El thriller de Francisco Ortega

Francisco Ortega publica El número de Kaifman, novela que cuenta la historia de nazis en el sur de Chile.




–¿De dónde viene tu interés por el tema nazi? 

–De una historia que me contaron. Andaban unos gringos por el sur buscando unos tractores Lanz que Alemania exportó después de la Segunda Guerra Mundial. A Chile y Argentina llegaron toneladas. De Chillán al sur en todos los campos hay uno. Pero estos tipos buscaban ciertos números de serie y pagaban mucho. Dijeron que los compraban para un museo agropecuario en Australia. Se especuló que con esos números podían encontrar el tesoro de Hitler. Quería hacer un reportaje, y salió la idea de la novela. Hice el secreto más grande, metí todo: la obsesión de Hitler por la Antártida, la Ciudad de los Césares, brujos de Chiloé, caballeros medievales y árabes locos del siglo XII.

–¿Cómo investigaste estos mundos? 

–Soy de Victoria, conozco a la gente del sur. Me inspiró desde Los viajes de Gulliver hasta El Código Da Vinci y Stephen King. También la estructura de serie de acción como 24 o Lost. Pero lo que más tuve en mente son obras latinoamericanas: El eternauta, un cómic argentino de 600 páginas que muestra a una familia criolla que resiste una invasión extraterrestre, y las novelas Pacha Pulai, Los altísimos y Lo que merodea en la lluvia, de Hugo Correa, un autor chileno de ciencia ficción de los años 50. La última de éstas es sobre una familia que se queda encerrada mientras llegan los marcianos.

–¿Nazis y marcianos? 

–Lo dice Miguel Serrano, con quien conversé. Es el tema de la conspiración dentro de la conspiración. Bajé de internet un texto que se llama El gran libro de las conspiraciones, que propone que al final todas tienen un mismo origen. Esto no tiene nada que ver con lo neonazi, sino con la cosa esotérica. La tecnología también es importante: inventó desde nuevos usos de internet hasta un sistema de respaldo de información a través de la sangre. Es un thriller descabellado y que honestamente me preocupé de escribir bien.

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