Dibujar la locura

Un lápiz de carbón y una tela blanca le bastan al artista Tito Calderón para construir delirantes escenas. Su retrospectiva en el Museo de Bellas Artes despliega una trayectoria de cuatro décadas, en las que ha desarrollado, a través de su virtuoso dibujo, un agudo comentario sobre la fragilidad humana. Hasta el 30 de marzo.




Paula 1142. Sábado 1 de marzo de 2014.

Un lápiz de carbón y una tela blanca le bastan al artista Tito Calderón para construir delirantes escenas. Su retrospectiva en el Museo de Bellas Artes despliega una trayectoria de cuatro décadas, en las que ha desarrollado, a través de su virtuoso dibujo, un agudo comentario sobre la fragilidad humana. Hasta el 30 de marzo.

"Mis dibujos son una mezcla entre goyesca e hiperrealista, con personajes reales, previamente fotografiados, tratados en blanco y negro, a mi manera, como el esmog gris que cubre Santiago en el invierno o el vestuario con el que cubren sus cuerpos las personas que habitan esta ciudad. Cuerpos que cometen la osadía de vivir al límite de sus emociones y de la locura".

Así explica Tito Calderón (55) sus dibujos de grandes proporciones realizados con lápiz de carboncillo sobre tela que, desplegando gran destreza técnica, representan personajes en escenas perturbadoras. Bajo un código muy realista, cada estampa ofrece lujo de detalles, luces y sombras, texturas, vestuarios, actitudes, además de una composición muy estudiada. Sus referentes provienen de fotografías –muchas sacadas de libros de arte y revistas de moda– las que traduce de manera fidedigna al dibujo. Pero, en medio de esa impecable apariencia de realidad donde desfilan seres glamorosos, el artista inyecta la distorsión. Compone juegos de perspectiva muy elaborados dislocando los planos para generar cierto vértigo y, por otro lado, siempre aplica un tratamiento narrativo que mezcla erotismo, ironía, drama y una dosis importante de morbosidad.

Gracias a la economía de recursos, el dibujo vehiculiza de modo directo el pensamiento para traspasarlo a la imagen. Son los devaneos de su cabeza e imaginación –las sensaciones y reflexiones– las que el artista imprime en su obra, haciéndonos observar la complejidad del temperamento humano, desde las situaciones más anónimas y cotidianas hasta aquellas que involucran a personajes del mundo del arte y la cultura, como Warhol, Bacon y Freud.

A la manera de un cómic ultra sofisticado, las escenas que se despliegan sobre los muros de la muestra titulada De la muerte a la locura son como capítulos de un cuento que comienza en la década de los 80, cuando el artista decide ejercer su oficio de dibujante como un "arma secreta", según explica. "Yo luchaba contra Pinochet con mi gráfica pornográfica en aquella época, la cual servía como revulsivo social. Sin conflicto no hay creatividad, no hay pintura, no hay nada. El riesgo, el dolor, la inseguridad, crean movimiento".

En la exposición del dibujante también se puede ver la valoración que el artista recibió –desde sus inicios– de intelectuales como Enrique Lihn y Armando Uribe, quienes escribieron textos muy comprometidos sobre su obra, y que se exhiben dentro del montaje. Uribe habla de "obras inquietantes de extrañeza en el mundo de la realidad ineludible, que son el 'pequeño mal' hecho arte en formato humano". Y Lihn termina su texto diciendo: "Sospecho que el arte de Calderón dice relación con el Chile sin aire que respiramos. Con la decadencia de este país".

*"Obras inquietantes de extrañeza en el mundo de la realidad ineludible, que son el 'pequeño mal' hecho arte en formato humano", señaló armando uribe sobre los dibujos de calderón. Este y otros textos se exhiben también como parte de la muestra.

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