En busca del tesoro

La escultora Pilar Ovalle observa su entorno para coleccionar botones, telas, semillas y conchas de mar.




La escultora Pilar Ovalle observa su entorno para coleccionar botones, telas, semillas y conchas de mar.

Todo comenzó cuando Pilar tenía diez años y, ante el estupor de su familia, se dedicaba a desarmar planchas, radios o jugueras en la casa de sus abuelos. A los 11 empezó a coser, imitando a una costurera de su madre. Se hacía blusas y faldas o cosía creativos accesorios a su ropa. Le gustaba tener las manos ocupadas y fue una fiel asistente a talleres de dibujo, témpera o escultura en greda. "Tuve una educación muy libre. Mi mamá nunca me dijo cómo tenía que vestirme y no me impuso un colegio determinado. Como a los diez años yo manejaba bastante sola mi vida", afirma Pilar.

Pilar estudió Escultura en el Instituto de Arte Contemporáneo y después se especializó en talleres de la Universidad Católica. Ha realizado numerosas exposiciones y siempre ha recibido muy buenas críticas de críticos y coleccionistas chilenos y extranjeros.

Para su última exposición Wenu Mamul, expuesta en marzo y abril del año pasado en el Museo de Bellas Artes, Pilar viajó varias veces al sur para recolectar trozos de madera nativa en las orillas de playas de Chiloé y del lago Pirihueico. Le arrendó una lancha a un pescador y recorrió remotas playas sin acceso por tierra buscando y recolectando troncos, raíces y ramas. "Las elegía según su forma, su textura, sus nudos y sus terminaciones. Después les recortaba las extremidades que no me gustaban. Me molesta cuando veo un caballo, por ejemplo, en una madera, porque no puedo trabajar con formas tan evidentes", explica Pilar. De vuelta en su taller de Santiago, con su tesoro a cuestas, Pilar trabajó entre seis y ocho horas diarias en sus esculturas.

En general, su rutina diaria empieza cuando se pone uno de sus muchos overoles, una mascarilla, prende el equipo de música, y corta y ensambla piezas hasta darles la forma buscada. Con una técnica propia, juega con las texturas y las vetas naturales de la madera. "Me encantan los parches, las uniones a la vista, porque la suma de esas uniones van armando la pieza y eso tiene un significado", aclara. La madera es el material más la motiva, aun cuando reconoce que no puede explicar por qué. "Estoy tan metida en la madera que no puedo ver ni razonar". Para ella, la madera es como el óleo para los pintores. Muchas veces no se da cuenta del esfuerzo físico que hace y termina con dolores, especialmente en la espalda.

Pilar ha contagiado a sus tres hijos de su afán recolector. "Nos ponemos todos en cuatro patas en el suelo buscando la piedra más redonda o la conchita más perfecta. Es el juego de la búsqueda del tesoro", dice. "Mi vida cotidiana está marcada por el juego. Me entretengo mucho más con cosas de niños que con cosas de adultos. Me encanta jugar".

Aparte de dar forma a la madera para generar sensaciones y sentimientos, a Pilar le atrae construir y remodelar casas. "Tengo una faceta muy constructora. Paso horas eligiendo maderas de demolición o buscando antiguas puertas de iglesias", comenta. En esa faceta, Pilar privilegia los espacios con sentido, conectados unos con otros. "Me fascina vivir en espacios con luz, por eso hago muchas claraboyas", apunta. Es así como remodeló completamente su actual casa de Santiago, en Providencia, para generar más espacios, aumentar el ingreso de luz y darle el orden que ella quería.

Pilar vivió ocho años cerca de Vicuña, en la cuarta Región. Paseaba mucho y se dedicó a recolectar objetos de la naturaleza que le llamaban la atención, como conchitas, dientes de tiburón o semillas. En su auto siempre hay un cuchillo que utiliza como herramienta para desprender o arrancar cosas.

Aunque disfruta de la vida en el campo, a Pilar le fascinan las ciudades porque ˆseñala- necesita relacionarse con otras personas. También le gusta saber que tienen un inmenso mundo de posibilidades donde encontrar materiales y objetos de colección. "Me encanta la ropa usada. La ordeno y la clasifico según texturas y colores", cuenta. Pero su fascinación por las telas va más allá. "Encuentro que la vida es como una trama que cada uno la va tejiendo", explica.

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