Las implicancias del estrés en la salud intestinal

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No se trata solo de alimentación. El estrés crónico también impacta directamente en el sistema digestivo y, con ello, en el bienestar de todo el organismo. De ahí que se recomiende mantenerlo a raya y preocuparse de nutrir diversos aspectos de la propia vida.




Cuando una persona debe afrontar algo que percibe como amenazante o de alta demanda, su cuerpo genera una serie de reacciones fisiológicas para dar respuesta a la situación que enfrenta. Ese es el estrés que, se sabe, puede ser agudo −frente a un evento puntual− o crónico −cuando dura un periodo de tiempo prolongado−. "El intestino es especialmente vulnerable a la presencia de estrés crónico, e incluso agudo", comenta el health coach Matías Novoa (@matias_health_coach). Así, explica Novoa, cuando una persona necesita huir o luchar −las clásicas respuestas del sistema nervioso frente a una situación amenazante− sería contraproducente tener un sistema digestivo activo y, por eso, las funciones de este se suprimen al pasar por estrés.

"En términos específicos, las investigaciones han mostrado que el estrés crónico puede generar cambios en la secreción gástrica, la motilidad intestinal, la permeabilidad de la mucosa intestinal, la sensibilidad visceral y en el flujo sanguíneo de la mucosa. Y si el estrés puede afectar directamente al intestino y a la microbiota intestinal, entonces puede afectar nuestra salud en todo nivel", comenta el experto.

Novoa precisamente ha estudiado cómo el cuerpo humano es un sistema multifactorial y que la salud depende de un equilibrio de varias piezas de un puzle. En su libro El método Kinu, plantea que es esencial nutrir bien otras áreas de nuestra vida: la ocupación u oficio, las relaciones interpersonales, el movimiento y el propósito en la vida. "Estos elementos constituyen los pilares de nuestro estilo de vida y, cuando están en desbalance, tendemos a compensarlos con elementos que nos generan placer, y que de manera momentánea nos ayudan a llenar el vacío, como los alimentos procesados, exceso de carbohidratos refinados y azúcar. Terminamos generando un desbalance sistémico, y se nos hace difícil la tarea de identificar la raíz del problema", comenta el experto.

En cuanto a la alimentación, Novoa señala que es clave llevar comer alimentos reales y no procesados, así como incluir nutrientes esenciales, que no podemos sintetizar y que, por lo tanto, debemos obtener de la alimentación, como ciertos aminoácidos. "Los alimentos que nos pueden ayudar a potenciar nuestro estado de ánimo, en casos de estrés, incluyen el huevo, pescados grasos, frutos secos y semillas, y verduras de todo el espectro de colores en particular verdes oscuras, entre otros", señala Novoa.

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