La idea que va a revolucionar la educación

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Tomás Recart, director Ejecutivo de Enseña Chile, reflexiona en esta columna sobre el foco que se le está dando a la discusión de la educación.




¿Cuántas veces hemos escuchado las siguientes aseveraciones?: "este niño es inteligente", "este niño es tonto", "este niño nació inteligente/tonto" o "este niño/a tiene (o no tiene) condiciones". Bueno, todas ellas logran algo similar: hacerle creer al niño/a que su condición es fija, que nació de una manera y que, independiente de lo que haga, seguirá siendo igual.

En ese sentido, a ambos niños, ya sea al que se tilda de "tonto" o de "inteligente", les estamos haciendo un daño al hacerle creer que su condición o mentalidad es fija. Seguramente es sin intención, pero le hacemos creer que su identidad está relacionada a algo puntual y, en ambos casos, estamos poniendo "un techo". En otras palabras, le estamos diciendo "no importa lo que hagas o lo que te esfuerces, igual sigues siendo 'tonto' o 'inteligente'". En ambos casos estamos limitando enormemente su desarrollo.

Por el contrario, si en vez de fijarnos en la percepción que tenemos del estudiante, o en "la foto" del momento, ponemos el acento en el valor del proceso, en su dedicación, en el amor con que hace las cosas, nos sorprenderemos de lo mucho que puede crecer y desarrollarse.

Carol Dweck, profesora de Psicología de la Universidad de Stanford, explica en su libro "Mindset" (2006), cómo el desarrollo de una mentalidad "fija" derrocha el potencial de cualquier ser humano, y que la mentalidad de "crecimiento" (Growth mindset) nos permite seguir siendo aprendices y, por ende, mejorar por sobre cualquier límite que podamos creer tener.

Dweck explica cómo el desarrollo de una mentalidad fija o de crecimiento es importante en muchos ámbitos de la vida; ya sea en la crianza de los hijos, en el deporte, en las relaciones personales, en los negocios, etc. Ejemplos: en la educación, cuando tu hijo llega con el resultado de una prueba a la casa, más que felicitarlo por la nota, pregúntale cómo estudió, y felicítalo o anímalo a mejorar. En otro ámbito, como el deporte, antes de una carrera en vez de decirle "si ganas te compro algo", le puedes decir cosas como "da lo mejor de ti, pásalo bien, e independiente lo que pase, te amo". El libro contiene una serie de ejemplos de la vida real donde, paradójicamente, si ponemos foco en el proceso, el resultado en el largo plazo es mejor.

Pero, ¿por qué es tan relevante en educación? Estos últimos años la discusión para mejorar la educación se ha centrado en el financiamiento o en la cantidad de recursos que tienen los establecimientos para educar. Poco o nada se ha tocado el tema de las expectativas o mentalidad del niño y del profesor, ni menos cómo trabajarlas.

Nunca voy a olvidar cuando entré a una sala de clases y la profesora me dijo "lo que pasa es que estos estudiantes tienen un techo". Quiero creer que el nivel de frustraciones que ha tenido esa persona la llevó a pensar de esa manera y que hubo un momento que no era así, pero esto se da demasiado frecuentemente.

En Enseña Chile hemos trabajado en más de 110 colegios a lo largo de ocho regiones del país, y nos damos cuenta de que, sin duda, faltan recursos en las escuelas, pero quizás la mayor carencia está en las barreras que tenemos en nuestras mentes, y las barreras que, sin querer, ayudamos a construir en los niños y jóvenes que tenemos a nuestro cargo.

Nuestros estudiantes por muchos años han escuchado que su valor depende de sus notas, o de cierto nivel de logro. Si ponemos, en cambio, el foco en el amor al trabajo y a la dedicación, entenderíamos que los mejores resultados se dan finalmente como consecuencia, y que el valor está en el proceso. De esta manera, no solamente tendremos estudiantes con mejores resultados académicos, sino también con carácter, más tolerancia a la frustración, mejor autoestima, inquietos, curiosos y siempre deseosos de aprender.

Ya saben, se viene "Growth Mindset".

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