Retratando el posmodernismo provinciano

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Con tres películas a su haber, el director y guionista chileno Cristián Jiménez –quien también dirigió la exitosa serie de televisión El reemplazante– está sonando fuerte en la escena del cine nacional. El 12 de noviembre estrena La voz en off, sobre los conflictos de una típica familia valdiviana.




Paula 1186. Sábado 7 de noviembre de 2015.

Con tres películas a su haber, el director y guionista chileno Cristián Jiménez –quien también dirigió la exitosa serie de televisión El reemplazante– está sonando fuerte en la escena del cine nacional. El 12 de noviembre estrena La voz en off, sobre los conflictos de una típica familia valdiviana.

Aunque cuando chico soñaba con ser humorista, al salir del colegio Cristián Jiménez (40) decidió estudiar sociología. Dejó Valdivia, su ciudad natal, y viajó a Londres para hacer un máster, pero al terminarlo se dio cuenta de que no era lo que quería. Estaba empezando a desarrollar su lado más literato y colaborando con algunos guiones de cine. "No fui cinéfilo en mi adolescencia, fue algo que me agarró de grande", dice. En Inglaterra trabajó tres años en televisión, y volvió a Chile con un objetivo claro: hacer cine. Después de un par de cortometrajes, en 2009 lanzó su ópera prima, Ilusiones ópticas, co-escrita con Alicia Scherson; después vino Bonsái, donde adaptó el guión original de Alejandro Zambra, que ganó el premio Pedro Sienna en 2012.

Su tercer filme, La voz en off, que se estrena el 12 de noviembre en cines, cuenta la historia de una familia valdiviana constituida por padres que llevan 35 años juntos (Pali García y Cristián Campos) y dos hijas adultas (Ingrid Isensee y María Siebald) que ya son madres. Todo cambia cuando el padre decide separarse, y las jóvenes vuelven a ser hijas y hermanas de nuevo. "Quería retratar este rollo de, por un lado tener hijos, pero por otro lado tener papás que están actuando como niños", dice Jiménez. "Mi generación está súper preparada para lidiar con una separación: sabemos cómo se hace. Pero muchos de nuestros papás quedaron desfasados, porque en su época nadie lo hacía. Entonces los hijos entran a explicarles: 'miren, esto se hace así'".

¿Qué quisiste mostrar con este filme?

Me interesan mucho las contradicciones. Somos enfermos de postmodernos y, al mismo tiempo, súper anticuados. Esta familia, por ejemplo, tiene rollos muy actuales, problemas que no existían hace 30 años. Pero al mismo tiempo son una familia de provincia, donde los rumores son ley y donde se siguen repitiendo rituales de los años en que las hijas eran chicas.

La película tiene como escenario a Valdivia, tu ciudad natal. ¿Tiene algo de autobiográfico?

Cuando el guión llevaba dos frases anotadas en una libreta ya sabía que la historia era en Valdivia, en ese barrio. Pero yo no quería hablar de un tipo de barrio, sino de un tipo de familia, como de la que yo provengo, la pequeña burguesía valdiviana. Crecí ahí, entiendo bastante bien qué es lo que hace que Valdivia sea distinta de otras ciudades del sur: la presencia del mundo universitario y esta especie de semi-arribismo intelectual, entre otras cosas.

¿Cómo ves el cine chileno actual?

Lo veo como un momento de consolidación. El panorama realmente se amplió y hay muchos cines chilenos, dentro del cine chileno. No es que uno diga: "esta es la típica película chilena". Es un abanico que está muy abierto y lo encuentro súper bueno.

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