecto de simulación de sequía a gran escala en Chile, que pretende medir el futuro de sus especies ante los cambios climáticos. Ya tienen algunos resultados del experimento: con un tercio de agua menos –el verano pasado el déficit de lluvias se acercó a esa cifra–, árboles como el mañío y el roble dejarían de crecer hasta un 80%. Además, la producción de miel de ulmo disminuiría con el desgaste de este árbol y, con ella, el sustento de las comunidades que la elaboran.

Puertomontino exportador

Después de la Metropolitana, la Región de Los Lagos lidera el ranking de exportaciones distintas al cobre y la celulosa a nivel nacional. Y eso es lo que hace el primer puerto internacional privado de Puerto Montt, que lleva funcionando menos de un año y es propiedad de Jorge Pacheco (57) y su hermano Ivar, quienes nacieron en una familia de origen campesino en la isla Tenglo y a los 13 años comenzaron a trabajar en la pesca artesanal y el buceo de mariscos. Hoy son dueños de Oxxean, uno de los consorcios marítimos más importantes de la Zona Austral, que cuenta con 13 barcos pesqueros, tres puertos, una marina de yates y da trabajo a 400 personas de la región. En enero de este año, se ampliaron a un nuevo negocio en el rubro exportador: el embarque de 7 mil vacas lecheras que se fueron a China, la primera partida de ganado exportada por Chile a ese país. "El centralismo es antónimo del desarrollo. Yo tuve la suerte de nacer en una de las regiones más ricas del país, con una diversidad de cosas por hacer en el mar, la cordillera y el campo. Acá está todo por hacer, pero se necesitan más manos capacitadas", dice Pacheco, quien, además, dirige la ONG Canales, que trabaja para mejorar la calidad de la educación técnica desde Osorno hasta Punta Arenas.

El aire puro de Punta Arenas

En Punta Arenas se respira el aire más limpio de Chile. Así lo indica la Estación de Monitoreo de Calidad del Aire de esa ciudad, que se instaló en 2014 en el regimiento militar Pudeto, en el cerro La Cruz, y que marca solo 6 puntos de polución en promedio al año, 80 menos que Santiago. Gracias a una sofisticada tecnología, después de que el aire entra por un tubo, sus partículas se analizan automáticamente por un sistema computacional que envía los datos a la oficina central del Ministerio del Medio Ambiente en Santiago. ¿Cómo se explica que el aire sea tan limpio? "Tierra del Fuego es zona productora de gas y ese es el combustible que más se usa en calefacción, necesidad básica de las viviendas de la región más austral de Chile. El gas no genera emisiones de material particulado fino, componente que contamina el aire, a diferencia del carbón y la leña, muy usados en otras partes de Chile", explica el seremi del Medio Ambiente de Magallanes y doctor en Ciencias Atmosféricas, Claudio Casiccia (56), quien aparece en la foto midiendo con un GPS las coordenadas del lugar exacto donde se evalúa la calidad del aire en la ciudad. Por otro lado, la geografía también ayuda: "Magallanes se caracteriza por sus grandes extensiones planas y sus fuertes vientos (de hasta 100 km/h), lo que favorece el intercambio de masas de aire", agrega el seremi.

El cuidador de los pingüinos de Tierra del Fuego

A 14 kilómetros al sur de bahía Inútil, en la costa occidental de Tierra del Fuego, está el parque Pingüino Rey, hábitat de los únicos 50 ejemplares de estas aves marinas que quedan en Chile, y que es superada en altura solo por el pingüino emperador: miden 1,20 m de altura. Si bien antiguamente estas aves habían poblado las costas de la Patagonia, a principios de los 90 fueron capturadas para venderlas en el extranjero, disminuyendo drásticamente su población. Hace 8 años, espontáneamente colonizaron la estancia de la familia Fernández-Durán, quienes para protegerlos crearon este parque que hoy recibe a cientos de turistas que llegan de todo el mundo a conocer esta particular especie de pingüinos, que además de Chile, solo se encuentran en las islas Malvinas y Georgias del Sur. "Lo que más me importa es que los turistas los respeten y no los estresen, ya que sería una tragedia enorme que volviéramos a perderlos", dice el guardaparques Luis Muñoz (55), encargado de cuidarlos, espantar a sus depredadores –lobos marinos y focas leopardo– y censarlos dos veces al día.

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