Maravillas de la perversión

Después de varios éxitos, con Ojalá nos perdonen, la escritora A.M. Homes logra nuevamente un retrato punzante e hilarante de la vida familiar de la clase media alta norteamericana. Pero esta no es otra novela más. Es una gran novela.




Paula 1157. Sábado 27 de septiembre de 2014.

Después de varios éxitos, con Ojalá nos perdonen, la escritora A.M. Homes logra nuevamente un retrato punzante e hilarante de la vida familiar de la clase media alta norteamericana. Pero esta no es otra novela más. Es una gran novela.

La han llamado "la reina de las anti heroínas perversas" y la "escritora más valiente y arriesgada de su generación". Sus cuentos, recopilados en Cosas que debes saber y que aparecen periódicamente en revistas como Granta y The New Yorker, han sido descritos "ligeros como el aire, extraños como los sueños, monstruosos como la verdad: la cosa real y clásica". Sus novelas, como Este libro te salvará la vida o El fin de Alice, que cuenta la vida de un acosador de niños –y que algunas librerías conservadoras se negaron a vender–, han sido aplaudidas por su enorme provocación; en este caso, por reponer el tema central de Lolita, de Nabokov, la fascinación de un viejo por una jovencita, al nivel pedestre de un pobre tipejo. Y esta última entrega Ojalá nos perdonen (publicada por Anagrama, como el resto de sus libros en castellano) fue catalogada por la inglesa Jeannette Winterson como "la gran novela americana de nuestro tiempo".

A.M. Homes (1961) ha logrado la perfección de su estilo y de su tema. Es una escritora que no dudó en usar su propia historia de niña adoptada, cuando recién a los 30 años conoció a su madre biológica: lo contó todo en La hija de la amante. Es decir, ha vivido en carne propia los secretos que esconden las familias acomodadas de Estados Unidos, donde acecha lo sórdido, lo triste y lo incomprensible. Puede ser grotesca y cruel, pero siempre la perplejidad y la ignorancia permiten ser compasivos con sus personajes; puede ser exagerada y brutal, pero siempre la realidad se apodera de sus ficciones para digerirlas con humor y agudeza. Narra con un ritmo desaforado que se vuelve propio –como en la mejor serie de televisión: de hecho, ella también es guionista–, y las continuas sorpresas y atrocidades de sus historias se asumen y resuenan en su absoluta extrañeza. Vuelve visible lo más incomprensible, la maldad y la imbecilidad.

Ojalá nos perdonen es una proeza de lo vertiginoso. Cuenta el momento preciso en que se desarma la vida de dos hermanos, profesionales más o menos exitosos de clase media alta, cuyas vidas se destruyen y, por lo tanto, tienen que reconstruirse. La fragilidad de los vínculos familiares, la violencia soterrada que explota, la intolerancia y total falta de solidaridad de los demás, se encarna en la historia de un profesor de Teoría Política, experto en Nixon, que debe hacerse cargo de los hijos de su hermano (varios crímenes estúpidos mediante). La humanidad que persiste ante el fracaso absoluto es tan risible como loable, y A.M. Homes se encarga de mostrarla tal cual es, cuando ya la única ética que queda es la del sobreviviente y no se puede contar con nada más que la incertidumbre total. Y lo leemos con una sonrisa, y nos fascinamos completamente. Y asentimos, A.M. Homes es una gran novelista norteamericana.

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