Mi primer tratamiento con toxina botulínica

Después de pensarlo mucho y darse cuenta de que ni las cremas ni los peelings podían eliminar las molestas arrugas de su frente, una periodista de Paula de 31 años, y que prefiere omitir su identidad, decidió aplicarse por primera vez inyecciones de toxina botulínica, también conocida como bótox. A continuación, su experiencia en primera persona.




Paula 1123. Sábado 8 de junio 2013.

Después de pensarlo mucho y darse cuenta de que ni las cremas ni los peelings podían eliminar las molestas arrugas de su frente, una periodista de Paula de 31 años, y que prefiere omitir su identidad, decidió aplicarse por primera vez inyecciones de toxina botulínica, también conocida como bótox. A continuación, su experiencia en primera persona.

Existen variados prejuicios e ideas equivocadas sobre la toxina botulínica. Muchas personas creen que es solo para las pieles maduras y que es una sustancia que rellena la cara. Están equivocadas. Este tratamiento de belleza funciona mejor en los rostros donde hay menos arrugas y su efecto es el de paralizar algunos músculos del rostro con el fin de evitar la gesticulación que provoca la aparición de las arrugas. Con eso claro, y después de obtener nulos resultados con tratamientos menos invasivos –como cremas específicas y cinco peelings químicos–, decidí probar con la toxina botulínica.

Lo primero que hice fue pedir una hora con mi dermatólogo de Clínica Orlandi para que revisara mi cara y viéramos si no había problema para realizar el procedimiento. En esa primera sesión acordamos algunos detalles: le pedí que solo me aplicara en las arrugas de la frente y en el entrecejo, que eran las que más me molestaban. Aunque la toxina botulínica también funciona muy bien en las patas de gallo, no quise ponerme ahí, porque quería que el efecto fuera muy natural; casi imperceptible. No le conté a nadie lo que iba a hacer, incluida mi pareja que es contraria a todo tratamiento de este tipo. Quería que me vieran con una apariencia "más fresca", pero sin que se notara mucho. Por lo mismo hoy omito mi nombre para contar esta historia. Mi doctor me tranquilizó y me dijo que iba a relajar la expresión de mi rostro, nada más, y que probablemente nadie lo notaría.

El día del tratamiento

Estaba muy nerviosa en la sala de espera, incluso a punto de arrancar cuando me llamó la secretaria para hacerme pasar a la consulta. Allí me recibió mi doctor con un mini frasquito de toxina botulínica marca Dysport en la mano. Me explicó que el producto era de un destacado laboratorio europeo, obviamente aprobado por la FDA y el ISP, y que también se usa para tratamientos médicos de otro tipo, como espasticidad o rigidez muscular infantil, por ejemplo.

Una vez recostada en la camilla, con una jeringa el doctor me aplicó algunos pinchazos en la frente, mientras me hacía gesticular para ver bien las arrugas. No los conté, pero debe haber sido unos siete pinchazos entre la frente y el entrecejo. Me dolieron un poco, pero una molestia completamente soportable. En 10 minutos estaba lista. El doctor me explicó que era normal si me aparecían pequeños moretones en algunas zonas, producto de los pinchazos, y que también me podía doler la cabeza.

Lo qué pasó después

Tal como había sido advertida, el mismo día de la aplicación me aparecieron unos mini moretones en la frente, que con un poco de base escondí para que nadie me preguntara nada. También me dolió un poco la cabeza, lo que me molestó porque era una sensación incómoda. Al día siguiente las molestias persistieron así es que me preocupé y le pregunté al doctor. Él me tranquilizó y me dijo que era normal. A fin de cuentas el dolor de cabeza me duró alrededor de tres días al igual que los moretones, justo cuando aparecieron los primeros efectos de la toxina botulínica. El dermatólogo me había explicado que los efectos parciales comenzaban a verse luego del tercer día, y al séptimo ya se manifestaban totalmente. En mi caso, los plazos se cumplieron al pie de la letra.

Al tercer día desperté con otra cara. Mi frente estaba casi lisa y mi entrecejo perfecto. Trataba de levantar las cejas y arrugar la frente, pero me costaba trabajo hacerlo. En mi piel solo se veían dos pequeñas líneas y no ocho arrugas marcadas como tenía antes. Debo confesar que aunque frente al espejo estaba feliz, la sensación de dificultad para gesticular era nueva y un poco desagradable. Estuve al menos dos días con un espejo en la mano, mirándome y tratando de gesticular, como desafiando a las arrugas para que aparecieran. Justo una semana después de la aplicación todo cambió. No sé bien qué fue lo que pasó, pero la toxina botulínica como que pasó a ser parte de mí, se absorbió bien y se fundió con los músculos. No había molestias ni incomodidades y mi piel estaba increíble. Fui a control con el dermatólogo para que revisara cómo se habían presentado los efectos del tratamiento.

Hasta entonces nadie se había percatado del cambio, ni siquiera mi pareja. Hasta que me junté a almorzar con mi hermana, dos años mayor que yo. Ella sí lo notó. Bueno, las mujeres somos distintas y siempre nos fijamos en todo. Ella me escaneó por completo y se percató de que mi piel estaba más firme, así es que tuve que contarle. Más contenta me puse cuando me dijo que mi cara estaba increíble y que no se notaba que era producto de un milagro externo. Fue tanta su admiración que le contagié mi valentía y una semanas después siguió mis pasos: también se puso toxina botulínica en la cara, y no solo en la frente sino también en las patas de gallo. Está feliz.

Ha pasado poco más de un mes desde que me realicé este tratamiento de belleza y los efectos son evidentes. Mi doctor me dijo que me duraría entre tres y seis meses, dependiendo del tipo de piel. Ojalá sean seis meses, porque sin dudarlo volveré a hacerlo cuando aparezcan nuevamente mis detestados surcos en la frente.

7 datos a tener en cuenta

1- Siempre hacerlo con un dermatólogo en un lugar especializado. Jamás en un centro de estética, ni de la mano de una esteticista.

2- Ir a control con el doctor una semana después para ver los efectos del producto.

3- En 1% de los casos puede producirse un problema que se llama ptosis palpebral. Es cuando la toxina botulínica no se fija bien y puede paralizar otros músculos. Para remediar esto existe tratamiento, por lo que hay que acudir al doctor para que indique el manejo adecuado.

4- Después de la aplicación es importante guardar un reposo relativo por cuatro horas y no realizar ninguna actividad que requiera mucho esfuerzo físico por 48 horas. Esto es para evitar situaciones que provoquen la migración del medicamento a otros músculos de la cara.

5- No tomar aspirinas ni anticoagulantes que aumentan el riesgo de moretones.

6- Como buen tratamiento de belleza no es barato, su valor bordea los $ 200.000, dependiendo del lugar donde se realice. De todas formas, hay que tener presente que sirve como tratamiento antiarrugas a largo plazo, ya que durante tres a seis meses las líneas de expresión a las que se les aplicó la toxina están sin marcarse, por lo que ayuda a atenuarlas.

7- Las mujeres embarazadas y las que están amamantando no pueden aplicarse toxina botulínica.

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