Maldita amiga

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La amistad tiene momentos buenos y momentos malos. Sin embargo, si se ponen las cosas en la balanza, las sensaciones positivas deberían pesar mucho más que las negativas. Si esto no pasa, se podría tratar de una relación tóxica. ¿Qué pasa con aquellos lazos que nos hacen daño? Acá te enseñamos cómo detectarlos y qué hacer para cortarlos.




"Por qué a mí?" 

"Una amistad dañina involucra a dos personas. La activa, que es quien decide hacer el daño, y la pasiva, quien opta por recibirlo. Ambas tienen un comportamiento alterado", explica la directora del centro psicológico Lazos y Nexos, Caroll Bergenfreid. Generalmente, cuando una persona acepta este tipo de trato, se puede deber a dos razones:

  • Durante su desarrollo existió una disfunción familiar, lo que terminó alterando la manera de vincularse con un otro y la tendencia a repetir un patrón. La experta advierte que esto no significa que todas las relaciones amorosas que elija esa persona sean tóxicas, ya que podría pasar, por ejemplo, que en su casa tuvo un vínculo dañino con su mamá o hermana, pero uno protector con el papá. En ese caso el lazo con su pareja podría ser afectivo y con sus pares femeninos, disfuncionales.
  • Presenta problemas de inseguridad y en la construcción de su identidad. "Si alguien tiene claro quién es, tiene delimitadas las cosas que le afectan y cuáles son las que no va a tolerar. Pero si esto no es así, es difícil ponerle límites al resto", dice Bergenfreid.

Pilares de la amistad

La estadounidense Shasta Nelson, experta en amistad y relaciones saludables, y autora de los libros Friendships Don't Just Happen! y Frientimacy, asegura en una de sus Charlas Ted, que para que una amistad sea sana, debe cumplir con  tres requerimientos:

  1. Positivismo: aquellos sentimientos que hacen sentir a una persona aceptada y respetada por su amigo.
  2. Consistencia: solo a través del tiempo se puede construir una historia y lograr conocer bien a un otro. "Al entender a tu amigo, no sentirás miedo tratando de predecir su respuesta ante cualquier problema", dice Nelson.
  3. Vulnerabilidad: esto no solo implica mostrarse tal como uno es, sino que también compartir las cosas que te inquietan, los problemas, aspiraciones y alegrías.

Lo que está mal

Caroll Bergenfreid advierte que todos los seres humanos tienen defectos y que al relacionarnos nos hacemos vulnerables a recibir daño. Por lo mismo, no hay que confundir algunas conductas negativas con una amistad tóxica. El problema surge cuando estas son reiterativas. Para la experta, hay que estar atenta a las siguientes señales:

  • El victimario siempre logra un beneficio con la amistad y la víctima, en cambio, suele perder más que ganar.
  • Comportamiento descalificador, desvalidación y autoexigencia.
  • Aislamiento con el resto de las personas.
  • Dependencia emocional de la víctima y manipulación constante del victimario.

Un vínculo difícil de cortar

La psicóloga y directora de Fundación Relaciones Inteligentes, Constanza Merino, explica que este tipo de amistades oscilan entre extremos y que suelen ser muy positivas al principio, lo que genera la sensación de un vínculo profundo. Y cuando esto cambia, en vez de confrontar, la víctima se obsesiona con recuperarla. "Entendiendo que hay una dependencia, el problema es el sube y baja emocional, que las deja pegadas esperando que todo vuelva a ser como antes", dice. Para Bergenfreid, en cambio, la dificultad de cortar la relación tiene que ver con el rol salvador y el empoderamiento que este le entrega a la víctima. "Si uno está siempre rescatando a su amiga de diferentes situaciones y se da cuenta de que ella la necesita, logra sopesar la propia herida que carga", cuenta.

Cómo lograrlo

Desafortunadamente, terminar con una amistad tóxica no es algo que pueda hacerse de un momento a otro, ya que probablemente habrá amigos en común que tiendan a unirlas. El desafío no es desaparecer, sino que aprender a construir herramientas que permitan protegerse de estas actitudes dañinas. "Lo primero es entender lo que nos provoca esta persona y hacernos conscientes de que somos nosotros los que lo estamos permitiendo. Requiere de un reforzamiento del autoestima e identificar qué cosas nos hacen mal y cuáles no", explica Caroll. Un buen consejo es comentarle a un tercero lo que está pasando, ya que esto ayuda a mirar las cosas desde otra perspectiva y a entender que no estamos solas.

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