El amor a la vida de Jeanette Winterson

La escritora inglesa vuelve, a sus 50 años, al tema de la novela Fruta prohibida, que la hizo famosa a los 25: su dura experiencia como hija adoptada por una pareja de fanáticos religiosos. Si antes la contó usando ficción, en ņPor qué ser feliz cuando puedes ser normal? (Lumen) ofrece sus lúcidas memorias sobre cómo el abandono la hizo atreverse a ser quien es.




Paula 1111. Sábado 22 de diciembre de 2012.

La escritora inglesa vuelve, a sus 50 años, al tema de la novela Fruta prohibida, que la hizo famosa a los 25: su dura experiencia como hija adoptada por una pareja de fanáticos religiosos. Si antes la contó usando ficción, en ņPor qué ser feliz cuando puedes ser normal? (Lumen) ofrece sus lúcidas memorias sobre cómo el abandono la hizo atreverse a ser quien es. Por Marcela Fuentealba.

La señora Winterson, como llama Jeanette Winterson en sus memorias a su madre adoptiva, era una mujer gruesa, perturbada y fanática, que veía al demonio en todas partes, principalmente en la niña que estaba criando.  Creía que su casa estaba llena de fantasmas y se pasaba las noches cocinando y fumando para no dormir en la misma cama de su esposo, un triste sobreviviente del desembarco de Normandía que asistía puntualmente con ella a la iglesia pentecostal del pueblo de Accrington, en las afueras de la industrial y miserable ciudad que era Manchester en los 70. Esta mujer prohibía a Jeanette cualquier lectura que no fuera la Biblia –aunque ella era adicta a los policiales–, y cuando descubrió que bajo el colchón la niña guardaba decenas de novelas, su solución fue tirarlas por la ventana y prenderles fuego. Era decidida y enérgica: si la niña se portaba mal, la dejaba fuera de la casa en la noche o la encerraba en una sucia carbonera.

Cuando descubrió que a la jovencita le gustaban las chicas y se besaba con ellas, la llevó a la iglesia para que la exorcizaran: la ceremonia consistió en abofetearla para que se arrepintiera, y no dejarla dormir ni darle de comer durante tres días. Estas son solo algunas pocas de las increíbles penurias que Jeanette Winterson pasó en su niñez hasta que a los 16 años se fugó de su casa para nunca jamás volver.

Los malos tratos la volcaron fervorosamente a los libros, así que se volvió una genio del lenguaje y terminó becada en Oxford (era "el experimento de la clase obrera", le dijo su tutor al recibirla). Tras graduarse noveló su historia y publicó Fruta prohibida, que le valió varios premios y una fama persistente. Después de más de quince libros publicados, hoy es una celebridad, además de activista gay y en favor de la infancia, y ha recibido distinciones de la propia reina de Inglaterra. Lo magnífico de la narración es que Winterson escribe la historia de esta pésima madre con pasión y compasión, incluso con humor, aunque sin pizca de frivolidad. Incluso logra valorar la religión que le inculcaron, aunque de manera muy distinta, como la necesidad de dar un sentido superior a la vida. Casi agradece que, cuando a los quince años declaró ser feliz con su polola, la señora le haya hecho la tremenda, definitiva y graciosa pregunta: ņpor qué quieres ser feliz si puedes ser normal? Winterson quiso ser feliz, y para eso tuvo que empezar a vivir otra vez, lejos del odio y demencia de su casa. "Nada puede ser más sencillo y nada puede ser más complicado que el amor", escribe Winterson, y de ese difícil aprendizaje se tratan estas memorias deliciosas y valientes.

¿Por qué quieres ser feliz si puedes ser normal? le preguntó su madre adoptiva a Jeanette Winterson cuando, a los 15 años, se declaró feliz con su polola.

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