Los seres mutantes de Cecilia Avendaño

Para la artista Cecilia Avendaño (34), el rostro humano es un campo de batalla donde se juegan transformaciones permanentes e identidades múltiples. Su obra parte de fotografías que realiza con modelos en estudio, las que luego somete a un exhaustivo y riguroso proceso de manipulación en photoshop, sustituyendo algunos rasgos por los de otros rostros sacados de imágenes de distintas procedencias. Hasta el 17 de septiembre mostrará 10 fotos de su serie Emerge, en Galería Patricia Ready.




Paula 1155. Sábado 30 de agosto de 2014.

Para la artista Cecilia Avendaño (34), el rostro humano es un campo de batalla donde se juegan transformaciones permanentes e identidades múltiples. Su obra parte de fotografías que realiza con modelos en estudio, las que luego somete a un exhaustivo y riguroso proceso de manipulación en photoshop, sustituyendo algunos rasgos por los de otros rostros sacados de imágenes de distintas procedencias. Hasta el 17 de septiembre mostrará 10 fotos de su serie Emerge, en Galería Patricia Ready.

Conectada con las estéticas de moda, la obra de Cecilia Avendaño seduce al espectador en un primer golpe de vista Pero la perturbación se precipita de inmediato, pues sus retratos están en una zona extremadamente inestable y contradictoria: se debaten entre el glamour y la monstruosidad, entre la realidad y la ficción, entre lo natural y lo artificial. Son rostros ambiguos, andróginos; las proporciones están alteradas; la edad y el origen racial son indeterminados; la mirada y postura corporal transmiten una mezcla de frialdad y tristeza difícil de descifrar.

Este premeditado efecto de inestabilidad lo consigue tras deconstruir los retratos de modelos que elabora en su estudio fotográfico, utilizando todos los recursos y protocolos de la foto de moda: iluminación, vestuario, maquillaje, etc. Pero, en el resultado final de la obra, poco y nada quedará de estas tomas ultra producidas. Sin embargo, la artista asegura que necesita partir de imágenes de muy buena calidad para sostener ese nivel durante el proceso en que sus modelos perderán paulatinamente los rasgos esenciales, pues serán sometidos a una ardua operación en la que les cambiará un ojo por otro, una boca por otra, un atuendo por otro, hasta que su identidad primigenia desaparezca por completo y emerja un ser extraño, puramente digital, mutante e híbrido, hecho de pedazos de múltiples identidades. "Muchas veces siento que en mis retratos coexisten varias personas a la vez, hombres y mujeres, que están tratando de salir a la superficie, que se pelean el cuerpo que habitan, buscando surgir y ser vistos. Eso creo que es algo que compartimos todos, esa multiplicidad: no somos una sola persona", explica. "Por otra parte, los rostros creados no se ajustan a un canon preestablecido, no respetan simetrías forzadas, no buscan una sola mirada ni una sola reacción. El binomio de lo bello y lo monstruoso es una parte constante de mi trabajo, y siempre estoy buscando un equilibrio de ambas cosas para que coexistan en tensión".

En la obra de Avendaño los ojos siempre han sido protagónicos, pero en la muestra Emerge –que exhibe en la Galería Patricia Ready– trabajó con mayor dedicación sobre el cuerpo y el vestuario. Los diseños de los trajes que visten a sus seres son también realizados por la artista, que fue asistida por diseñadoras, para lograr una sensación de ropa vaporosa, que resaltara la fragilidad de los cuerpos. Los estampados fueron sobrepuestos y sus motivos corresponden a imágenes de antiguos pósteres chinos. La serie parte de un viaje que la artista realizó a Asia durante el año pasado y eso se refleja mucho en la estética imperante. "En ese viaje tomé conciencia de la riqueza cultural que existe en lugares tan lejanos y que me hacen reflexionar sobre lo inspiradora y sorprendente que es la naturaleza humana".

Precisamente, este método de capturar rostros en la calle marca la gran diferencia en la factura y la atmósfera de esta nueva serie de obras. "Tuve la oportunidad de fotografiar a gente tan diferente y tan receptiva con la cual casi nunca hubo comunicación verbal, solo gestos mediantes con los cuales lograba que posaran frente a la cámara. Creo que esta comunicación sin palabras ayudó a que las imágenes adquirieran aún más intensidad, lo que se refleja en la mirada de cada uno de los personajes, aunque estén construidos con pedazos de distintos rostros".

Cecilia Avendaño.

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