El fenómeno Tolcachir

Actor, director, dramaturgo y docente, la vida del argentino Claudio Tolcachir parece dividida en dos: antes y después del estreno de La omisión de la familia Coleman, una obra que en su país lleva 8 años en cartelera y que fue la antesala de una seguidilla de hits teatrales como Emilia, que a un mes de su estreno en Chile este 18 de enero para Santiago a Mil, ya había agotado funciones.




Paula 1139. Sábado 18 de enero de 2014.

Actor, director, dramaturgo y docente, la vida del argentino Claudio Tolcachir parece dividida en dos: antes y después del estreno de La omisión de la familia Coleman, una obra que en su país lleva 8 años en cartelera y que fue la antesala de una seguidilla de hits teatrales como Emilia, que a un mes de su estreno en Chile este 18 de enero para Santiago a Mil, ya había agotado funciones.

No lo sabía entonces, pero mientras su país se caía a pedazos, Claudio Tolcachir empezaba a construir su propio camino al éxito. El marco fue la violenta crisis económica que golpeó a Argentina en 2001, una crisis que lo empujó a refugiarse en aquello que más amaba: el teatro, hacer teatro con sus amigos de la escuela media. En su barrio buscó un espacio y lo encontró a metros de su casa. Ahí montó su guarida y la llamó Timbre 4. El sitio para ensayar se convirtió con el tiempo en una sala; se fue ampliando y se convirtió en escuela. Poco a poco, aquellos amigos que se divertían sobre las tablas fueron dando paso a una compañía de teatro profesional, y lo que comenzó con recomendaciones de boca en boca se convirtió en una exportación al mundo. Solo La omisión de la familia Coleman, la segunda obra de su autoría, recorrió más de 20 países y lleva 8 años con funciones en Argentina. Tolcachir es hoy un referente indiscutible del teatro independiente pero también dirige teatro comercial. Y es, hace casi una década, el director que convierte en oro todo lo que toca. O casi.

¿Cómo apareció Emilia, tu última obra, en tu cabeza?

Un día para el cumpleaños de mi hermano me tocó recoger a la que fue nuestra niñera (nana), Cecilia. Ella vivió con nosotros desde que nacimos hasta nuestra pre-adolescencia. En ese viaje ella me contó muchísimas historias de mi infancia. Lo primero que me impactó fue no recordar esas historias que ella recordaba con tanta precisión. Y luego me conmovió infinitamente el amor que ella sentía por ese recuerdo, como si hubiera sido ayer. Ese amor generoso para con quien cuidó durante un tiempo. Yo sentí incomodidad, culpa. Admiración, agradecimiento. Un cruce de sensaciones que me acompañaron un buen tiempo, hasta que supe que sobre algo de esto tenía que escribir.

¿Qué temas son tu debilidad como escritor y director?

Las relaciones entre las personas, sean familia o no. Cómo cada uno intenta ser, desarrollarse agobiados por sus debilidades, sus miserias. Yo descubrí de pequeño en el teatro una posibilidad maravillosa de pensar la vida, mi propia vida. Y escribir y dirigir me permite investigar profundamente en estas condiciones humanas. Por supuesto la familia es un ámbito de intimidad donde los personajes se muestran crudamente. Pero no es eso lo que más me interesa sino su propio ser, sus acciones, sus secretos y sus incapacidades, que son las mías. Allí donde hay algo que alguien no sabe hacer, allí hay una historia.

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