Cómo enseñamos belleza y amor propio

columna 5 de noviembre



Por suerte, ya tenemos más claro que lo que muchas veces entendemos por belleza, está dictado por el mundo de la moda y la publicidad. Y también sabemos que son estándares muy inalcanzables e irreales. Pero entendemos esto cuando ya somos adultos y ya hemos pasado por miles de procesos, a veces dolorosos, para lograr aceptarnos y querernos tal cual somos. Pero cuando estos mensajes les llegan a niños y adolescentes, son realmente perjudiciales para su autoestima y van mermando su seguridad en sí mismos. Haciendo que las decisiones que vayan tomando puedan no ser las mejores para ellos.

¿Pero cómo hacerlo? Porque a pesar de haber una corriente mundial de darle realidad a las fotos, dejando de lado el sobre uso de Photoshop de la publicidad, aún siento que lo que nuestras niñas y niños ven como aceptable y como modelo, es algo completamente irreal y distorsionador. Qué sin guía e intervención, los llevará a pensar que eso, y solo eso es la belleza. Y qué si no están en ese espectro, se sentirán inadecuados.

¿Cómo enseñarles que la belleza no es solo una? Propongo que cómo padres y madres hagamos de esto un proceso consciente. Desde como nosotros nos referimos a nuestro propio cuerpo, o que comentarios hacemos de otras personas, y que nuestros niños escuchan.

En cuanto a nuestro propio cuerpo, y lo que ellos aprenden de nosotros, muchas veces nos ven quejarnos sobre esto, nos ven odiar nuestro rollo, o el brazo, o el muslo. Nos escuchan hablar mal sobre nuestro cuerpo, y ellos van aprendiendo de esos comentarios. Para luego replicar esas mismas conductas y visiones con su propio cuerpo. O también, pueden escucharnos decir comentarios negativos sobre el físico de otras personas, y empezar a construir su propia visión de que es lindo y que es feo de un cuerpo.

Me acuerdo de mi adolescencia, en que no entendía porque yo tenía pelos no solo en la cabeza, si todas las mujeres que veía en revistas eran prácticamente lampiñas, y yo estaba bastante lejos de eso, por decir lo menos. Odiaba los pelos de mis brazos, y otros pelos inadecuados y hoy que tengo una hija deliciosa, que heredó este aspecto mío, no quiero que ella aprenda de mí, a odiar partes de su cuerpo solo porque las aprende de mí. Si el día de mañana odia sus pelitos de duraznito, la voy a ayudar a resolver esto, para que no se transforme en un tema que la inseguriza en una etapa tan vulnerable como la adolescencia. Pero quizás, ella aprenda a querer sus pelitos, y a hacerlos parte de quien es ella, y sentir que es algo que la diferencia.

Por lo que trato de no traspasarle mi inseguridad. Y así con varias tonteras que uno odia de su cuerpo, y que sin querer se las traspasa a los hijos.

Quiero que mis hijos entiendan la belleza primero como un cuerpo saludable. No quiero que crean que la belleza solo tiene que ver con cuerpo flacos o gordos. Y esto se educa. Contándoles que hay una gran variedad de tipos de cuerpos y que todos están bien, que todos tienen su propia belleza. Que hay personas de contextura más grande pero completamente saludables y sanos, tal como hay cuerpos delgados que no son sanos. Y así podemos también enseñar que la relación con la comida también tiene que ver con salud y no con engordar o adelgazar.

Creo de suma importancia, sobre todo en el mundo tan lleno de imágenes perfectas en el que vivimos, que sea un tema que podamos conversar con los hijos. Preguntarles cómo se sienten, cómo se ven a sí mismos, que les gusta de su cuerpo, para así entender que ven ellos, que piensan y que cosas son aprendidas de nosotros. Y, por último, podemos también modelar la manera en que se hablan así mismos. Cómo, por ejemplo, cuando uno dice, "me veo pésimo" o "soy una tonta", partiendo por hacer el cambio nosotros, para luego hacerles ver a ellos que no está bien tratarnos mal. Si no que debemos tratarnos con amor, compasión y cariño, para así tratar a otros de la misma manera.

Les dejo un par de libros infantiles maravillosos, para abordar diferentes temas del físico y autoestima y diversidad de personas: "Malena, ballena", "Orejas de mariposa" y "Salvaje". Quizás de paso aprendamos de adultos a aceptar e incluso a querer ciertos aspectos de nuestro cuerpo que nos incomodan o disgustan.

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