Philip Marlowe nace otra vez

El escritor irlandés John Banville, que acaba de ganar el premio Príncipe de Asturias y es sólido candidato al Nobel, escribe novela negra con el seudónimo de Benjamin Black. En su última entrega, La rubia de ojos negros, revive al más grande de los detectives, Philip Marlowe, para honrar a su creador, el maestro del estilo Raymond Chandler.




Paula 1154. Sábado 16 agosto 2014.

El escritor irlandés John Banville, que acaba de ganar el premio Príncipe de Asturias y es sólido candidato al Nobel, escribe novela negra con el seudónimo de Benjamin Black. En su última entrega, La rubia de ojos negros, revive al más grande de los detectives, Philip Marlowe, para honrar a su creador, el maestro del estilo Raymond Chandler.

Ha dicho que sus ocho novelas policiales, firmadas como Benjamin Black –la mayoría protagonizadas por el forense Quirke, que la BBC acaba de adaptar a una serie de televisión–, son trabajos de artesanía, mientras la docena que llevan su nombre, John Banville (1945), componen su obra artística seria. Sus libros El mar, Imposturas, Eclipse, Los infinitos y Antigua luz, entre otros, son narraciones complejas, que unen los ritmos poéticos con la reflexión profunda sobre el conocimiento y las relaciones humanas, pulidas con un sentido del humor oscuro y una inteligencia brillante.

En La rubia de ojos negros, publicada recién a comienzos de año en inglés y con veloz y excelente edición española (Alfaguara), une como nunca sus dos facetas de artesano y artista en un reto mayor: volver a la vida a uno de los personajes claves de la novela negra moderna, Philip Marlowe, el entrañable detective que protagonizó los libros del escritor norteamericano Raymond Chandler (1888-1959) desde fines de la década de 1930. Chandler, que fue periodista, peleó en la Primera Guerra Mundial y trabajó como guionista en Hollywood –lugar que despreciaba por su falsedad y cinismo–, empezó a escribir a los 45, siguiendo el modelo de Dashiell Hammett y los fundadores de la revista Black Mask, los primeros que retrataron popularmente las pifias y escombros del sueño americano. El detective Marlowe, por lo tanto, es un hombre duro e idealista que se enfrenta al mal y a la estupidez, y descree de la fragilidad y de las buenas intenciones, aunque él mismo posee ambas. Circula por un Los Ángeles lleno de egoísmo y falso glamour, donde la corrupción no se esconde y campea la moral del codazo como forma de subsistencia.

Banville/Black recibió la propuesta de revivir a Marlowe de parte de su agente, que también vela por los herederos de Chandler, y lo dudó mucho tiempo. "¿Sería yo, un escritor irlandés en la segunda década del siglo XXI, capaz de continuar la obra de un escritor adorado e icónico, de retratar el ambiente de Los Ángeles en la posguerra, los tonos, y sobre todo, sería capaz de reinventar a un Marlowe convincente?", se preguntó el autor. Se puso a leer toda la obra de Chanlder y encontró solo afinidades, especialmente en sus cartas. Para mejor homenaje, usó uno de los títulos desechados por Chandler, e intentó rearticular, más allá de la imitación, su espíritu "vigoroso, valiente y melancólico". El resultado, sin duda, fascinaría a Chandler, pues justamente da bríos a los elementos clave de su arte: una prosa elegante, una crítica ácida, y un sentido de la humanidad y la ternura que supera al mal que nos rodea. La delicia y los matices de esta novela encandilan, y conforman una obra literaria tan nostálgica como implacable con sello propio: ahí donde Chandler era demasiado triste y de algún modo se rendía, Black empuja con la fuerza de la vida nueva.

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