Sin dolor no hay ganancia

Hiperkinético, pero realmente hiperkinético, el periodista y sucesor de Matías del Río en Última Mirada (CHV) corre maratones, juega tenis y fútbol, boxea, está pronto a regresar a la radio con un programa diario y prepara el estreno en vivo de su orquesta de música tropical, la Orquestabuena. Una urgencia de vida marcada por la muerte de su padre con la que, dice, "perdí el miedo al fracaso y gané libertad".




Paula 1161. Sábado 22 de noviembre de 2014.

Un día cualquiera de octubre de 2013, el periodista Humberto Sichel (33, soltero, sin hijos) llegó a un estudio de tatuajes de Providencia para que le escribieran en el antebrazo izquierdo "no pain, no gain" (sin dolor no hay ganancia). Una frase común entre los deportistas, pero que en su caso no solo se ajusta a los 42 kilómetros que ha corrido en cuatro maratones (Santiago, Buenos Aires, Nueva York y Berlín), sino también a la ética de trabajo con que ha construido, paso a paso, su carrera y que desde agosto lo tiene al mando de Última Mirada (CHV). El sucesor de Matías del Río no solo ha estado en el lugar preciso en el momento indicado, sino que precozmente comenzó una búsqueda sin distracciones para lograr sus metas.

Tenía menos de 20 años y estaba en primero de Periodismo de la UDP cuando cruzó la calle para ofrecerse a trabajar gratis como reportero de fútbol de radio Portales. La radio lo apasionaba desde niño, al punto que después de pasársela jugando a ser locutor, fue su fanatismo por la Rock & Pop el que lo movió a transformarse en periodista. El paso dos, entonces, fue hacer la práctica en la estación del grupo Ibero Americana, adonde llegaba todos los días después de clases. En eso estaba cuando se produjo la salida del conductor Chico Jano. Le propusieron hacer una prueba de voz y se quedó con el micrófono del programa La Revolución Flaite. Una réplica de ese movimiento de piezas se dio después en Vía X, cuando en 2010 llevaba un buen tiempo en esa señal del cable y la grúa de TVN sacó a Ignacio Franzani de Cadena Nacional y ahí estaba Sichel para ocupar el espacio. En el programa diario fue que, durante cuatro años y más de mil entrevistas a diversos personajes de la actualidad, forjó su sello y agudeza como entrevistador.

Has buscado tu lugar desde muy chico. ¿Por qué?

Así fui educado. Mis papás siempre me dijeron que nadie me iba a ir a buscar para darme pega, que era yo quien debía moverme. Así lo he hecho. Mi lema es "llámenme para lo que necesiten". También he tenido mucha suerte y soy de los que si ve una oportunidad, no la suelta. Por eso este tatuaje: "no pain, no gain".

Después de ocho años en el cable, ¿qué tan urgente se te hacía llegar a la TV abierta?

Cero urgente. De hecho pensé que no me iban a llamar porque durante mucho rato me encargué de decirles a los que me habían preguntado si quería dar ese paso, que estaba muy bien donde estaba: hacía el programa que quería hacer, me pagaban bien y tenía mucho tiempo para hacer otras cosas. No necesitaba más. Pero, además, me habían ofrecido puras tonteras u ofertas del tipo "oye, vente, hagamos un proyecto y probemos tres meses para ver qué pasa. Arriésgate". Bajo esas condiciones, nica. Lo que he construido me ha costado lo suficiente como para desechar "probar" tres meses o irme a trabajar de opinólogo.

Tienes un perfil bien distinto a los de tus antecesores Fernando Paulsen y Matías del Río. De partida eres más joven.

Lo de joven es bastante relativo. A los 33 años mis papás ya tenían tres hijos. Tal vez soy joven por la manera en que me visto, porque me gusta carretear, porque si hay un recital de Juan Luis Guerra voy a ser el primero en ponerme un cintillo de fan y bailar. Sí, efectivamente hay varias cosas que me hacen ser joven, pero especialmente es mi actitud frente a la vida, mis ganas de hacer cosas que me gustan, entre ellas trabajar.

Y ahora que eres conductor de un noticiero, ¿no ves restringidas tus libertades?

Cuando me llamaron para ofrecerme Última Mirada tuve una conversación muy directa y empática con el director del Departamento de Prensa, Patricio Caldichoury. Transparenté quién era yo: un tipo chucheta, que le gusta opinar en las redes sociales, que está armando su orquesta de música tropical y que no está dispuesto a sacrificar la libertad que tiene por llegar a la conducción de un noticiero. Dicho eso, pongo todos mis esfuerzos por hacer bien mi trabajo.

¿Qué te parece el paso al lado que dio Consuelo Saavedra de la conducción de Tu Mañana (TVN), como consecuencia del llamado Pentagate por el que es investigado su marido, Andrés Velasco?

Ella merece todo mi respeto por su trayectoria como periodista y la generosidad que demostró en el proceso de candidatura de su marido me hace respetarla aún más como persona. Ahí no me pierdo: mucho antes que un puesto leyendo noticias están la pareja, los hijos, el proyecto de vida. No lo concibo de otra manera. Pero, además, ella representa muy bien algo que debiese suceder en los medios de comunicación chilenos: que estos transparenten sus posiciones políticas y valóricas y, de paso, lo hagan quienes aparecen en esos medios. Es lo que hace, por ejemplo, el New York Times cuando apoya a Obama y luego cubre su periodo sin transar calidad periodística. No entiendo el miedo que hay en Chile a tener una posición.

Y tú, ¿dónde te sitúas?

Soy un tipo progresista que cree que el Estado debe garantizar las libertades individuales. Creo que es fundamental hablar sobre la legalización de las drogas y entiendo cuando Lagos da esa cuña en Qué Pasa, porque no está pensando en hoy, sino en un Chile a largo plazo. Me refiero a que se debe legislar sobre el aborto terapéutico, porque son impresentables las soluciones que Chile le ofrece hoy a una niña de 13 años, violada y con un embarazo inviable. Y me parece que en unos años más los chilenos nos vamos a avergonzar de que haya costado tanto sacar adelante una ley de matrimonio homosexual y que veremos eso como algo tan absurdo como cuando en Estados Unidos negros y blancos no podían compartir los mismos buses.

"Se debe legislar sobre el aborto terapéutico, porque son impresentables las soluciones que Chile le ofrece hoy a una niña de 13 años, violada y con un embarazo inviable. Y me parece que en unos años más los chilenos nos vamos a avergonzar de que haya costado tanto sacar adelante una ley de matrimonio homosexual".

Como vecino de Providencia, ¿qué te parece que haya restricción de los horarios de funcionamiento de botillerías y bares?

Voté por Josefa Errázuriz, celebré que ganara, pero me parece que una comuna con los presupuestos de Providencia debiese aumentar su capacidad de fiscalización, apoyar el emprendimiento de botillerías que compiten con grandes supermercados y el de los dueños de bares y restoranes que dan trabajo. Pero, además, salir de noche, ir a bailar, juntarse a tomar un copete son manifestaciones que le dan vida a una ciudad y construyen una cierta cultura ligada a la sociabilización, al disfrutar de la vida. ¿O quieren que después de sacarnos la cresta trabajando nadie baile y estemos todos acostados a las doce de la noche?

Volvamos a los supuestos cuidados que debe tener un lector de noticias. ¿Aparecer en programas de farándula, perjudica la carrera de Amaro Gómez-Pablos?

Está viviendo una situación complicada que ha sabido manejar bien, y dado que, para bien y para mal la memoria es frágil en Chile, se olvidará pronto. No le veo más complicación que esa.

Tú no hablas de tu vida amorosa en los medios. ¿Te cuidas?

No hablo de eso porque me da mucha vergüenza y creo que no le interesa a nadie. No soy un ícono pop como Felipe Camiroaga.

¿Existe un conflicto de intereses entre ser conductor de noticias y ser rostro de una marca?

Depende. No es lo mismo ser rostro de una isapre o de una constructora después de un terremoto que de una marca de tecnología. Por otro lado, si uno se pone sensible con el tema de la credibilidad, cualquier cosa puede afectarla. ¿Tener una orquesta tropical y tocar algún día en un bar, afecta mi credibilidad como conductor de Última Mirada? Tal vez algunos lo encuentren poco serio y contradictorio. Para mí es parte de los numerosos intereses que conforman mi vida.

¿Quiénes son los buenos entrevistados?

Los que entienden que la entrevista frente a una cámara es un juego, una gran mesa de póquer. Los que entienden que esta es una industria en la que ellos deben seducir con lo que dicen y que de ellos se espera más que una declaración de manual. Buenos entrevistados son el actor Daniel Alcaíno y los políticos Carlos Larraín, José Manuel Ossandón y Marco Enríquez-Ominami. Marco es rápido, te obliga a apurarte, te pregunta qué harías en tal situación y el telespectador no puede hacer más que quedarse pegado escuchando su razonamiento. Eso fomenta el debate que es lo que necesita Chile.

Uno de los desafíos de Sichel en Última Mirada ha sido acortar los tiempos de entrevista a que estaba acostumbrado en Cadena Nacional y ceñirse a una pauta dura, que este año ha estado marcada por las reformas tributaria y educacional.

¿Cómo se comporta el poder frente a los temas contingentes?

Si les está yendo bien en sus movimientos, son ellos los que te llaman para ir a la televisión. Si les está yendo mal, los llamas y no hay caso que quieran ser entrevistados. Ahora que el tema de la reforma educacional está especialmente complejo, son pocos los que quieren estar en pantalla hablando de eso. Es cosa que se promulgue para que hagan fila para ir a hablar.

¿A qué periodistas admiras?

A varios y especialmente a Mónica González, a quien es imposible no admirar si conoces la historia reciente de Chile y su rol como periodista. Es un cliché decirlo, pero ella respira periodismo. Llegas a su casa un domingo y antes de almorzar tiene todos los diarios encima de la mesa y la ves, tijera en mano, recortando lo que le parece interesante, armando un puzzle de información. Impresionante. Es, además, una muy buena amiga. Nos reímos mucho juntos.

¿Qué te parecen las críticas que por estos días han aparecido, como todos los años, respecto de Don Francisco y el rol de la Teletón?

A mí me gustaría saber si esas personas que cuestionan tanto a la Teletón y a Don Francisco tienen un hijo, un papá o un hermano sin pies o sin manos. Para mí el mundo se divide entre la gente que habla y la que hace. Don Francisco es de los que hace y eso me merece respeto. A esta altura, ¿tú crees que Don Francisco necesita hacer la Teletón? Don Francisco tiene un yate y Obama le contesta el teléfono. En vez de grabar 25 comerciales en una semana podría estar tomando sol. Sí me parece bien patético que algunos usen la vitrina de la Teletón para lograr cierta notoriedad en pantalla. Una cosa es que en el Estadio Nacional esté en primera fila Tonka Tomicic y Martín Cárcamo, a que esté yo que no soy tan conocido. Hay que saber ubicarse y saber, al mismo tiempo, que es bueno que todos colaboremos con esta campaña que se traduce en centros que están ahí, no son un invento.

ESTRECHEZ DE CORAZÓN

El mismo día de octubre de 2013 que eligió para tatuarse el antebrazo izquierdo, Sichel se hizo un segundo tatuaje en el antebrazo derecho en el que se lee "pero no voy a aguantar estrechez de corazón", la emblemática frase de la canción de Los Prisioneros. "Lo que me mueve son las relaciones amorosas, no necesariamente las de pareja. Soy querendón y por eso, cuando mi papá murió, a pesar de esa tristeza que no termina nunca, quedé tranquilo, porque siempre le dije que lo amaba, conversábamos de todo, él supo quién era yo y yo supe quién era él. No quedaron pendientes", dice.

"Soy completamente hiperkinético. Un amigo me dice 'señor proyecto'. La única vez que fui al sicólogo uno de mis temas fue intentar dejar de hacer tantas cosas".

Humberto Sichel tenía 21 años cuando su papá, de 48, murió de un ataque al corazón (el primero lo tuvo a los 33, edad actual del periodista) y lo dejó como el gran pilar emocional de su familia, conformada por su madre y sus dos hermanos menores. "Fue un rol que tomé inconscientemente, sin hacerme preguntas. Es lo que me tocó", cuenta.

¿Cómo te ha marcado la muerte de tu papá?

Me hizo perder el miedo. Después de que, de un día para otro, la vida me cambió tan radicalmente, y entendí de verdad que la muerte es lo único definitivo, perdí el miedo. Esa pérdida me dio libertad.

Con esa libertad, y cero miedo al fracaso, es que hace unos meses Sichel se embarcó en otro de sus sueños: cantar. Para eso armó una orquesta de once músicos profesionales, entre ellos algunos jazzistas, con quienes se junta varias veces a la semana a ensayar, y en otras ocasiones se ocupa de ir afinando la estética Rat Pack (el grupo de músicos y actores estadounidenses que realizaba películas y conciertos en los 50) que le interesa que tenga la Orquestabuena. "Desde chico quise cantar y tuve un par de bandas. Algunos invierten en bienes raíces, yo invierto la plata que gano trabajando en ser feliz, en realizar mi sueño, en cantar, en que la orquesta suene increíble, en ir a comprar los trajes y cambiarles los botones, porque unos dorados se ven mejor".

El repertorio de Sichel y sus músicos incluye canciones de la Orquesta Huambaly y Los Peniques, música popular chilena de salón, "un tributo al sonido de los años cincuenta y sesenta", explica el periodista-cantante, que prepara para los próximos meses su debut en vivo.

Bien impresionante tu energía inagotable.

Soy completamente hiperkinético. Un amigo me dice "señor proyecto". La única vez que fui al sicólogo uno de mis temas fue intentar dejar de hacer tantas cosas, aprender a estar echado sin hacer nada.

La terapia, claramente, fue un fracaso en esos términos. Cuando Sichel no está trabajando (en diciembre comenzará a conducir un informativo diario en radio Sonar), está ensayando con la Orquestabuena, entrevistando a músicos en el ciclo Manual para Escribir Canciones que organiza UDP, corriendo los 10K que hace tres veces por semana, en clases de tenis, en clases de boxeo, jugando un partido de fútbol "solteros contra casados" con sus compañeros del colegio Calasanz o en un recital.

¿No te cansas?

¿Cansarme? No. Es que soy demasiado feliz haciendo todo lo que hago. •

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