Decrecer

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Me acuerdo que en el documental Secret Life of Babies, hay una escena de una niña gigante caminando por una ciudad; las casas le llegan a los hombros y ella se pasea con su gorrito rosado cual Gulliver en Liliput. La imagen es tierna y a la vez ridícula, pero ilustra claramente la rapidez con la que los humanos crecemos al inicio de nuestra vida, y deja en evidencia algo que de por sí es obvio: tenemos un límite de crecimiento físico, de otra manera la vida boicotearía a la vida.

Los niños crecen rápido, ya lo sabrán las que crían humanos; los primeros meses se les nota el crecimiento por semana y la ropa no dura nada. Ya más grandes van más lento, pero no es hasta la adolescencia que llegan a su tamaño casi definitivo. Yo mido lo mismo desde los 14 o 15 años. Prometía ser más alta, pero la regla me estancó.

Lo bueno es que no pasa lo mismo con lo que aprendemos. Si bien al principio de la vida nuestro cerebro registra con una rapidez única cada estímulo que recibe, sabemos que durante muchos años podremos aprender cosas nuevas y que la inquietud por desarrollar nuestras capacidades, no se detiene. Y en palabras del recién fallecido Manfred Max Neef: "Crecimiento no es lo mismo que desarrollo, y el desarrollo no precisa necesariamente de crecimiento". Me gusta mucho que lo haya dicho un economista. Y que también haya hablado de ese extraño orgullo que es el aumento del PIB (Producto Interno Bruto) y de la incomprensible alegría de cuando se proyectan sus porcentajes de crecimiento anual. Chino mandarín para mí, que solo sé que mis ingresos no crecen un 4% como el PIB. Lo que necesariamente me lleva a pensar en quiénes son los que realmente crecen.

Todo esto del crecimiento parece obvio, pero no lo es cuando miramos cómo funciona el mundo hoy: ciudades llenas de grúas y andamios, creciendo con construcciones horrendas e insolentes, que tapan el sol y no dejan ver a la cordillera. Gente comprando ropa, porque algo hay que hacer los fines de semana o porque la moda dice que ahora vienen los pantalones no sé cuanto, y así suma y sigue. O esta vez suma y no sigue, porque según afirman los científicos, estamos viviendo la sexta extinción masiva y esta vez los responsables no son ni los meteoritos, ni ningún otro fenómeno natural, sino que los propios humanos que estamos terminando con la Tierra.

Lo que más me llama la atención de todo este crecimiento, es lo poco humano que es. Y citando nuevamente a Manfred: "La economía está para servir a las personas, no las personas para servir a la economía". Y más: ""l desarrollo tiene que ver con las personas, no con los objetos". La riqueza genuina es desarrollar nuestros talentos y gozar la vida con el resto de los humanos, antes de que como un cáncer crezcamos tan rápido que nos condenemos a nosotros mismos. O dicho en los versos de Westphalen, quien también murió un agosto: "Los pies crecen y maduran. Andando el tiempo. Los hombres se miran en los espejos. Y no se ven. Andando el tiempo".

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